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javier Ramírez
Sábado, 27 de junio 2020
En un artículo anterior, publicaba esta misma fotografía para referirme al espacio físico de la zona colindante con la desembocadura del Guadalmedina: en la orilla izquierda, la arboleda de Alameda de Colón, cuyo perfil se recorta sobre las laderas montañosas del fondo de la imagen;en la ribera derecha del río, primer plano de la imagen, el extremo sur oriental de la popular barriada de El Bulto. Como quiera que varias personas se han interesado tanto por el contenido de este documento gráfico como por su origen y autoría, quizás sea el momento adecuado de hacer referencia al reportaje completo de las playas de El Bulto y Malaguetaque ha llegado hasta nosotros.
Procedencia de los documentos fotográficos. Los negativos originales que dan lugar a estas imágenesse localizan en el Archivo Histórico Fotográfico delInstituto de Estudios Fotográficos de Cataluña (IEFC).Integradas en el denominado Fondo Thomas, proceden de los archivos de la importante empresa editora Fototipia Thomas, ubicada en Barcelona y muy activa a lo largo de las dos últimas décadas del siglo XIX y las tres primeras del XX. El fondo lo integran, en su mayor parte, placas de cristal del formato 13x18cm. Estos negativos son, salvo el deterioro atribuible a los más de 100 añostranscurridos, de una excepcional calidad técnica.Hace algunos años, Mercedes Jiménez Bolívar y yo tuvimos ocasión de estudiar in situ algo más de 600 placas de este fondo relacionadas con Andalucía, en ese volumen localizamos 114 que hacían referencia a Málaga y su provincia, entre ellaslas siete imágenes que aquí analizamos. Conviene precisar que estos materiales no guardan orden cronológico ni temático, sino que se encuentran agrupados en cajas de negativos nominadas con una sucinta etiqueta alusiva a la provincia e incluso, a veces, las cajas alojan placas que no se corresponden con la etiqueta que las agrupa. Tampoco el orden que siguen es indicativo, incluso los clichés que integran fotos panorámicas se encuentran en ubicaciones distintas. No existe información anexa que documente el contenido de las placas, por lo que la interpretación de cada una o establecer un posible hilván entre ellas, como el que aquí se hace, es siempre un ejercicio deductivo sujeto a revisión y susceptible de ser ampliado.En este sentido, sería de interés añadir a la información que aporta esta imagenla cuantificación de la actividad pesquera en la capital malagueña o la cuestión, en apariencia anecdótica, de la ausencia de nombres –solo se anotan las matrículas– en la amuras de las embarcaciones.
Autor y fecha. En mi opinión, aunque ninguna de las placas que aquí incluimos tiene firma, la autoría de estas imágenes cabe atribuirla a Miguel Osuna, gran fotógrafo malagueño, propietario del acreditado estudio Fotografía Inglesa, instalado en calle Martínez 4 desde finales del siglo XIX. Baso mi afirmación en quesí hay otras placas referidas a Málaga en este Fondo del IEFC firmadas por M. Osuna y, sobre todo, porque hay una clara semejanza en el tratamiento de estos retratos grupales con el que anteriormente hiciera este fotógrafo en el extraordinario reportaje producido con motivo de la gran inundación que asoló Málaga en septiembre de 1907;el Archivo Díaz de Escovar de la Fundación Unicaja conserva copia en papel que puede consultarse en su página web. Estimo que no hay una excesiva distancia temporal entre aquel gran reportaje y las fotos que aquí comentamos, que podrían fecharse entre 1910 y 1914.
Propósito del reportaje. Teniendo en cuenta el destino de las fotografías –la editorial Thomas, especializada en la producción de libros de divulgación geográfica, comercial e industrial, guías de arte y, desde 1904, de tarjetas postales–se puede afirmar que la producción de estos materiales se plantea con el propósito de alimentar la «galería de tipos populares»de la empresa editora. En los inicios del siglo XX, esta tipología no es en absolutonueva sino continuidad de una asentada tradiciónque tiene sus orígenes en la extensa obra de pintores y grabadoresdel movimiento romántico del XIX. El género encontrará fácil acomodo en los momentos iniciales de la fotografía como medio de expresión, siendo la característica que lo define la referencia a un espacio geográfico concreto.
Si el término paisaje se emplea por primera vez en pintura para hacer alusión a la «puesta en visión» de lo singular de un país, la representación de los «tipos populares» no se explica sino está estrechamente vinculada con un territorio. Es decir, intenta ser el retrato de una gente en el mundo que habita, señalando supuestos rasgos arquetípicos que son propios de un determinado lugar o de una clase social concreta. De hecho, el carácter «folclórico» de la búsqueda de gentes y lugares, hará que muchas personas con escasa capacidad para acceder a un estudio fotográfico sean sujetos de retratos de amplia difusión pública.
Aquella línea de producción empresarial, cuya primera finalidad no era otra que la explotación comercial, dio lugar a la creación de grandes colecciones de imágenes de «tipos populares» que el tiempo ha ido diezmando, hasta hacerlas desaparecer casi por completo en el caso de muchos estudios fotográficos de prestigio. De ahí la necesidad de conservar el remanente de aquella producción.Un legado que, como aquí vemos, se hace eco de la vida cotidiana de un lugar en una época.
La imagen de cabecera refleja el urbanismo de esta zona malagueña en la primera década del siglo XX y dibuja a grandes rasgosel aspecto habitualque presenta el vecindario. Una ampliación de la imagen –posible gracias a la calidad de la placa de la que partimos¬– mostrará con mayor detalle la indumentaria de cada una de las personas que participan en el retrato. Las edificaciones parecen destinadas a tareas de servicio en la periferia del núcleo industrial que caracteriza esta barriada: almacenes, cobertizos y cuadras para arrieros.
La forma de proceder del fotógrafo. Como veremos a lo largo del análisis deconjunto, estas imágenes son el resultado de una convocatoriaa la que ciertas personas se sienten invitadas. Todos son partícipes de una experiencia inusual: el fotógrafo les ha pedido que formen un grupo para ser retratados. Probablemente el motivo principal que los reúne sea la curiosidad, a la que los niños son más susceptibles. En cualquier caso, todos saben que son los protagonistas del momento, que la foto se hace por ellos, no para ellos: de ahí su importancia como testimonio.Hoy nos sorprende la fresca espontaneidad de todos frente a la cámara, la postura natural y relajada que adoptanlos miembros del grupo pese al instante de inmovilidad que exigía entonces el acto fotográfico. Un comportamiento que explican las palabras de John Berger cuando dice que «El orgullo con el que una clase se ve a sí misma por primera vez representada de modo reconocible en un arte constituye un placer total, aún cuando el arte tenga fallos y la verdad sea dura. El orgullo, que antes había consistido en una negación obstinada de su vergüenza, se convierte en una afirmación.»
Lo que no vemos es el contraplano de la imagen, es decir, el lugar que ocupa el fotógrafo. Cabe imaginarque los que miran a cámara asisten aun espectáculo inusual. Muchos quizás no hayan visto nunca trabajar a un fotógrafo y les llame poderosamente la atención las operaciones que desarrolla para montar su equipo al aire libre: trípode, chasis porta-negativos, el cajón de la cámara, lacapucha de tela negra que de ella cuelga… todo es novedad para aquel vecindario, desde los atuendos del fotógrafo y los ayudantes que le acompañan hasta el sistema usado para transportar el complejo instrumental. La mecánica de trabajo requiere tiempo, pero nadie parece tener prisa y el grupo atiende de buen grado las indicacionesdel fotógrafo: dónde colocarse y, sobre todo, no moverse durante el tiempo que él indique.Quienes no tengan suficiente paciencia mancharán el retratocon una imagen borrosa.
Una vez tomada la foto, recogido el instrumental, el fotógrafo desplaza a su equipo a la búsqueda de otro encuadre, una nueva visión de la zona.
En esta segunda toma cambia el motivo, hay un primer protagonista que destaca del grupo:el boyero y las yuntas de bueyes;el tractor, motor a sangre, más utilizado en la barriada industrial aledaña a la playa. La gran curiosidad generada por la presencia delfotógrafo ha pasado: sólo algún niño de los que participó en el retrato anterior repiten experiencia. Algunos adultos se asoman al encuadre, entre ellos el soldado de Caballería que vemos subido a un madero y los otros dos del mismo regimiento colocados en el margen derecho de la imagen. La presencia de estos tres militares quizás la justifique la cercanía de la antigua fábrica de hilados La Aurora, edificio convertido, como bien documenta Pedro Luis Pérez Frías, en acuartelamiento del Ejército entre 1909 y 1927.
El entorno es el mismo que la foto anterior, aunque el cambio de ubicación de la cámara reorienta el escenario y la escena, que ahora quedan frente al mar. Apreciamos con mejor detalle las casas próximas a la playa, los endebles tinglados de madera y, al fondo, las cubiertas de edificios fabriles. Más cerca del grupo se insinúanalgunas barcas varadas en la playa. La toma añadeotra novedad: se diría que el fotógrafo, en el intento de imprimir una supuesta espontaneidad al retrato, ha pedido a sus protagonistas que no miren a cámara. No obstante,después del primer disparo, sin desplazar la cámaray pidiendo al público que se mantenga en el mismo lugar,hará una segunda toma. Esta placa replicada forma parte de un ritualpracticado con frecuencia: se trata de doblar las posibilidades de conservación de un material tan frágil como el negativo fotográfico de la época,una fina placa de cristal que deberá realizar largos viajes.
A pocos metros de este emplazamiento, el fotógrafo compondrá una tercera escena, esta vez con reminiscencias de estampa marinera. Ahora los protagonistas son los niños de la barriada; el que aparece sentado a horcajadas en la proa de la primera barca figura en las tres fotos anteriores. No es el único, algunos otros acompañarán al equipo visitante en las cinco primeras fotos de esta serie.
Pie de Foto: 4. Playas de El Bulto, junto a la desembocadura del arroyo del El Cuarto. Hacia 1910. Foto: IEFC [reencuadre de] ACM-3-2493
Hemos ampliado la imagen al objeto de acercarnos a los personajes que la protagonizan. La aplicación de este zoom digital también nos ayuda a ver con mayor detalle, al fondo, la torre de la Catedral; a la derecha de la imagen, los grandes troncos de madera destinados a la carpintería de ribera allí instalada o uno de los personajes uniformados que encontrábamos en las dos fotos anteriores. La aproximación nos permite apreciar mejor el largo galón en la manga de la pelliza del militar y concluir que se trata de un soldado de 1ª clase de un regimiento de Caballería.Tras este primer análisis vayamos ahora al encuadre completo:
En esta toma el fotógrafo dispone alos niñosen el primer punto de atención y los contextualiza en un lugar que sin duda forma parte de su vida cotidiana: la difusa franja comprendida entre las grandes edificaciones fabriles y la orilla del mar. La zona donde el arroyo de El Cuarto tiene su término aparece poblada de viviendas familiares, pequeños talleres, almacenes, chamizos y casetas donde se recogen enseres de pesca. La playa sirve de varadero y lugar en el que extender redes como la que vemos en la margen izquierda del arroyo. Una vez tomada la imagen, el fotógrafo buscará un nuevo punto.
No sabemos el orden secuencial que siguen estas imágenes, pero sí podemos establecer con seguridad que forman parte de un reportaje fotográfico que se realizó en el mismo día. El niño que antes señalábamos sentado en la proa de una embarcación, vuelve a estar en el encuadre, en esta ocasión sentado en la fila que forma el grupo; algunos otros también son reincidentes.
En relación con esta imagen, he aventurado en otro momento que podría tratarse de un retrato escolar, en concreto de escenificar una «amiga» o «miga», como se solía denominar en Málaga y otros puntos de Andalucía a esa forma de enseñanza de primeras letras –muchas veces, primeras y únicas– a cargo de personas sin titulación suficiente, a las que no se las podía llamar «maestras», distinguiéndolas con el nombre más próximo de «amiga». A estas clases irregulares asistían niños y niñas de corta edad. En este caso la «supuesta maestra» sería la joven que queda de pie en el margen izquierdo de la fotografía. Como ocurre en las imágenes anterioresno podemos hablar de «protagonista único de la fotografía». Sí cabeafirmar que el propósito del fotógrafo es el retrato social: niños en edad escolar en una barriada de pescadores. Sin embargo lo que caracteriza la foto es la fuerte impronta que supone la línea de embarcaciones a la orilla del mar. La carga significante es clara: el instrumental básico que sirve a los pescadores para ganarse la vida, en un espacio comprendido entre el monte de San Antón, a la derecha, y la torre de la Catedral, a la izquierda. En ese marco,el grupo de niños representan la realidad de la Málaga de primeros de siglo, azotada por el hundimiento industrial, agrícola y comercial.
En cuanto a la valoración de la imagen desde el punto de vista meramente fotográficopodemos abreviar diciendo que se trata de una obra maestra, digna de figurar en los libros de historia de la fotografía.
En el intento de establecer un hipotético orden entrelas cinco imágenes anteriores, ésta cabría situarla tanto en el primer punto del recorrido seguido por el fotógrafo como en el último. En cualquier caso podría ser el nexo con la imagen que sigue, nuevamente los niños de la población marenga.
Recortamos la imagen original para analizar mejor el centro de interés del encuadre: otra vez centrado en la infancia.Aunque aquí se diría que el fotógrafo pretende llamar la atención sobre las diferencias sociales entre los miembros del grupo. La indumentaria del primero por la izquierda –con zapatos, calcetines, pantalones bombachos y camisa limpia– contrasta notablemente con la de los otros cuatro. El pequeño arriero tiene un papel muy distinto al de los dos niños que parecen jugar con un extraño artefacto confeccionado con cañas.
La imagen en su encuadre original nos ayuda a interpretar la intención del fotógrafo. Nuevamente se vale de un grupo infantil para describir un entorno. Sin otro dato documental que las montañas que se dibujan al fondo, podríamos sugerir que se trata de El Palo. Temática y planteamiento coinciden con la línea argumental de la serie fotográfica que venimos analizando. Aunque no contamos con ningún elemento que nos permita asegurar que esta otra foto se hiciera en el transcurso del mismo día, parece evidente que forma parte del mismo reportaje.Éste se completaría con la imagen de la playa que sigue.
Las imágenes de pescadores arrastrando la red del copo en las orillas de las playasmalagueñas se fueron reiterando a lo largo del pasado siglo hasta cuajar en un tópico manido. En relación a la que aquíse muestra, conviene precisar quese trata de una composición temprana,que servirá de modelo de referencia a fotógrafos y pintores marinistasanteriores a la Guerra Civil.Conocemos una obra de Florido Bernils que replica exactamente la misma escena.Contextualizada en el discurso del reportaje que atribuimos a Miguel Osuna, esta fotografía añade otros significados. No se trata sólo de situar la acción en un punto geográfico de la ciudad definido por La Farola, el morro de Levantey los palos de veleros que detrás aparecen, sino que establece un diálogo entre tradición y modernidad: la centenaria arte de pesca de la que viven un puñado de familias frente a la modernidad y el progreso insinuado por la nueva línea de Ferrocarriles Suburbanosinaugurada en 1908,que tiene su primera estación en la Malagueta.
La singularidad del reportaje. En el conjunto de placas de la Fototipia Thomas que relacionadas con Andalucía se localizan en el IEFC, esta serie puede considerarse única. En este fondo, junto a una abundante producción centrada en el patrimonio artístico y monumental de las principales ciudades andaluzas, encontramos un buen número de retratos de gran calidad técnica y artística que fijan su atención en determinados grupos sociales o sectores laborales. A título de ejemplo, entre otros muchos, podríamos citar: en Granada, lavanderas en las orillas del Darro; arrieros, en el Puente romano de Córdoba; marinos de la Armada, en San Fernando, o vendedores ambulantes en Puerto Real. De Málaga y su provincia contamos igualmente con cierto número de instantáneas urbanas que abordan una determinada «temática popular» sin que entre ellas se establezca relación de continuidad. Es el caso de la fotografía de este mismo archivo (en mi opinión, también de Miguel Osuna) que encabeza un interesante artículo de Ana Pérez-Bryan en SUR Historia sobre el origen de la barriada de El Palo. Las que aquí presentamos se articulan en un reportaje. Esta especificidad cobra valor en un doble sentido: de una parte, nos acerca a la obra de uno de los grandes fotógrafos de la Málaga de finales del XIX y principios del XX a través de una secuencia, no de imágenes aisladas unas de otras. De otra,el reportaje se plantea como una mirada sobre el territorio inmediato alos dos extremos del arco que comprende el puerto, describiendo a la población que allí habita subsumida en un potente retrato infantil: niños en El Bulto y Malagueta iniciando el camino de un futuro incierto.
Fotos: Archivo Instituto de Estudios Fotográficos de Cataluña, ACM-3-2514. Recuperación y tratamiento digital Mercedes Jiménez Bolívar.
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