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víctor heredia
Jueves, 20 de agosto 2020, 00:09
Si hay un edificio contemporáneo que en Málaga ha dejado una profunda huella en la memoria visual de varias generaciones ése es, sin duda, el ... desaparecido Málaga Cinema de la Plaza de Uncibay. Cuando fue inaugurado en 1935 ya existían en la ciudad varias referencias arquitectónicas del Movimiento Moderno, como el Desfile del Amor en el Paseo de Reding o el inmueble promovido por Carlota Alessandri en la Plaza del Carbón, ambos diseñados por González Edo y todavía existentes. Pero el enorme volumen y los detalles marineros del Málaga Cinema calaron de tal manera entre los que tuvieron la oportunidad de conocerlo que pronto se convirtió en un edificio estimado por la gente.
A principios de los años treinta la llegada del sonoro estaba revolucionando el mundo del cine, tanto en lo que respecta a la producción como a la exhibición. María Pepa Lara, historiadora de los cines malagueños, recoge que en esos años los de estreno eran el Goya, el Echegaray y el Petit Palais (rebautizado después como Alkázar). Los teatros Cervantes, Vital Aza y Lara alternaban la proyección de películas con otros espectáculos y en el centro quedaban los veteranos Principal (por entonces el edificio teatral más antiguo de la ciudad), Pascualini y Victoria. Aparte estaban los cines de verano, como Las Delicias, y las salas de barrio: Moderno, Rialto, Plus Ultra, Excelsior, Imperial Cinema y Cinema España. El primer cine en instalar el sonoro fue el Petit Palais, que lo estrenó el 13 de marzo de 1930.
En este contexto se produjo la construcción del Málaga Cinema sobre un amplio solar resultante de la demolición de varias casas que ocupaban la parte de la Plaza de Uncibay comprendida entre las calles Casapalma y Granados. En 1934 el empresario Juan del Río, dueño del cercano Cine Echegaray, emprendió en esa parcela la edificación de una nueva sala de exhibición cinematográfica con un proyecto del arquitecto Antonio Sánchez Esteve en el que se especificaba que se trata de «un cine de barriada», es decir, un cine popular.
La pretensión del empresario era crear el cine más grande de la ciudad, con un total de 1.830 localidades distribuidas en dos plantas: 938 en el patio de butacas y 892 en el anfiteatro. Contaba con un bar en el vestíbulo, una pequeña sala de pruebas que décadas más tarde sirvió para un cine-club y viviendas para el conserje y el propietario. La inversión ascendió a unos dos millones y medio de pesetas de la época.
El Málaga Cinema fue inaugurado el 31 de agosto de 1935 en un acto radiado por la emisora local y con la proyección de la 'superproducción' española 'La hermana San Sulpicio', protagonizada por Imperio Argentina y Miguel Ligero. Fue concebido como un cine de reestreno, con entradas a precios inferiores. Las butacas de patio del que se anunciaba como «el mejor cine popular de España» apenas costaban 50 céntimos. Y eso que disponía de todas las comodidades de la época, incluido sistemas de refrigeración y de prevención de incendios.
Ángeles Rubio-Argüelles fue una mujer polifacética que, además de escribir obras históricas y literarias, desarrolló una inagotable pasión por el teatro que se plasmó en su escuela y compañía dramática ARA y en la organización de los Festivales Greco-Latinos en el Teatro Romano. Una de sus primeras experiencias como dinamizadora cultural de la ciudad fue la gestión de un cine. Ángeles y su marido, Edgar Neville, habían aprovechado su estancia en EE UU a finales de los años veinte para relacionarse con el mundo de Hollywood y la malagueña participó como figurante en una película de Mary Pickford. De nuevo en Málaga, Ángeles estableció un cine en los bajos de un edificio construido por su madre, Carlota Alessandri, entre las calles Granada y Calderería. Era un pequeño y elegante salón llamado Actualidades, en el que se exhibían noticiarios, documentales y películas en sesiones continuas desde las once de la mañana, al igual que su homónimo de Madrid. Inaugurado el 25 de diciembre de 1934, su existencia fue breve ya que una bomba destruyó el local en 1936.
Sánchez Esteve, que diseñó varios cines por toda la geografía andaluza, empleó un lenguaje arquitectónico basado en el racionalismo expresionista. Las dimensiones monumentales del Málaga Cinema dejaban la amplia fachada a la plaza, presidida por un enorme letrero luminoso, como un lienzo blanco para colocar los grandes carteles de las películas y concentraban la decoración en la esquina con Casapalma, con un tratamiento depurado y diferenciado en cada planta por el uso de diversos materiales: paramento enlucido, ladrillo visto y recubrimiento cerámico. Los elementos más característicos del edificio eran las dos torretas circulares que remataban las esquinas curvas, con ojos de buey en la de Casapalma, que extendieron una inmediata identificación entre la arquitectura del cine y la apariencia de un barco.
El Málaga Cinema fue una construcción vanguardista aceptada y adoptada por la población desde el primer momento. Apenas estuvo cuatro décadas en el panorama urbano malagueño, pues la sala cerró sus puertas en abril de 1974 con la proyección de 'La túnica sagrada'. Fue demolido poco después y en su solar se construyó un inmueble de oficinas. La memoria del mejor y más moderno cine popular de Málaga pervive en los recuerdos de quienes lo conocieron y en las viejas fotografías. La memoria de un yate de lujo varado en la Plaza de Uncibay.
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