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Ana Pérez-Bryan
Domingo, 27 de octubre 2019, 01:55
Es una de las callejuelas con más historia de la ciudad. Transitada miles de veces como lugar de paso y para acortar camino, sobre todo en épocas de bullicio como la feria o la Semana Santa, la calle Cinco Bolas cuenta con el privilegio de ser la única del callejero malagueño que además de su correspondiente placa cuenta con una descripción ideográfica, es decir, con la presencia física de las cinco bolas de colores dispuestas en forma de cruz sobre una de las fachadas de entrada a la calle.
Ahora bien, ¿por qué el nombre de Cinco Bolas? ¿Qué representan exactamente? De partida hay que decir que existen varias interpretaciones sobre esta callejuela que tiene su origen en el siglo XVI pero que no se abrió a calle Nueva hasta el XIX. Antes de aquello, el callejón formaba parte del entramado de calles que conformaban el centro neurálgico de una ciudad recién conquistada por los Reyes Católicos. Precisamente ellos son los protagonistas de una de las leyendas con más peso sobre el origen de este nombre: todas ellas, de hecho, aparecen recogidas en el libro 'Cinco bolas y un misterio', firmado por Rafael Vertier; y en este primer caso el autor sugiere que el nombre de la calle está relacionado con la cruenta batalla que libraron los monarcas para conquistar a los musulmanes la plaza de Málaga. En aquella contienda ya se utilizó, entre otras armas, la artillería pesada, en concreto los proyectiles para cañón de 155 mm de calibre que fueron decisivos para la victoria. Y el recuerdo a esos cinco proyectiles quedó estampado, literalmente, en una de las fachadas de la callejuela, que desde entonces pasaría a ser conocida como la de las cinco bolas.
La segunda de las teorías sobre el origen del callejón tiene como protagonista un convento de monjas que se alzaba junto a la Iglesia de San Juan (una de las cuatro que fundaron los Reyes Católicos) y que en determinados momentos del día se reconvertía en una casa de citas para los nobles de la ciudad. Allí se daba cobijo a mujeres maltratadas y a rameras, que accedían a estos servicios para sobrevivir. Hay que recordar, en este sentido, que en la época de los Reyes Católicos no sólo era legal la prostitución, sino que además estaba regulada por el putero mayor del reino, nombrado por los propios monarcas. Otra de las leyendas sobre la calle Cinco Bolas era que la cruz con las bolas señalaba, precisamente, la puerta falsa por donde se podía acceder al convento para esos intercambios carnales.
La tercera de las teorías sobre la mítica calle está relacionada con el recuerdo al Cirio Pascual, adornado con cinco pequeñas bolas de colores que coinciden con las de la fachada: los tonos no están escogidos al azar; y en este sentido el azul representa el cielo, el verde la esperanza; el rojo el fuego, el amor y el sacrificio; el morado la penitencia y el amarillo como símbolo de la luz del sol y la majestad, Pascua y Resurrección de Cristo. Las cinco bolas dispuestas a modo de cruz griega y el sol del redentor rodeado de cuatro esferas son, de hecho, un símbolo presente en las civilizaciones más antiguas y también en el callejón del centro histórico. Sobre los colores de las bolas de la calle, el orden de estos ha ido variando según las épocas y los vaivenes de la vía.
En fin, algunas crónicas históricas (entre ellas el libro de Vertier) sugieren por último que las cinco bolas en forma de cruz latina pueden simbolizar también una acción de gracias a Dios por la victoria en la contienda de 1487 que ganaron los Reyes Católicos.
Otras historietas populares sugieren que el nombre de la calle Cinco Bolas está vinculado al aspecto tenebroso y hostil de la vía, de modo que los hombres que por allí pasaran para las casas de citas no necesitaban dos bolas sino cinco.
Como curiosidad, y a pesar de su estrechez y longitud, la vía que comunica la calle San Juan con la calle Nueva tiene dos nombres: efectivamente se conoce como calle Cinco Bolas el tramo que desemboca en la Iglesia de San Juan, pero el otro que termina en la Iglesia de la Concepción lleva el nombre de Pasaje de Luciano Martínez. Sea como fuere, las cinco bolas son un símbolo de la ciudad; y sus leyendas no han hecho más que hacer grande su huella en el callejero.
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