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Víctor Heredia
Sábado, 24 de agosto 2024, 00:14
Desde las lejanas y frías tierras de Rusia Juan Planelles nunca olvidó la ciudad en la que pasó algunos años de su juventud y en ... la que vivía su familia. Era un hombre de fuertes convicciones ideológicas que había tomado arriesgadas decisiones a lo largo de su vida. Un camarada siempre leal al partido que había dado lo mejor de sí mismo para conseguir tratamientos que fueron catalogados como secretos de Estado en la Unión Soviética. Pero Planelles siempre aspiró a regresar. Y lo consiguió, en breves estancias que no hicieron otra cosa que aumentar su melancolía cuando se le negó el permiso definitivo.
Pero mejor empezar por el principio. Juan Planelles Ripoll, hijo de un médico militar, nació en Jerez de la Frontera en 1900. Cuando tenía trece años su padre fue destinado a Málaga. La familia alquiló una casa en la calle Beatas, en la que nació el séptimo hijo del matrimonio, Fernando. Juan era el segundo. Además estaban Amparo, Remedios, Enriqueta, Clara y Vicente.
Juan terminó en el Instituto de Málaga los dos últimos cursos del bachillerato, mostrándose como un alumno brillante que fue testigo de las turbulencias políticas del momento. Conoció testimonios directos de los sucesos de Benagalbón y de los soldados que iban a Marruecos, y vivió en las aulas las inquietudes ideológicas estudiantiles. También daba paseos por el morro y se encariñó con un Mediterráneo que recordaría toda su vida. En Málaga arraigó en él «un paisaje familiar y geográfico al que siempre quiso volver», en palabras de Rafael Maldonado, autor de una detallada biografía titulada 'Juan Planelles, una historia casi infinita' (CEDMA, 2022).
Con quince años ya estaba en Madrid para iniciar la carrera de Medicina, en la que tuvo como profesores a Ramón y Cajal, Teófilo Hernando y Luis Calandre, entre otros maestros. Se doctoró en 1923 y fue becado por la Junta de Ampliación de Estudios para formarse en Alemania y Holanda. En 1930 creó el Instituto de Investigaciones Clínicas de Madrid. Su vocación científica marchaba en paralelo a su compromiso político. Afiliado desde los 16 años a las Juventudes Socialistas, en 1932 ingresó en el Partido Comunista.
Juan Planelles Ripoll fue la persona que más influyó en el carácter de su hijo, que tenía su mismo nombre y apellidos. Había nacido en San Juan (Alicante) en 1869 y después de estudiar Medicina se incorporó al Ejército. Sirvió en la Guerra de Cuba y regresó como responsable médico de los más de 800 heridos que iban en el vapor Los Andes. Por entonces ya se había casado con su sobrina Amparo Ripoll Vidal. Estando destinado en Jerez fue llamado para participar en la campaña de Marruecos. En 1913 quedó asignado al Hospital Militar de Málaga, del que fue director años más tarde. También se hizo cargo de la jefatura de sanidad militar de la plaza. Murió en 1924 y está enterrado, junto a su esposa, en un nicho del Cementerio de San Miguel. Su hijo siempre reconoció la influencia que ejerció sobre él la fuerte personalidad de su padre, hombre con un profundo sentido de la dignidad humana que aplicaba a su trabajo como médico, y miembro de una generación de militares liberales y opuestos al clericalismo.
Con el estallido de la Guerra Civil se puso al servicio de la causa republicana. Dirigió el Hospital Obrero de Maudes y organizó los servicios sanitarios y de retaguardia de Madrid en los primeros meses. Después fue nombrado subsecretario de Sanidad en el gobierno de Negrín. En París actuó como secretario del Comité Internacional de Coordinación de Ayuda a la República. En 1939 tomó el camino del exilio. Como seguidor de la línea ortodoxa de Dolores Ibárruri, a la que le unía una estrecha amistad, se instaló en la Unión Soviética.
En Rusia Planelles retomó la investigación científica y se encontró de nuevo con una guerra. Desarrolló un tratamiento contra la disentería, una infección bacteriana que provocaba numerosas muertes, lo que le valió el reconocimiento profesional y que las autoridades soviéticas declararan el secreto de su procedimiento de preparación. En 1943 fue destinado al prestigioso Instituto Gamaleya de Moscú, en el que trabajó hasta su jubilación en la síntesis de nuevos antibióticos y en los efectos negativos del uso de estos medicamentos.
La mayor parte de sus publicaciones científicas, más de 200 obras, están en ruso, por lo que la dimensión de su labor investigadora permanece desconocida en gran medida, como se destacó en las jornadas que la Academia Malagueña de Ciencias y el Ateneo de Málaga le dedicaron en marzo de este año.
Juan Planelles ingresó en el Comité Central del PCE en 1954. En esos años sus intervenciones en las reuniones del partido se centraban en llamar la atención sobre las terribles consecuencias del uso de las armas nucleares. En plena Guerra Fría su protagonismo político fue irrelevante, mientras que crecían sus deseos de volver a España. A partir de 1964 pudo hacerlo en estancias cortas para las que necesitaba autorización del gobierno español. Así pudo ofrecer conferencias en varias universidades del país y, sobre todo, reencontrarse con su madre y su familia en Málaga, donde pasó algunos veranos.
Las autoridades franquistas le dieron el permiso para regresar de forma definitiva en 1971. Juan tenía previsto instalarse en la casa de su hermana Remedios, en El Palo. El KGB se le cruzó en el camino y eso supuso la derrota de la esperanza. La derrota de una vida que llegó a su fin el 25 de agosto de 1972 en Ochamchire, una ciudad situada a orillas del Mar Negro, a más de 5.000 kilómetros de Málaga y del morro por el que paseaba cuando era un adolescente.
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