José Moreno Villa, en el centro, junto a Emilio Prados (izquierda) y Luis Cernuda, en la casa de Altolaguirre en México. Años 50.

José Moreno Villa, un malagueño olvidado

Nació el 16 de febrero de 1887 en calle de los Carros. Para algunos, pertenece a la generación del 14 o Novecentismo. Otros lo encasillan en la del 27

FERNANDO ALONSO

Martes, 3 de noviembre 2020, 00:34

Poeta, narrador, articulista, ensayista, crítico de arte, bibliotecario, hombre dotado de una fina cultura y de un espíritu renacentista, que sentía curiosidad por todo y por todos: este era el malagueño José Moreno Villa, cuya memoria queremos reivindicar con este pequeño artículo. Tradicionalmente, ... por su fecha de nacimiento, se le sitúa entre dos generaciones luminosas, la del 98 y la del 27. «Yo estaba entre dos fuegos, entre los viejos y los jóvenes», afirmaba el propio Moreno Villa. Para algunos, nuestro autor pertenece a la generación del 14 o Novecentismo, integrada por Juan Ramón Jiménez, Ramón Gómez de la Serna, Ramón Pérez de Ayala, Gabriel Miró o José Ortega y Gasset. Sin embargo otros lo encasillan en la generación del 27, de la que lo consideran precursor, por su influencia del cubismo, del surrealismo y de otras vanguardias.

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En 1943, viviendo ya en México, José Moreno Villa cayó gravemente enfermo. Es entonces cuando decidió escribir su autobiografía, que tituló 'Vida en claro' y que dedicó a su hijo. De este libro hemos obtenido valiosa información que iremos desgranando a continuación.

José Moreno Villa nació el 16 de febrero de 1887 en la desaparecida calle de los Carros, que estaba situada en lo que hoy es la Plaza de la Marina, aproximadamente en la zona donde se ubica actualmente la oficina de información turística. La calle de los Carros, que más adelante se llamó de Lorenzo Cendra, era una corta vía perpendicular a las calles Vendeja y Trinidad Grund. Tenía su entrada por la Alameda y su salida por la actual avenida de Manuel Agustín Heredia. Era una vía de uso portuario, parada de muchos carros y bateas (de ahí su nombre). Una guía de 1930 nos la describe así: «La calle de los Carros es una de las vías más transitadas de la ciudad, paso obligado hacia la estación de Ferrocarriles Suburbanos. Es también principal vía de acceso al teatro Vital Aza (situado delante de los hoy jardines de Alfonso Canales). Es una calle de gran amplitud, aunque de extensión reducida.» En ella abrían sus puertas varias agencias de aduana y la popular agencia de viajes Bakumar, la más antigua de Málaga. Finalmente añadamos que adosada a esta calle estuvo la que quizá fuera la primera gasolinera que hubo en Málaga.

Arriba, en primer término, la casa de Moreno Villa. Abajo, a la derecha, un autobús reposta en la primera gasolinera de Málaga. A la izquierda, la casa de Moreno Villa.

En este lugar privilegiado nació Moreno Villa. Él mismo evoca así el paisaje que se divisaba desde los balcones de su casa:

La mole de la Catedral; el Castillo, acostado en la cima de Gibralfaro; la plaza de toros, pintada de almazarrón; la Aduana de Carlos III, pintada de albayalde; los carros y los camiones que hacían el servicio del puerto, y los vencejos y las gaviotas describiendo círculos sobre tierra y sobre agua (…). Desde allí vi embarcar y desembarcar a los soldados de Melilla y de Cuba. Embarcar lozanos y contentos para la isla, al son de la jacarandosa Marcha de Cádiz, y desembarcar tullidos, demacrados y amarillos.

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A un lado de su casa estaba el populoso barrio de la Pescadería, hoy rebautizado como Soho. Estos callejones eran evitados por Moreno Villa, porque le repugnaban el hedor y las voces que allí se sentían.

Calle Carros en un plano de Málaga de 1892.

Hablemos ahora de su familia. José Moreno Villa nació en el seno de una familia burguesa, religiosa y de ideas conservadoras. Su abuelo se llamaba Miguel Moreno Mazón (1823-1892) y fue alcalde de Málaga entre 1861 y 1864. Era propietario de unas bodegas de vinos y se dedicaba a su exportación. Su empresa ya era centenaria cuando él se hizo cargo de ella, puesto que había sido fundada en 1785. Moreno Villa recuerda la casa de sus abuelos, situada en la calle Andrés Pérez (que más tarde se llamaría precisamente Moreno Mazón por su abuelo) esquina con la plaza de los Mártires. Allí había un teléfono «que como primitivo era más complicado que el de hoy, con un manubrio para llamar». Tenía el número 21. Y es que Miguel Moreno Mazón tenía otra línea en sus almacenes de la calle Cuarteles (cuyo número era el 13), lo que prueba la desahogada situación económica de la familia, en una Málaga en la que el número de abonados apenas superaba el centenar.

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José Moreno Mazón, hermano de su abuelo, fue arzobispo de Granada, patriarca de las Indias, vicario general de los ejércitos y senador. Cuenta Moreno Villa que su tío abuelo era tan obeso que tuvo que dejar de decir misa porque no podía sostenerse de pie, y que en la cama lo tenían que mover con la ayuda de unas bridas.

Anuncio de la empresa familiar en una guía de Málaga de 1899.

Su padre, José Moreno Castañeda (1859-1936), trabajaba en la empresa familiar. Tenía tendencia a la soledad y al apartamento, que luego heredó su hijo José. Su madre, Rosa Villa Corró (1864-1931), se sabía de memoria todas las rimas de Bécquer y algunas humoradas de Campoamor. Del matrimonio nacieron cinco hijos, de los que José (1887), llamado así por su padre y por su tío abuelo, era el mayor. Luego vinieron María Luisa (1888), Rosa (1891), Trinidad (1893) y Miguel (1896). La familia vivía en el número 1 de la calle de los Carros, en una casa de dos plantas. En la segunda residían sus abuelos maternos y en la primera los padres, mientras que en el bajo vivían los cinco hijos. La casa debía de tener una vistas fabulosas, porque Moreno Villa insiste en que desde unas ventanas se divisaba el mar y desde otras la Catedral.

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José Moreno Villa inició sus estudios en el colegio de San Rafael, en la calle Comedias, «antro rumoroso y falto de disciplina». Luego pasó al colegio San Agustín (que no se debe confundir con el de los padres agustinos, fundado más adelante, en 1918). En este colegio, situado en la calle Almacenes, junto a la calle Nueva, José tuvo a «un pobrísimo maestro, con el hambre estampada en el rostro que, para ganar unos reales más, nos encuadernaba los libros». Finalmente, tras aprobar su examen de ingreso para el Bachillerato en el Instituto Provincial el 28 de septiembre de 1897, pasó al colegio que los jesuitas tenían en El Palo. Allí estudió los cuatro primeros cursos de bachillerato y se sintió atraído por el estudio y la religión. La disciplina era superior a la de los otros centros en los que había estado anteriormente. Por repartir unas hojas con caricaturas de los profesores, el joven José fue castigado a no asistir a clase y a comer de rodillas en el pasillo central del comedor. Por eso estudió el último curso de bachillerato por libre. Poco a poco, José Moreno Villa fue reuniendo una pequeña biblioteca en la que ocupaban un lugar privilegiado Espronceda, Zorrilla, el Duque de Rivas, Galdós, Gracián o Bécquer.

A la izquierda, José Moreno Villa a los 18 años. A la derecha, examen de ingreso de Moreno Villa y expediente académico. Archivo del Instituto Nuestra Señora de la Victoria. Archivo del Instituto Nuestra Señora de la Victoria.

La familia de Moreno Villa tenía una finca en Churriana, en la que José pasaba los veranos. El contacto con el campo incrementó en él su tendencia al aislamiento: «Le debo más al campo que a todos los colegios, universidades y libros». José Moreno Villa también se sintió atraído por el mar, a cuya orilla iba frecuentemente a leer y a escuchar esa especie de jadeo o respiración casi humana del mar en el rebalaje. El mar, para Moreno Villa, producía dos tipos diferentes: «El hombre de puerto era bronco, duro, pendenciero, agresivo; el pescador, hombre callado, lento, sufrido, humilde en general». Los primeros iban a beber en las tabernas que había junto a su casa. Estos tenían frecuentes broncas con los marinos extranjeros, que bebían sin tener en cuenta los grados de alcohol de los vinos malagueños. Las hermanas de Moreno Villa se pasaban horas y horas mirando detrás de las persianas aquel trajín de discusiones y disputas, hasta que algunas veces salían a relucir los puñales y huían despavoridas.

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En su adolescencia Moreno Villa también le tomó afición al cante jondo, que escuchaba acompañado de un primo suyo en el Café de Chinitas, en el Café de España y en otras tabernas y ventorrillos.

Pero esta vida se truncó cuando en 1904, cumplidos los 17 años, sus padres le enviaron a Friburgo a estudiar la carrera de Química, pensando en que su hijo se hiciese cargo en un futuro de la empresa familiar. Moreno Villa, que al llegar no sabía nada de alemán, permaneció cuatro años en Friburgo que influyeron hondamente en la formación de su carácter. En esta ciudad teutona es donde se decide por cambiar el rumbo a su vida y dedicarse al universo de las letras y de la creación artística.

Cuando volvió a Málaga tomó contacto con el mundo cultural malagueño y participó en revistas como Gibralfaro. Formó parte de la denominada «peña malagueña», que invitó a Málaga a intelectuales de la talla de Miguel de Unamuno, en 1909. Los malagueños, según Moreno Villa, pensaban al escucharle: «Pero ¿qué es esto? ¿Qué piensa este tío?» En estos años conoció a Alberto Jiménez Fraud, en cuya casa pasaba Moreno Villa más tiempo que en la suya.

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En 1910 José Moreno Villa dejó su ciudad natal de manera definitiva y se fue a vivir a Madrid. Como en este artículo nos hemos querido centrar en sus años malagueños, hablaremos de manera más resumida de su etapa madrileña, de sus vivencias durante la Guerra Civil y del exilio mejicano. En la capital de España Moreno Villa trabajó primero en el Centro de Estudios Históricos, como historiador del arte, especializado en miniaturas mozárabes y visigodas; más tarde, en la editorial Calleja, en un empleo que le facilitó Juan Ramón Jiménez; y, finalmente, desde 1921, tras aprobar unas oposiciones de Archivos, Bibliotecas y Museos, en la biblioteca de la Facultad de Farmacia y en la del Palacio Nacional (nombre que se le dio durante la República al Palacio Real). Sin embargo, en Madrid fue conocido más como pintor que como poeta.

Durante todos estos años vivió en la mítica Residencia de Estudiantes, gracias a la cercanía que tenía con su director, Alberto Jiménez Fraud. Allí conoció y mantuvo amistad con muchos de los miembros que conforman la llamada Edad de Plata de la cultura española: Pío Baroja, Azorín, Juan Ramón Jiménez, Menéndez Pidal, Antonio Machado, Ortega y Gasset, Federico García Lorca, Salvador Dalí, Luis Buñuel, Emilio Prados, Rafael Alberti, Ramón y Cajal, Américo Castro, Valle-Inclán y un largo etcétera: «¡Qué maravilla! Durante veinte años he sentido este ritmo emulatorio y he dicho: así vale la pena vivir. Un centenar de personas de primer orden trabajando con la ilusión máxima, a alta presión. ¿Qué más puede pedir un país?».

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Salvador Dalí, José Moreno Villa, Luis Buñuel, Federico García Lorca y José Antonio Rubio Sacristán.

El poeta antequerano José Antonio Muñoz Rojas, que conoció a Moreno Villa por estos años, nos lo describió de la siguiente manera:

Hombre moreno, de muy buen color, el pelo entrecano, ojos negros y penetrantes, porte mediano, muy andaluz y malagueño en su apariencia. Vestía con cuidado y sencillez, usaba corbata de pajarita, con un aire fino y señorial todo él.

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En 1926 conoció a Florence, una rica americana de religión judía. Fue a Nueva York a pedirle la mano a sus padres, pero estos le rechazaron por la diferencia de edad (Moreno Villa acababa de cumplir 40 años), de religión y de estatus. En Florence se inspiró para escribir 'Jacinta la pelirroja', quizá su mejor libro de poesía, publicado como suplemento de la revista Litoral en 1929.

En 1936 Moreno Villa pisó por última vez la tierra malagueña. Su padre estaba expirando. Antes de fallecer les dijo: «Mucho he visto, hijos, pero ustedes van ver más». Como recuerda el poeta de estos días aciagos, «todos teníamos la sensación de que no era una hora como las demás del reloj, sino la de acabar de una vez». Tras volver a Madrid, tuvo que abandonarla, y con ella su querida Residencia de Estudiantes, el 29 de noviembre de 1936. Ese día salió en camión hacia Valencia, acompañado de otros intelectuales como Antonio Machado. En Tarancón vio cómo la pobre madre del poeta sevillano tuvo que dormir en el suelo. En Valencia Moreno Villa se dedicó a catalogar libros traídos del Monasterio de El Escorial. Lo hizo en los sótanos del Banco de España.

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José Moreno Villa con su mujer, Consuelo Nieto. Archivo Sur

En 1937 llegó a México. Las tres emes de Moreno que marcaron su vida: Málaga, Madrid y México. Allí se casó en 1939 con Consuelo Nieto, con la que tuvo un hijo en 1941, al que llamó José. En México resucitó a la revista Litoral, colaborando con Emilio Prados, Manuel Altolaguirre, Juan Rejano y Francisco Giner de los Ríos. También mandó poemas desde el exilio para que se publicasen en otra revista malagueña: Caracola.

Su hijo José afirmaba que su padre siempre echó de menos sus paseos por la orilla del mar en Málaga. El último libro que estuvo leyendo antes de morir fue el de las Obras Completas de Lorca. José Moreno Villa falleció en Ciudad de Méjico el 25 de abril de 1955, a los 68 años. Su féretro fue cubierto con una bandera republicana. Descanse en paz José Moreno Villa, malagueño universal. Copiamos unos versos suyos, escritos desde el exilio, para que perdure su memoria:

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Yace tu tierra más allá del agua.

Nunca tus ojos volverán a verla.

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