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Demasiadas llamas y poca agua. Esa fue la fatídica combinación que acabó en 1929 con una de las salas de exhibición más populares de Málaga, el cine Moderno, que quedó reducido al esqueleto. Las cuatro paredes de la finca, con su característica fachada a la trinitaria calle Juan de Austria, fue lo poco que quedó en pie de esta auditorio mastodóntico que, por fortuna, no provocó desgracias personales gracias a que la chispa saltó de madrugada cuando el patio de butacas se quedó sin espectadores. No obstante, el incendio mantuvo en vilo a todo el barrio durante aquella noche del 11 de octubre en la que el fuego amenazó con pasarse a los edificios colindantes. La falta de medios para su extinción condenó aquel cine del solo quedaron cenizas, pero de las que paradójicamente resucitó apenas seis meses después. Cual película de milagros.
La causa del siniestro no están claras. La prensa publicó que, como casi todas las tragedias en los cines en la etapa muda, la causa había sido la inflamación de una película que los operarios estaban probando para el día siguiente. No obstante, la propiedad defendió que había sido un cortocircuito durante la noche. Lo que está claro es que el incendio prendió en la zona de la cabina y se propagó rápidamente al techo de madera del cine Moderno. La cubierta no tardaría en derrumbarse sobre el patio de butacas y todo quedó arrasado.
«Todo el parque de bomberos de la ciudad» se volcó en apagar el virulento fuego, según contó el diario 'El Sol', aunque otros rotativos, como 'El Heraldo de Madrid' y 'El Siglo Futuro', contaban que los efectivos se encontraron con problema imposible de solucionar: «La falta de agua» en la zona. «Los esfuerzos de los bomberos fueron inútiles para dominarlo. Sólo lograron localizarlo y evitar así que se propagase a los inmuebles colindantes», relataba el periódico, que confirmaba que el espectacular suceso se saldaba con la muerte del cine, pero sin tener que lamentar vida alguna. Según cuenta la historiadora María Pepa Lara, el viento también contribuyó a que el edificio ardiera con rapidez y que en el saldo de 'víctimas' se quemaran doce películas alquiladas.
Al frente de aquel cine Moderno se encontraba Antonio Zambrana, el fundador de toda una saga de exhibidores malagueños que fueron los reyes del cine de barrio en Málaga ya que impulsaron legendarias salas que están en la memoria de varias generaciones de espectadores, como el Zayla o el Royal. Pero el primero fue este local del barrio de la Trinidad, que se fundó en las primeras décadas del mudo cuando los barracones itinerantes se asentaron en espacios de proyección permanentes en las grandes ciudades. Así, el 'Mode', como se denominaba popularmente, se inauguró el 22 de marzo de 1913 con un amplísimo aforo de 900 butacas.
Uno de los asiduos a aquella sala fue el cronista Julián Sesmero que contaba que las primeras filas eran bancos corridos con las entradas más baratas para la chiquillería -300 asientos-, mientras que el resto eran butacas con su respaldo y todo. Un lujo si tenemos en cuenta que cuando se inauguró esas entradas 'vip' valían el doble que las de general (0,30 y 0,15 pesetas, respectivamente). Todo aquello desapareció con el incendio de 1929, pero el empresario Zambrano, pese a algún problema con el seguro, no esperó ni un minuto para reconstruir aquel cine de barrio.
Y poco más de seis meses más tarde, el Cine Moderno había conseguido disipar el humor y las dudas con su reapertura de puertas el 7 de mayo de 1930 «convertido en un lujoso y cómodo salón», anunció el periódico malagueño 'La Unión Mercantil', que avisaba que la película inaugural, el drama de Hollywood 'La mujer disputada', con Norma Talmadge y Gilbert Roland -tras el que se encontraba el mexicano Luis Alonso-, solo se exhibirá durante dos días sin prórroga. Así que más valía no perdérsela.
La rápida rehabilitación y reinauguración fue el comienzo de la etapa dorada de este cine malagueño que, como recordaba Sesmero, fue «la gloria de la diversión, porque los niños podían entrar a las tres de la tarde de los domingos y festivos y visionar las películas dos veces cada una», lo que siempre era más divertido que quedarse en casa. La sala se mantuvo abierta hasta el 31 de diciembre de 1968, cuando otros cines más modernos le arrebataron el favor del público.
El epílogo a aquel incendio de 1929 que destruyó por completo el cine Moderno se vivió durante la agitada y violenta década de los 30 ya que durante los años de la República el local también fue alquilado por diferentes grupos políticos por su gran aforo para los mítines. Eso provocó que, por parte de unos y de otros, el cine se convirtiera en objetivo de sabotaje con la instalación de «petardos» que requerían de la intervención policial para desectivarlos. «Unos guardias de seguridad lograron quitar la mecha y evitar la explosión», contaba en 1934 el diario 'La Voz', que apostillaba que «con éste son ocho» los artefactos neutralizados. Un clima de enfrentamiento que anunciaba la guerra civil que acabó por incendiar todo el país un par de años más tarde.
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Cristina Cándido y Álex Sánchez
Lucía Palacios | Madrid
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