La Historia de Málaga en 82 microrrelatos

Como conocerá el atento lector, la Librería Proteo sufrió un voraz incendio el pasado mes de mayo debido a una subida de tensión. El edificio histórico, obra del arquitecto Jerónimo Cuervo, con techos de madera, atesoraba en su interior más de cien mil libros. Gracias a la rápida actuación de los bomberos se ha salvado su estructura. Según el informe de la Policía Local, en el momento del siniestro había dos técnicos de la compañía eléctrica trabajando en la zona, a los que los agentes identificaron. Sin embargo, a la compañía eléctrica no les consta esta circunstancia.

Pero volvamos al objeto de nuestra reseña. El libro del que hoy quiero hablarles es una joya para los amantes de los temas malagueños. Está formado por 82 microrrelatos divididos en ocho partes: Antigüedad (9), Conquista (2), Siglo de Oro (7), Siglo de las Luces (4), Siglo XIX (12), Siglo XX (42), Siglo XXI (4) y Futuro (2). Alfonso Vázquez utiliza en esta obra la técnica del microrrelato, píldoras concentradas de consumo rápido para la sociedad de la prisa en la que vivimos. Muchos de los microrrelatos pertenecen al terreno de lo que Unamuno llamó intrahistoria, de la que el inovidable Manuel Alcántara hablaba así: «Se lamentó Ortega y Gasset de que los historiadores se ocupasen exclusicamente de lo extraordinario, de los hechos sorprendentes, y no advirtiesen que todo eso posee solo un valor anecdótico, o a lo sumo parcial, y que la realidad de la Historia es precisamente lo cotidiano».

La realidad de la Historia es precisamente lo cotidiano. En eso es en lo que se centra el autor y así aparecen en nuestro libro nombres inventados pero que perfectamente pudieran existir como Enrique del Perchel, Antonio Segalerva, Adeodato Krauel, Martina Gancedo o Ctesifonte Souviron. O asistimos al preciso instante en el que se suspendieron las obras de la torre de la catedral. Historia, humor y magia.

Pero es que incluso cuando Alfonso Vázquez elige como protagonistas a personajes ilustres de la Historia, lo hace para referirse a insignificantes anécdotas que no han sido recogidas por los historiadores y que revelan de manera certera su personalidad. Algunas de ellas son apócrifas: el emperador Augusto degustando el gárum malacitano; la poética pedrada que recibió Ibn Gabirol; Góngora buscando una taberna; Isabel II en los baños de Álvarez; el niño Picasso corriendo tras las palomas en la Plaza de la Merced...

También hace referencias a algunos alcaldes de Málaga como Francisco García Grana y Pedro Luis Alonso, antepasados del autor. Para mí el más emotivo de los relatos es el dedicado a Juan Temboury.

Alfonso Vázquez nos regala en su libro impagables metáforas como cuando define a un avión como «apenas un tornillo en el aire»; describe los «andares de trono» de Manuel Fraga; y la plaza del Obispo es «una enorme alberca barroca de olas mansas que rompían contra la catedral». Destacaremos también su poético colofón.

El libro conviene leerlo a sorbitos, como bebemos un buen vino, para saborearlo mejor. El importe íntegro es para Proteo, que lleva más de cincuenta años entre libros en la ciudad de Málaga.