Borrar
La historia de la Farola de Málaga: Un edificio singular para un nuevo BIC

La historia de la Farola de Málaga: Un edificio singular para un nuevo BIC

Así se proyectó y construyó el edificio del Puerto, uno de los más característicos de la ciudad y todo un símbolo para malagueños y foráneos

Francisco Cabrera

Jueves, 27 de julio 2023, 00:19

Símbolo para malagueños y foráneos, la Farola de Málaga luce desde esta semana la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC). El Consejo de Ministros aprobó el real decreto por el que se otorga esta catalogación al faro marítimo del puerto de Málaga, que ya puede oficialmente considerarse como monumento. «La Farola es uno de los símbolos más significativos de la ciudad, dando su nombre al paseo en el que se ubica» y «desempeña funciones de señalización esenciales para la seguridad marítima», destacaron desde el Consejo de Ministros.

El 30 de mayo de 1817, día de San Fernando, el Puerto de Málaga vivió un acontecimiento muy especial: la inauguración de un Faro de cantería en la cabeza del muelle de levante, junto a la batería de San Nicolás. Una obra largamente deseada, numerosas veces proyectada y, al fin, felizmente terminada. Y se construyó gracias a la profesionalidad y empeño de un hombre: el capitán de navío e ingeniero de la Armada Joaquín María Pery y Guzmán. Esta es su historia.

Uno de los mayores problemas que durante siglos presentaron las infraestructuras portuarias españolas fue la ausencia de un fanal que orientase a las naves que pretendían tomar los muelles durante las horas de la noche.

En algunos puertos, como sucedía en los bajíos gaditanos, las autoridades utilizaban de los denominados barcos-faro. Si bien, en la mayoría de los casos, la construcción de un edificio de cantería que soportase un fanal con lámparas de aceite en lo alto era la habitual aspiración de las autoridades portuarias.

La estructura de estos edificios dependía de la época en la que se proyectaron y de las posibilidades económicas del momento, aunque en general lo habitual era una torre que sostenía en su cumbre un fanal con las lámparas de aceite.

Puerto de Málaga por Haghe (1838).

En el reinado de Carlos III se acometieron en diversas dársenas españolas la tarea de edificar estos faros, tan necesarios, que aportaban una extraordinaria seguridad al tráfico marítimo.

Respecto a los muelles malagueños, aquí se emplearon no pocos sistemas de iluminación, al principio tan tradicionales como de escasa efectividad. En el siglo XVI, los frailes franciscanos encendían durante la noche una modesta luz en un oratorio que tenían en la Puerta del Mar para orientar a las naves que de noche pretendían acceder a los muelles, aunque nos imaginamos que poco alcance podía tener la luz de la capilla.

Ya en el siglo XVIII, tras la guerra de Sucesión, Felipe V decidió reforzar las estructuras portuarias de España, enviando a no pocos ingenieros militares que a uno y otro lado del Atlántico estudiaron sus puertos y proyectaron las reformas que precisaban, sus ampliaciones y defensas.

En el caso de Málaga, a nuestra ciudad llegó Bartolomé Thurus en 1716, con orden de preparar un expediente destinado a mejorar las instalaciones portuarias y fortificar la plaza. Fue Thurus el primero que entendió la importancia de que la dársena contara con un faro y el primero que lo proyectó en 1717.

Desde entonces, fueron numerosas las propuestas que se hicieron a lo largo del siglo XVIII, sin que encontrasen el suficiente respaldo económico para poder acometerlas. Además, la denominada «linterna» en el lenguaje de aquellos años, debería edificarse en la cabeza del muelle de levante. Por lo tanto, mientras que este «morro» no estuviese terminado y suficientemente consolidado con «la piedra de zarpa» era imposible acometer cualquiera de los proyectos que, como decimos, se enviaron a la villa y corte y sin resultado uno tras otro a lo largo de aquel siglo.

Fanal provisional para el Puerto de Málaga (1724). Archivo General Militar de Madrid

A lo sumo, una artesanal grúa de madera que sostenía un farol con lámparas de aceite fue la modesta solución que las autoridades portuarias podían ofrecer a la seguridad de la navegación nocturna. Naturalmente, era este un artilugio provisional de escaso alcance que se iba adelantando en el dique de levante en la medida en la que avanzaba la construcción de su muelle. Al atardecer se encendía al toque de oración apagándose cuando amanecía, lo cual no siempre se cumplía con la diligencia estipulada por quienes se habían alzado con el asiento de su mantenimiento, y que apagándolo en las horas centrales de la noche ahorraban de esta forma el costo del aceite.

Pocos intentos más hubo de construir una «linterna» bajo los reinados de Felipe V y Fernando VI. No obstante, a lo largo del reinado de Carlos III y como ya comentamos anteriormente, los puertos españoles experimentaron importantes reformas y en ellas los proyectos para la construcción de faros aparecen con frecuencia.

En Málaga, dos de los más significativos fueron los de los ingenieros José Gandón firmado en 1769 y poco después el de Juan Martín Zermeño, ambos de diseños muy parecidos.

Planta y alzada del fanal propuesto por J. Martín Zermeño (1772). Centro Geográfico del Ejército

El mariscal de campo e ingeniero Martín Zermeño proyectó una torre en tres cuerpos de planta circular y dos pisos por planta en un barroquismo tardío muy del gusto de la época. Se coronaba con una linterna que contenía el fanal con las lámparas de aceite y un «cupulín» con veleta. Tampoco llegó a realizarse.

Fue preciso esperar hasta la llegada a nuestra ciudad del ingeniero naval Joaquín María Pery y Guzmán a comienzos de 1800. Vino comisionado por las autoridades de Marina para el estudio de las torrenteras de Málaga, en un intento de disminuir la frecuencia e intensidad de las periódicas inundaciones que aquí se producían.

La época histórica que a Pery le tocó vivir fue extraordinariamente difícil. Al complicado reinado de Carlos IV le sucedió un sinfín de acontecimientos que desembocaron en la invasión de los ejércitos franceses y la guerra de la Independencia. A su término, y a pesar de las extraordinarias dificultades económicas que Málaga atravesaba, Pery se propuso construir un faro de cantería.

Solicitó para ello en diciembre de 1813 el apoyo económico no solo de la Real Junta de Obras del Muelle y Fortificaciones de la que era ingeniero, sino de los dos cabildos malagueños y del Consulado Marítimo que ayudaron cuanto pudieron.

Su proyecto, consistente en una torre troncocónica que sostenía un fanal de aceite en la parte superior, alcanzaba una altura total de casi 33 metros, y ya aparece reflejado en los planos de 1815. Las obras se presupuestaron en 387.301 reales de vellón, lo que en moneda actual podría suponer en torno a los 3.327.500 €. Contó además con una brigada de presidiarios, «de los de condenas más limpias» - es decir, sin delitos de sangre- respecto a los cuales logró de las autoridades una disminución de sus penas: hecho este de la redención por el trabajo absolutamente insólito en aquella época.

Lápida en el interior de la Farola que recuerda su inauguración.

Como decimos, la obra se terminó en el mes de mayo de 1817, inaugurándose el día de San Fernando en honor de Fernando VII, según figura en una lápida de su interior. Fue construida con artífices y materiales españoles. Seguidamente, las autoridades de Marina establecieron un «derecho de linterna» que al igual que en otros puertos españoles habían de pagar todos los buques que atracasen en estos muelles. La cuantía estaba en relación con su bandera (los nacionales pagaban menos) y su tonelaje. En el pasado año 2017 se cumplieron los doscientos años de esta efeméride y con tal motivo la Autoridad Portuaria preparó una exposición cartográfica que recogía los momentos más importantes de la historia de Málaga y su Puerto.

Joaquín María Pery y Guzmán falleció en Málaga el 26 de octubre de 1835. Con él desaparecía un testigo clave de la Historia de España del primer tercio del siglo XIX. Un personaje singular que hizo de su trabajo por esta ciudad un objetivo primordial de su vida profesional.

Plano del Puerto de Málaga con la linterna proyectada. Joaquín María Pery y Guzmán (1815). Archivo del Museo Naval.

Mientras, la Farola experimentó diversas ampliaciones con el paso de los años: la primera en 1853, cuando el ingeniero Ángel Mayo dirigió un proyecto de vivienda para su base; a partir de 1909 se construyó un primer piso sobre la vivienda anterior. Durante la Guerra Civil apagó sus luces y sufrió algunos deterioros, restaurándose a su término.

Hoy en día, el nuevo puerto abierto a la ciudad sigue constituyendo la infraestructura más importante con la que contamos los malagueños. Y sus enormes potencialidades geoestratégicas, económicas y culturales constituyen un elemento de primordial dinamismo en el desarrollo de todo el «hinterland» malacitano. Y también, hoy en día, la Farola continúa representando todo un símbolo para los ciudadanos autóctonos o foráneos.

La Farola, en la actualidad

Un símbolo hasta el extremo que no pocos representantes de nuestras instituciones junto a otros colectivos han solicitado para nuestro faro centenario la declaración de BIC. Hace apenas unas semanas, el grupo Ciudadanos registró una Proposición No de Ley instando al Parlamento de Andalucía a iniciar el expediente, pretendiendo de esta forma que se garantice «la protección, conservación y salvaguarda de este faro», así como «promover su difusión para el enriquecimiento cultural como emblema de Málaga». En el próximo mes de febrero está previsto que la propuesta sea debatida en el Comisión de Cultura del citado Parlamento.

Si finalmente y como esperamos prospera la proposición será una sugerencia que formulamos ya hace más de veinte años a nuestro recordado amigo Francisco Merino Ruiz de Gordejuela, entonces presidente de la Autoridad Portuaria de Málaga: la transformación de nuestra malagueña Farola en un espacio cultural donde pueda visualizarse una parte tan importante del pasado de esta ciudad y de sus muelles.

Me consta que ese deseo permanece desde entonces «navegando» por las aguas portuarias y esperamos que mejor pronto que tarde pueda culminarse la rehabilitación total de nuestro faro, dejándolo en situación de recibir una parte al menos de la Historia del Puerto de Málaga. Con ello, al fin, la Farola de Málaga dejará de ser un proyecto inacabado.

Un proyecto que refleje una historia milenaria que comenzó hace 3000 años, cuando las inquietas naves fenicias llegadas de las teocracias orientales llegaban a estas aguas a la búsqueda de nuevos mercados y haciendo de Málaga la ciudad universal que fue, que ha sido a lo largo de los tiempos y que aún hoy sigue siendo después de tantos siglos.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariosur La historia de la Farola de Málaga: Un edificio singular para un nuevo BIC