El norteamericano George Segal y la británica Glenda Jackson, en una escena de 'Un toque de distinción' rodada en Marbella.

Glenda Jackson, una infidelidad en Marbella y el Oscar del que renegó

La actriz rodó en 1973 en el hotel Guadalmina una comedia de sabor clásico sobre una aventura amorosa que le valió el premio de la Academia de Hollywood. Aunque ella lo rechazó: «No hice nada para ganarlo»

Jueves, 15 de junio 2023, 20:09

Los rodajes han tomado las calles con las series. Málaga vive un auténtico 'boom' de filmaciones, aunque esa sobredosis de cámaras y actores no es nueva. Entre la segunda década de los 60 y comienzos de los 70, la provincia también se convirtió en escenario ... de moda para grandes producciones internacionales, aunque entonces las películas eran las que marcaban los gustos de los espectadores. La condición de la Costa del Sol como destino turístico emergente fue precisamente el argumento de fondo de muchos de aquellos filmes, lo que provocó una competencia entre los hoteles del litoral. No solo pugnaban por acoger en sus habitaciones a estrellas con glamour, sino también por servir de escenario a las tramas. El hotel Guadalmina también entró esa puja cinéfila y albergó en 1972 el rodaje de 'Un toque de distinción' ('A Touch of Class'), que llevó a sus instalaciones a la pareja infiel formada por George Segal y Glenda Jackson. Ella ganó el Oscar, aunque renegó de él.

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La actriz británica llegó a Málaga tras recibir su primer premio de la Academia de Hollywood por 'Mujeres enamoradas' ('Women in love', 1969). Su compañero de reparto en aquel filme, Oliver Reed, la había retratado a la perfección cuando dijo que «actuar con Jackson fue como ser atropellado por un camión». Y el actor norteamericano George Segal lo vivió de primera mano cuando, bajo el sol marbellí, se batió con ella en el duelo interpretativo y amoroso de 'Un toque de distinción'. La artista daba vida a una diseñadora de modas y madre divorciada, Vickie Allessio, que conoce a un ejecutivo norteamericano en Londres. Una relación con tensión sexual no resuelta que tratan de solucionar con un viaje a Marbella, desternillante por momentos y que no sale como se planeó.

Buena parte del resultado del filme fue precisamente gracias a Glenda Jackson, que era capaz de mostrarse a la vez enérgica y frágil, poderosa y vulnerable, seductora y repelente, chispeante y ruda. Pese a esa capacidad para pasar de un extremo a otro sin despeinarse, la actriz confesó que estaba «absolutamente en contra» del Oscar por 'Un toque de distinción. «No hice nada para ganarlo. Absolutamente nada. Alguien me dijo una vez: 'Ganar un Oscar es como recibir una medalla de oro en los Juegos Olímpicos'. Le dije: 'No, porque si ganas la medalla de oro, sabes que todos corrieron la misma distancia. Pero así no son estos premios», sostuvo la actriz en 2015, tras abandonar su aventura política que comenzó en 1992 al entrar en el Parlamento británico por el Partido Laborista. Un tiempo en el que, como se puede comprobar, la afilada actriz no cambió su habitual sinceridad, rayando con lo políticamente incorrecto. De hecho, tampoco se pasó por Hollywood a recoger el Oscar.

La opinión que tiene la actriz de su papel en la comedia agridulce 'Un toque de distinción' es paradójico, ya que la química entre los protagonistas no solo sostenía la trama, sino que Jackson tiene las intervenciones más divertidas y ácidas de la película. De hecho, el desembarco en Málaga y todas las vacaciones están salpicadas de grandes momentos, como el seiscientos con el embrague suelto que tienen que alquilar en el aeropuerto porque no quedan más coches o la divertidísima llegada al hotel con sucesivos cambios de habitación hasta que dan con el dormitorio que venían soñando. Con subidas y bajadas por las escaleras del Guadalmina de un equipaje digno del baúl de la Piquer. Insuperable.

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El humor sigue funcionando

El responsable de que estas escenas se rodasen en Málaga fue el guionista y director norteamericano Melvin Frank ('Habitación para dos' y 'El prisionero de la Segunda Avenida'), que conocía la Costa del Sol y la convirtió en el escenario propicio de esta divertida aventura. De su firma salieron además los chispeantes diálogos del filme -de esos que ya no se escriben-, que también llevó a los personajes a tomar un refresco a Mijas, a cenar a Fuengirola, a los toros en La Malagueta, a la playa en Marbella o a jugar al golf en Guadalmina, mientras que tratan de esconderse de la mirada de Paul Sorvino, que da vida a un inesperado y molesto amigo de George Segal que obliga a los protagonistas a jugar al ratón y al gato.

Aunque el hotel ha cambiado, la habitación en la que Glenda Jackson y George Segal rodaron sus escenas todavía se conserva en el Guadalmina

«La idea de esta película se me ocurrió durante un viaje de Londres a España. En el aeropuerto británico me fijé en una pareja que luego volví a ver al desembarcar. Comprendí que algo extraño había en ellos, algo secreto. Y después les volví a ver en una actitud de enfado. Ahí germinó la historia, cuya idea central es que esta aventura puede sucederle a cualquiera, mostrándolo con comprensión y sin que falte algo de humor», relató en el rodaje el propio Melvin Frank, que pese a utilizar algunos tópicos habituales de las cintas ambientadas en la Costa del Sol, evitó la caricatura y aportó un tono de comedia clásica al alcance de muy pocos. De hecho, 46 años después de su estreno, la cinta ha envejecido noblemente y su trama, amén de sus diálogos, siguen funcionando.

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En el mes de rodaje -entre mayo y junio de 1972- que permanecieron en la provincia, el director contó con la colaboraron de los toreros malagueños Miguel Soler 'Gasolina' y Curro Rey, que protagonizan las escenas de la plaza de toros, mientras los protagonistas se tapan los ojos alternativamente. Además, algunos miembros de la plantilla del hotel Guadalmina también aparecieron en la película sirviendo a los protagonistas. En cuanto a los escenarios, algunas de las dependencias retratadas en la pantalla ya no existen, como la antigua recepción. Por contra, la escalera exterior que tan disparatada presencia tiene en pantalla todavía es perfectamente reconocible pese al cambio de color, mientras que el propio hotel confirma que también se conserva la habitación de la esquina de la primera planta, con terraza directa al mar, que ocupan en el filme Segal y Jackson. Está remodelada, pero los más fetichistas pueden reservarla para pasar unos días con un toque de distinción.

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