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Víctor heredia
Domingo, 30 de agosto 2020, 01:00
Falta poco para que se retiren los andamios que rodean la Fuente de las Tres Gracias y podamos admirar la recuperada belleza de esta valiosa ... pieza del mobiliario urbano malagueño. Bueno, por lo menos verla de lejos, ya que su ubicación en el centro de una amplia glorieta con un intenso tráfico nos priva de disfrutar de sus cuidados detalles. La restauración de la fuente coincide con el hallazgo de nuevos datos que nos aclaran algunos aspectos de su origen y, sobre todo, identifican correctamente al autor de los modelos que se reproducen en su estructura.
La puesta en servicio de una nueva traída de aguas desde los manantiales de Torremolinos en 1876 abrió la posibilidad de colocar una gran fuente monumental en la Plaza de la Constitución, que desde la retirada de la Fuente de Génova a principios del siglo XIX estaba huérfana de referencias ornamentales. La propuesta se formuló en 1877 y al año siguiente el ingeniero José María de Sancha presentó al Ayuntamiento un modelo de hierro de un fabricante francés cuyo coste se elevaba a 20.000 francos, sin incluir los gastos de transporte y aduana. Sancha preparó el proyecto de remodelación de la plaza, en cuyo centro iría la fuente.
Una vez resueltos los problemas presupuestarios y la importación de las piezas metálicas gracias a las gestiones del alcalde José Alarcón Luján, la nueva fuente ornamental fue inaugurada el 26 de mayo de 1880. Es decir, lleva ya 140 años en la ciudad.
Inicialmente no tuvo un nombre propio. Fue conocida como la Fuente de la Plaza y después como la Fuente del Parque. Hasta bien avanzado el siglo XX no se consolidó el apelativo de las Tres Gracias, por las tres esculturas femeninas que la distinguen. Pero estas figuras no representan a las Gracias o Cárites, divinidades mitológicas de la belleza, la fertilidad y la creatividad, sino a tres ríos de Francia.
Para entender esta simbología tenemos que acudir a la fuente original, al modelo que luego el fabricante comercializó por catálogo y que acabó siendo adquirido por el municipio malagueño. Por iniciativa de un benefactor local, Henri Lainville, en 1864 se instaló una fuente monumental en la plaza de Saint-Jean de Melun, una pequeña ciudad del departamento de Seine-et-Marne. Fue realizada en la fundición de Durenne a partir de esculturas modeladas por el artista Klagmann.
La fuente se compone de una base triangular en la que se alternan niños montados sobre cisnes con cabezas femeninas. En un nivel intermedio, sobre una taza cuyo perfil está decorado con cabezas de león, se disponen tres estatuas alegóricas de los ríos que atraviesan el mencionado departamento, cada una con sus atributos respectivos: el Sena con una cornucopia; el Marne con una hoz y espigas; y el Yonne (afluente del Sena) con un remo. El conjunto queda rematado por un vaso con pequeñas cabezas y serpientes.
El éxito de la Fuente de los Tres Ríos hizo que los moldes de sus piezas fueran reutilizados en otros modelos, ya con carácter seriado e incorporados al catálogo de la firma Antoine Durenne de Sommevoire. Gracias a las nuevas técnicas de modelado y fundición se podían elaborar de manera industrial esculturas de hierro de gran calidad y a menor precio. Así surgió la fundición artística, que permitió que las ciudades de Europa y América se llenaran de un variado y decorativo mobiliario urbano fabricado en serie, que aunaba funcionalidad con belleza ornamental: farolas, fuentes de diversos tamaños, kioscos, etc.
Durenne vendió fuentes a ciudades como Graz, Barcelona, Burdeos, París, Washington o Buenos Aires, entre otras muchas. En el Archivo Municipal se conserva una lámina de su catálogo con el modelo de pilón ('vasque') J, es decir, el que finalmente adquirió el Ayuntamiento de Málaga. La fuente permaneció en la Plaza de la Constitución hasta 1901, cuando fue trasladada al comienzo del Parque, junto a la Cortina del Muelle. En 1914 se instaló en el lugar en el que hoy se mantiene, en una gran glorieta al final del Parque y frente al Hospital Noble, donde pronto lucirá de nuevo en todo su esplendor.
Termina con éste la serie de artículos que este verano hemos preparado mi compañero Fernando Alonso y yo. Esperamos que, gracias a esta tribuna que nos ha ofrecido SUR, hayan podido disfrutar de nuestras pequeñas historias de Málaga.
Jean-Baptiste-Jules Klagmann (1810-1867) se formó en la Escuela de Bellas Artes de París, su ciudad natal. Su actividad artística se desarrolló entre la escultura y las artes decorativas. Durante el Segundo Imperio trabajó en el Nuevo Louvre, el Palacio Real y la Comedia Francesa. Fue uno de los impulsores de la Unión Central de las Bellas Artes Aplicadas a la Industria, una asociación creada en 1864 que pretendía aunar los intereses de artistas y fabricantes para promover una industria francesa del arte decorativo frente a la pujante competencia inglesa.
Sus obras más conocidas son una estatua de Santa Clotilde para los Jardines de Luxemburgo, la fuente monumental de la plaza Louvois de París, con cuatro figuras femeninas que representan otros tantos ríos franceses: el Garona, el Loira, el Sena y el Saona; y la Fuente Ross de Edimburgo. Pero la obra que enlaza su nombre con Málaga fue realizada inicialmente para un lugar muy concreto: la plaza Saint-Jean de Melun, una pequeña ciudad de 40.000 habitantes situada a unos cuarenta kilómetros al sudeste de París.
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