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Francisco Cabrera, memoria viva de las fortificaciones de Málaga

Francisco Cabrera, memoria viva de las fortificaciones de Málaga

Su libro 'Málaga, la ciudad apetecida. La defensa de su mar y de sus costas (1700-1810)', IV Premio de Investigación Histórica Julián Sesmero, ve la luz en una cuidada publicación realizada por el Ayuntamiento de Alhaurín de la Torre

Luis Moret

Málaga

Domingo, 22 de noviembre 2020

En Málaga hubo un tiempo en el que no se miraba al mar como ahora. Era sinónimo de peligro; por allí llegaban violentos invasores en forma de flotas enemigas o piratas que aterrorizaban a la población desde sus buques antes de poder desembarcar y arrasar la ciudad. No había defensas suficientes en la costa para una ciudad considerada importante, entre otras razones, por su localización como puerto estratégico. Francisco Cabrera Pablos, Doctor en Historia por la Universidad de Málaga y profesor de instituto, conoce como nadie esa necesidad de fortificación de Málaga y otros puntos de la provincia y ha visto cómo su trabajo 'Málaga, La ciudad apetecida. La defensa de su mar y sus costas, 1700-1810', IV Premio de Investigación Histórica Julián Sesmero otorgado por el Ayuntamiento de Alhaurín de la Torre, ha visto la luz hace unos días en forma de libro de cuidada edición a lo largo de más 300 páginas. La espera ha sido más larga de lo previsto, tras otorgarse el pasado año, pero la actual crisis motivada por el coronavirus hizo que se aplazara su presentación aunque estuviera lista la publicación del mismo. Y junto a la satisfacción de ser galardonado por su trabajo, Francisco Cabrera reconoce el plus que supone poder dedicárselo al que fuera compañero en las academias de Ciencias y Bellas Artes, Julián Sesmero, que trabajó durante muchos años en Diario SUR, y que cedió su archivo y legado al Ayuntamiento de Alhaurín de la Torre, que creó este premio con su nombre.

El trabajo premiado y ahora publicado no sólo recoge de forma detallada las distintas fortificaciones que se fueron construyendo en Málaga a lo largo de la costa y en el resto de la provincia en ese periodo, sino que sumerge al lector en una época y en una Málaga no siempre conocida. Leer cómo los cañonazos impactaban en la Catedral o la desesperada petición de las monjas de clausura al obispo para salir huyendo de la capital, permiten acercarse aún más esa historia de Málaga cuando se comprueba en alguno de los numerosos mapas que acompañan la publicación -152 imágenes hay en el libro- cómo el mar casi llegaba a la catedral o hasta la actual Alameda. Precisamente allí, hace poco se ha habilitado un espacio monumental para dar cuenta de que en ese punto (en la parte noroeste de la ahora zona peatonal) se encontraba el Castillo de San Lorenzo, inaugurado en 1702 justo en la misma orilla del mar siendo una de las más grandes fortificaciones con las que se contaba en la época.

«La construcción de ese Castillo se pidió al Rey Carlos II por parte del gobernador de Málaga al poco tiempo de que una flota francesa sembrara el terror en la ciudad allá en 1693. Y ocho años después fue una realidad», explica Francisco Cabrera que desgrana lo que supone un trabajo de grandes dimensiones que abarca un siglo y cuyo resultado en forma de libro es un resumen de la ardua investigación llevada a cabo. «Lo que aporta este libro es que recoge en una sola publicación todas las fortificaciones que había en el periodo estudiado en Málaga. Tuve que acotarlo porque hubiera sido inabarcable. Por eso me centré en el cambio de dinastía de los Austrias a los Borbones, hasta la entrada de los franceses en 1810.», asegura.

Castillo de San Lorenzo

«Tras la citada petición de construcción de defensas, Carlos II mandó al arquitecto italiano, Hércules Torelli, que planteó un proyecto de fortificación de toda la ciudad que no se llegó a hacer. Sí se construyó el citado Castillo de San Lorenzo. En el libro se hace un análisis de las fortificaciones que había en el siglo XVII que eran muy pocas y en muy mal estado y después de las fortificaciones que se hacen con motivo del avance de las obras del puerto. Y es que en este tiempo, cada vez que se hacía una obra portuaria, se proyectaba también la fortificación correspondiente. Luego desaparecieron todas a lo largo del siglo XIX porque ya no tenían sentido«, añade Cabrera.

¿Y de cuántas estamos hablando? Pues nada más que en Málaga capital se detallan el Fuerte de San Pedro o de la Caleta baja, el de Santa Cruz, El fuerte alto de la Caleta o Castillo de Santa Catalina, el Fuerte de San Andrés, el Fuerte de San Simón, la Torre Gorda, el Torreón del Obispo, El Hornabeque del Príncipe, El Fuerte de San Felipe, El castillo del Rey o batería de San Nicolás, El Fuerte de San Luis, El Fuerte de la Reina o Santa Isabel, La Batería del Espigón o Fuerte de San Rafael y el citado Castillo de San Lorenzo. Este número refleja cómo se iría protegiendo la ciudad con distntos elementos en puntos como donde estaba el de San Lorenzo -ahora en la Alameda- el de San Felipe -en lo que era la Comandancia de Marina o bien la batería de San Nicolás, lo que actualmente es el Club Mediterráneo.

Ilustración contenida en el libro en el que se ven fortificaciones de la fachada sur de Malaga. De izquieda a derecha, Fuerte de la Reina, Torreón del Obistpo, Torre Gorda y el Castillo de San Lorenzo. (1730) Imagen del Archivo Cartográfico del Centro Geográfico del Ejército. (Ministerio de defensa).

El castillo de Fuengirola, Marbella, Estepona, Bezmiliana, Vélez y muchos otros tienen su espacio en este compedio resumido que, en caso de haberse publicado completo, podría haber alcanzado las 700 páginas.

Una charla con Francisco Cabrera va más allá que una clase de historia y relata con pasión una época y una ciudad que conoce por su faceta de Doctor en Historia y la veintena de libros ya publicados. «Cuando llegaba una flota a la bahía, la gente se acojonaba... Además no hay que olvidar que en 1704, los ingleses toman Gibraltar, por lo que teníamos una base enemiga relativamente cerca«.

Durante el periodo que abarca el libro hay episodios históricos paralelos a la construcción de las distintas fortificaciones como la llegada de una flota anglo-holandesa desde Gibraltar que no llegó a Málaga merced a barcos franceses (entonces aliados de España) o la Batalla de la Bahía de Málaga. Esta etapa convulsa algunos años daban sentido a la nuevas defensa de Málaga y de la Costa. «Cuando Carlos III está en el poder, se marca entre sus objetivos recuperar Gibraltar y Menorca, lo que le llevaría a enfrentarse con Inglaterra. Por eso, a partir de 1764 promulga un reglamento para fortificar toda la costa del Reino de Granada», explica Cabrera. Pero las necesidades de defensa militar se fueron reduciendo posteriormente con el paso de los años por la política de alianzas de España. Ello, sumado a la urbanización de la ciudad, hacía que en algunas plazas los cañones no llegaran al mar como anteriormente, por lo que hicieron ir perdiendo su valor estratégico a los fuertes. Entonces tuvieron otros usos como el de almacenes o simples acuartelamientos. Unos fortines que pertenecieron al puerto, que entonces se encargaba de fortificar zonas a medida que realizaba obras. «Desde un punto de vista histórico el puerto siempre ha estado al servicio de la ciudad. Cuando el puerto no ha necesitado un espacio para su propio funcionamiento, lo ha cedido a la ciudad, así pasó con la Alameda y con el parque. Es verdad que siempre se ha hablado de cerrazón, pero durante años ha existido un aislamiento lógico motivado por la reja ya que tenía carácter de aduana y necesitaba un sistema de control».

De todos estos vestigios, 'Málaga. La ciudad apetecida. La defensa de su mar y de sus costas (1700-1810)' da cuenta el trabajo de Francisco Cabrera. Un compendio de un siglo que vio 'nacer' y 'morir' al Castillo de San Lorenzo (inaugurado en 1702 y destruido en 1802), pero que ahora renace como parte de un volumen y desde hace unos meses como parte de nuestros monumentos en el nuevo sitio que lo ubica en la nueva Alameda. El volumen es una realidad tangible y cerrada. Francisco Cabrera, su autor, una memoria viva, de todo ello y mucho más.

Momento de la presentación del volumen galardonado con el Premio Julíán Sesmero de Investigación Histórica que otorga el Ayuntamiento de Alhaurín de la Torre.

Plano esquemático del Puerto de Málaga y sus fortificaciones. (Francisco de la Torre, 1786).

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