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Pasaje de Meléndez
La Fábrica de Medias de Seda de la calle Ollerías
A la sombra de la historia

La Fábrica de Medias de Seda de la calle Ollerías

VÍCTOR HEREDIA

Miércoles, 9 de agosto 2023, 00:39

Málaga contaba con una larga tradición de industria de la seda, que había sido una de las más florecientes de la ciudad musulmana. Los Reyes Católicos y los monarcas que les sucedieron dictaron medidas destinadas a fomentar la producción sedera. El interés real por este «noble arte» se justificaba en los cuantiosos ingresos que proporcionaba a la hacienda estatal. La actividad fue entrando en decadencia, aunque todavía a mediados del siglo XVIII el Catastro de Ensenada recogía la existencia de nueve telares que fabricaban medias de seda. Algunas décadas después el arte de la seda malagueño estaba al borde de la desaparición. El Consulado, creado por Carlos III en 1785, intentó frenar la ruina del gremio, pero la pérdida de los mercados americanos y la fuerte competencia de tejidos extranjeros acabaron por dar la puntilla al sector en la primera mitad del siglo XIX.

El plano de Málaga realizado en 1791 por Carrión de Mula nos señala un hito relacionado con esta industria. En la calle Ollerías, enfrente de la calle Los Cristos, hay un punto marcado con el número 83. En la leyenda del plano se explica que corresponde con la «Real Fábrica de Medias de Seda». Gracias a las investigaciones del historiador y archivero Francisco Bejarano conocemos algunos datos más de esta factoría que gozó, como veremos, de una misteriosa protección regia.

Uno de los consiliarios del Consulado, Manuel de la Cerda, mostró un gran interés en la recuperación de la producción sedera. Para ello contó con el apoyo de José de Gálvez, promotor y valedor del Consulado y de todos los temas malagueños desde la corte de Madrid. El propio Bejarano apunta que La Cerda «había de figurar desde entonces en cuantos asuntos se trataran relacionados con la seda, siendo sospechosa a veces su gestión, pues en ocasiones pareció orientarla en provecho propio, lo que se explica porque a su calidad de miembro del Consulado unió más tarde la de fabricante de sederías».

Portada pasaje de Meléndez.

En efecto, se constituyó una sociedad para la fabricación de medias de seda en la que figuraban como principales socios el propio La Cerda y un genovés apellidado Borsó. El proyecto logró el apoyo económico del Consulado y la aprobación de la Corona a través de Gálvez, confirmada por una real orden de 27 de octubre de 1786. Desde un principio la producción se destinó al mercado colonial y pronto se planteó la necesidad de identificar las medias elaboradas en Málaga mediante un sello para evitar las falsificaciones que estaban llegando a América afirmando ser de procedencia malagueña.

Casi al mismo tiempo se establecieron en la ciudad otras dos fábricas promovidas por genoveses. Uno se llamaba Esteban Pinacho y el otro era el citado Juan Borsó. Ambos contaron igualmente con la decidida protección del Consulado y, por supuesto, del consiliario La Cerda. Bejarano indica que los tres constituyeron una empresa «que tuvo la más decidida protección por parte del gobierno, refundiéndose probablemente las tres fábricas en un solo establecimiento». Así fue, ya que en 1790 el Consulado, que tenía a su cargo la gestión del Acueducto de Molina Lario, autorizó a la sociedad Borsó, Peñasco, La Cerda y Compañía a construir una fuente en la calle Parras para uso del vecindario, con la facultad de emplear el derrame en su taller de tintorería. La fuente quedaba a la espalda de la calle Ollerías, donde debía estar situada la fábrica.

El pasaje de Meléndez

El emplazamiento que el plano de Carrión de Mula ofrece de la Fábrica de Medias de Seda está ocupado en la actualidad por el pasaje de Meléndez, que se abre entre los números 30 y 32 de la calle Ollerías. Este pasaje sin salida se construyó poco antes de 1863, cuando aparece por primera vez en un plano. Se ha pensado que su nombre está relacionado con la saga de los Meléndez, familia de canteros que habitaron en la cercana calle Parras en el siglo XVII, pero parece más lógico que proceda de Bernardo Meléndez Márquez, propietario de un almacén de vinos comunes y de una fábrica de aguardiente en esta parte de la calle Ollerías, que además fue alcalde de la ciudad durante diez días en 1871. Es muy probable que fuera el promotor del pasaje, que posee un enchinado artístico de la época del alcalde García Grana. Tiene una sencilla portada de acceso formada por dos pilastras sobre basamentos de piedra y un simple dintel, que fue restaurada en el año 2014.

Gracias a la protección gubernamental Borsó obtuvo importantes cantidades de dinero a cuenta de las futuras ventas. En un principio parecía que la industria marchaba bien, y cada año se embarcaban para Veracruz más de cien docenas de pares de medias. A pesar de que el plano de 1791 le da el título de Real Fábrica no está claro si realmente llegó a tenerlo, ya que el año anterior la Junta General de Comercio y Moneda había negado la concesión de la mención regia.

Carrión de Mula número 83.

Pero el negocio no funcionó como se esperaba. La sociedad pedía regularmente el pago de las mercancías exportadas como adelanto de su venta, pero luego no liquidaba las cuentas y tampoco justificaba la existencia y el destino de los tejidos. El Consulado informó al gobierno en repetidas ocasiones de la situación de la factoría y de las abultadas deudas que acumulaba. Sin embargo, desde la corte llegaron órdenes de que no se reclamara a Borsó su débito hasta pasados diez años. En 1805 ya había fallecido, sin haber devuelto ninguna cantidad. Para entonces, la fábrica había dejado de producir. En su solar se edificó tiempo después el pasaje de Meléndez, callejón al que se accede a través de una portada que, quién sabe, puede ser recuerdo de aquella factoría sedera de efímera existencia.

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