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MARÍA TERESA LEZCANO
Domingo, 29 de noviembre 2020, 00:13
Louisa M. Alcott (29-11-1832 / 6-3-1888)
Germantown, Pensilvania, veintinueve de noviembre de 1832. Nace, hija de un filósofo trascendentalista vinculado al abolicionismo y al sufragio femenino, Louisa May Alcott, que treinta y seis años más tarde sería literariamente reconocida por su novela 'Mujercitas'. Educada junto a sus tres hermanas en un intelectualmente cultivado hogar de Nueva Inglaterra por el que lo mismo se pasaba a tomar el té con pastas naturalistas Henry David Thoreau, que a engullirse un bourbon de romanticismo oscuro Nathaniel Hawthorne o a merendarse un par de birras neo pensativas Ralph Waldo Emerson, Louisa May simultaneó el trabajo de maestra con el trascendentalismo activo de la familia, con el compromiso respecto del movimiento abolicionista y con el sufragismo que le inspiraría su primera colección de novelas y relatos donde aludía a temas espinosos para la época como el adulterio y el incesto, y la cual publicaría bajo seudónimo para evitar maledicencias vecinales. Después eclosionarían editorialmente sus 'Mujercitas' (Little Women), narración parcialmente autobiográfica inspirada en su infancia, cuyo éxito arrollador la impulsaría a escribir una segunda parte en la que traslada a sus cuatro protagonistas a la adultez bajo el título original de 'Good wives' que sería españolizado, en un implausible alarde de originalidad, como 'Aquellas mujercitas'. Les seguiría, rizando el rizo, 'Hombrecitos' (Little men), en cuyas páginas inmortalizaría a sus propios sobrinos, 'Aquellos hombrecitos' (Jo´s Boys) y 'La bolsa de retazos de la tía Jo', y nadie sabe hasta dónde habría extendido Alcott el enrevesado influjo de la familia March, porque las secuelas de un envenenamiento por mercurio que venía arrastrando desde hacía dos décadas, léase desde la Guerra de Secesión en la que ejerció de enfermera voluntaria y voluntariosa, la desmarchó genealógica y letalmente a los 55 años. Sus 'Mujercitas', eso sí, siguen guerreando tanto literaria como cinematográficamente, y si fue Katharine Hepburn la primera Josephine March del séptimo arte y Winona Ryder la tercera, la última actriz en josephinizarse ha sido en 2019 Saoirse Ronan, que un año antes había sido séptimo-artísticamente descabezada en su papel de María I, reina de Escocia. Sláinte.
Natalie Wood (20-7-1938 / 29-11-1981)
Ciento cuarenta y nueve años después del nacimiento pensilvano de Louisa May Alcott, moría en la californiana Isla Catalina Natalie Wood, como consecuencia de un ahogamiento cuyas causas siguen rodeadas de controversia. Hija de unos emigrantes rusos e inscrita en el registro estadounidense como Natasha Gurdin, Wood se convirtió en una estrella de cine infantil por la insistencia de su madre, a quien estando embarazada le leyó la mano una adivina y le auguró que la criatura de sus entrañas sería una gran estrella pero que debería guardarse de las aguas oscuras. Atendiendo a tan siniestro presagio, mamá nunca le enseñó a nadar a Natalie para que no se acercara al agua, pero a ver quién es el listo que se aleja de ella en la costa californiana. De estrella infantil hizo Wood la transición a actriz adolescente que sería nominada al Oscar por su papel en 'Rebelde sin causa' y, ya juvenilmente estrellada, en el mejor sentido de la palabra, protagonizó el musical 'West Side Story' y fue oscarizadamente renominada por 'Esplendor en la hierba' y 'Amores con un extraño', aunque en el primer caso le birló la preciada estatuilla hollywoodense Elizabeth Taylor y en el segundo Anne Bancroft. Durante la siguiente década, Natalie, que en el ínterin nominativo se había casado con el actor Robert Wagner, se tomó una doble pausa maternal en su carrera, se divorció de Wagner y se volvió a casar con Richard Gregson y, tras divorciarse de éste se reennupció con Wagner, y tan enrevesada se hallaba en su propia existencia que apenas le dio tiempo de actuar, si bien lo poco le cundió ya que su papel en una nueva versión televisada de 'De aquí a la eternidad' le reportó un Globo de Oro. La noche en que falleció, se hallaban ella, Robert Wagner y el compañero de reparto de Wood en su última película, Christopher Walken, festejando la noche californiana en el yate de la pareja, bautizado por Natalie como el 'Splendour' en homenaje a una de sus películas más emblemáticas, y fondeado frente a Isla Catalina. El festejo culminaría con el cuerpo de ella flotando en el amanecer isleño y una espiral de conjeturas entre las que destacaron un eventual idilio entre Wood y Walken y un posible brote literalmente encabronado de Wagner, quien durante un tiempo fue considerado como persona de interés por la policía aunque, ante la falta de evidencias, la versión definitiva fue que se trató de un accidente en el cual el exceso de alcohol que encontraron en la sangre de Wood se sumó a la impericia nadadora que fomentó su propia madre cuando decidió protegerla de las aguas oscuras y la arrojó directamente a ellas. Oh, dear.
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