Secciones
Servicios
Destacamos
MARÍA TERESA LEZCANO
Domingo, 15 de marzo 2020, 01:00
Tal día como hoy nacía Shunzhi, quien habría de convertirse en el primer emperador manchú de toda China, y moría Aristóteles Onassis, que en su época fue el hombre más rico del mundo.
15-3-1638 / 5-2-1661. Shunzhi
Quince de marzo de 1638, ... palacio Mukden de Shenyang. Nace Fúlin, que habría de convertirse en el primer emperador manchú de toda China. No lo haría sin embargo con su nombre original sino, respetando el tabú que consideraba irrespetuosa la sola mención del nombre del emperador, con el de su dinastía. Coronado a los siete años, asumió Shunzhi el denominado Mandato del Cielo, que era el concepto chino vector de poderes más allá de las nubes, y teniendo lugar la ceremonia en el correspondiente Templo del Cielo, cuyo último emperador por cierto, ante la llegada del relevo manchú, se había suicidado en la Ciudad Prohibida, que era como se denominaba la residencia imperial. Habida cuenta que el flamante emperador apenas alcanzaba el escabel del trono celeste asumió la regencia su tío Dorgon, que se afanó durante seis años en alicatar de arriba abajo su imperio de losetas de poder absoluto, hasta que en una real cacería se convirtió él mismo en el cazado y le cedió involuntaria y póstumamente el trono a su sobrino, que en el interín regente había alcanzado los trece años y rebasado el entarimado de ascenso celeste. Ya asumidas las tareas gobernadoras, se entretuvo Shunzhi en mantener las divisiones étnicas entre chinos, mongoles y manchúes, en rehabilitar a los eunucos que la regencia de Dorgon había, si no desneunucado ya que era anatómicamente imposible, sí apartado de los círculos de poder, además de hacerse el emperador compañero de rezos del Dalai Lama, fomentando de ese modo el budismo tibetano en el que seguía inmerso cuando una epidemia de viruela que pasaba por la Ciudad Prohibida lo descabalgó de la montura del cielo imperial. Zái jían.
15-1-1906 / 15-3-1975. Aristóteles Onassis
Trescientos treinta y siete años después del nacimiento chino de Shunzhi, moría en Francia Aristóteles Onassis, el magnate más famoso de la industria naviera del siglo veinte y el hombre más rico del mundo en su época, de quien se llegó a decir que, si vendiera todos sus activos, Wall Street se estremecería, por exponerlo de un modo suave. Hijo de un banquero griego arruinado por la invasión turca, Aristóteles, por cuyas venas no corrían hematíes y leucocitos sino divisas, consiguió resurgir de las cenizas financieras gracias al negocio del tabaco tras el cual, inversiones a diestra, matrimonio con la multimillonaria Athina Mary Livanos a siniestra, fue diversificando sus negocios: que si una flota de barcos, que si la poderosa aereolínea insignia de Grecia, la Olympic Airlines, que si un imperio en bienes raíces representado por la Olympic Tower de Nueva York, que si una asociación con Rainiero III de Mónaco que le permitió, literalmente, poseer más de la mitad del principado... A medida que los activos económicos de Onassis iban desbordando sus propios cauces, los pasivos sentimentales del magnate se iban activando a su vez: después de cornamentar a su primera esposa, incluyendo a la soprano María Callas, con quien mantuvo una relación tan intermitente como intensa, Aristóteles se casó con Jacqueline Kennedy, viuda de USA desde el magnicidio dalasita de JFK, previa acta matrimonial que refrendaba que en caso de finamiento o de divorcio, a la ex primera dama le correspondería un tercio de la aristoteliana fortuna. Sin embargo Jackie no tardó en evidenciar unos gustos extravagantes, como enviar su avión privado en busca de un pan especial para su desayuno distante de varios centenares de kilómetros u ordenar un ordeñamiento masivo de vacas griegas para tomar baños blancos y, si bien el archiacaudalado Onassis tenía peculio para eso y más, no tardó en cansarse de los caprichos y volvió de nuevo su mirada hacia la Callas para recordarle que, sin duda alguna, María no había más que una y a la Kennedy la encontró en la calle, aunque las reiteradas declaraciones de amor del armador a la soprano no consiguieron que esta última olvidara los desplantes padecidos anteriormente, desplantando a su vez al desplantador que se refugió en los puros que le generarían una neumonía que ni toda su fortuna consiguió atajar. Atajando, que es gerundio.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.