Elena Villamana, protagonista de la vida cultural malagueña en el franquismo

Elena Villamana Peco nació el 27 de diciembre de 1908 en La Almunia de Doña Godina (Zaragoza). De su propio testimonio se deduce que estudió en un colegio de monjas. En uno de sus artículos aludió a su admiración juvenil por Juan Ramón Jiménez, cuya antología poética «me abrió a la vida del espíritu», según sus propias palabras. Estudió magisterio y bachillerato en Zaragoza, en cuya universidad obtuvo la licenciatura de Filosofía y Letras, sección de Historia, en 1929. Aunque su formación universitaria fue de historiadora, desarrolló toda su carrera docente en el ámbito de la filología.

A partir de entonces ejerció como profesora interina en los Institutos de Calatayud y Jaca y maestra en la escuela de Villarroya de la Sierra (Zaragoza). Durante la Guerra Civil continuó su peregrinación docente en los institutos de Haro (La Rioja) y Llanes (Asturias), que fueron cerrados por la política franquista de reducción de centros públicos. Luego estuvo en el Instituto Femenino de Oviedo entre 1939 y 1941. Por fin sacó las oposiciones y fue destinada al Instituto Hispano-Marroquí de Ceuta, de donde pasó al Instituto Masculino de Palma de Mallorca. En la capital balear permaneció cinco años.

En 1947 accedió a la cátedra de Lengua y Literatura del Instituto Masculino 'Nuestra Señora de la Victoria'. Así llegaba a Málaga, ciudad a la que permanecería vinculada el resto de su vida. Villamana representó, sin duda, un soplo de aire fresco en la docencia de estas materias y aportó un nuevo estilo pedagógico que es recordado por sus alumnos, que tampoco olvidan su severidad. La profesora, con fama de exigente y seca, estaba al tanto de la actualidad literaria y filológica de su tiempo y mantenía a los estudiantes al corriente de las novedades y de sus trabajos.

Hasta su jubilación ejerció la docencia en este centro, primero en la calle Gaona y desde 1961 en el edificio de Martiricos. Ella fue la encargada de leer unas cuartillas cuando en 1960 se descubrió la lápida dedicada al Premio Nobel y antiguo alumno Severo Ochoa en el patio del Instituto. Fue involuntaria protagonista de uno de los hechos más trágicos de la historia de la enseñanza en Málaga: el accidente de Montejaque. Ocurrió el 27 de abril de 1966, cuando un grupo de alumnos del Instituto 'Nuestra Señora de la Victoria' realizaban una excursión a la Serranía de Ronda y la Cueva de la Pileta. El autobús en el que se trasladaban se precipitó por un barranco y hubo varios fallecidos. De los tres docentes que acompañaban al grupo de estudiantes solo sobrevivió Elena Villamana, que resultó con heridas de gravedad.

También se encargaba de preparar las obras teatrales que representaban los alumnos en los finales de curso. En 1970 organizó un acto académico, con motivo del centenario de la muerte de Bécquer, en el que intervinieron los futuros poetas Jacinto Esteban, José Infante y Fernando Merlo. Además fue una prolífica autora de manuales escolares de Lengua y Literatura.

La integración de Villamana en la vida cultural malagueña fue rápida. Pocos meses después de su llegada ya estaba publicando artículos en la prensa local y en diciembre de 1948 fue recibida como miembro del Instituto de Estudios Malagueños. Actuó como jurado de premios literarios e impartió numerosas conferencias. También colaboró en revistas poéticas como 'Caracola', 'Papel azul' y 'A quien conmigo va'. En estos años forjó su amistad con Rafael Pérez Estrada, Alfonso Canales, José Luis Estrada y otras personalidades de la cultura local.

Villamana era una gran viajera y se manejaba con soltura en varios idiomas. En las páginas del diario Sur publicaba crónicas de sus viajes a Japón, la URSS, México, Grecia, Egipto, Túnez… Participó en la creación del Colegio El Limonar en 1964 junto a Concepción Álvarez-Net. Aunque era una mujer conservadora, a Villamana no se le puede discutir su modernidad y su conciencia feminista, al menos para los parámetros de su época. Fue socia del Ateneo casi desde su fundación y en esta institución se ocupó de la organización de actos sobre el feminismo (como cuando presentó a Lidia Falcón en 1970) y en la vocalía de religión. Elena Villamana falleció en Madrid el 24 de mayo de 1995, a los 86 años de edad.