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Víctor Heredia
Domingo, 13 de agosto 2023, 00:05
Málaga es una ciudad con nombre de vino. Y durante mucho tiempo era una ciudad que olía a vino. Decenas de bodegas se repartían por ... el casco urbano, con sus grandes naves en las que se disponían las botas para la crianza de los caldos que luego se destinaban a la exportación. Otros fabricantes producían vinos comunes que surtían las varias cadenas de tabernas que se desplegaban por el centro y los barrios. ¿Dónde estaban esas bodegas? ¿Y qué queda de ellas?
Un listado de 1899 recoge ochenta fabricantes, almacenistas y exportadores de vinos y aguardientes en la ciudad. A mediados de la década de 1930 solo quedaban unas veinte bodegas. La mayoría se ubicaba en el barrio de El Perchel, que contaba con una larga tradición industrial en la elaboración de vinos y en labores auxiliares como la tonelería. En la calle Canales estaban las bodegas de Gross Hermanos y en la calle Eslava las de José Ruiz y Albert, ocupando parte de lo que había sido convento del Carmen. En el entorno de la estación de ferrocarril tenían su sede Vinícola Milanés(que luego fue Flores), en la calle Plaza de Toros Vieja, y la bodega de Francisco Sellés Cobos, en el paseo de los Tilos.
Antes de la Guerra Civil habían cesado en su actividad vinatera Nagel Disdier Hermanos, con almacenes en la calle Mendívil; Luis Caffarena Sola, en la calle Grilo, en La Pelusa; Hijos de Moreno Mazón y Rein y Compañía, situadas en la calle Cuarteles; Guillermo Rein, en Salitre; Hijos de Francisco de Paula Luque y Antonio de Burgos Maesso, ambas en Don Cristián. Otra bodega que ya no funcionaba como tal entonces era la de Francisco Ramos Téllez, situadas en el vértice comprendido entre las actuales calles Ayala y Fernán Núñez. La empresa construyó entre 1879 y 1890 una casa-palacio con un amplio jardín y a sus espaldas un complejo de almacenes, talleres y oficinas. Más tarde, bajo la propiedad de Bevan, se dedicó a la exportación de frutos secos.
También en El Perchel se hallaban Hijos de Antonio Barceló (antes Barceló y Torres), en la calle Malpica; José Huelin Sans, en la calle Cerezuela; Hijos de Quirico López, en la calle Don Íñigo; Carlos J. Krauel, en la calle Esquilache; y Viuda de Fermín Castañeda, en la calle Montes de Oca. Entre las calles Calvo y Almansa se estableció la sociedad Hijo de Salvador Pérez Marín –luego Pérez Texeira–, más conocida por el nombre comercial La Campana. La sociedad Scholtz Hermanos había construido hacia 1880 un conjunto de bodegas, almacenes y viviendas que tenía su acceso principal por la calle Don Cristián. Larios había adquirido en 1917 la empresa Jiménez y Lamothe, iniciándose así en el negocio de los vinos, los brandies y los destilados. A continuacióntrasladó las bodegas a los Callejones del Perchel, en parte de lo que había sido la fábrica textil La Aurora.
Garret y Compañía se situaba en la Alameda de Colón 8, cruzando ya el Guadalmedina. Otro núcleo bodeguero se ubicaba al norte del centro. En la calle Purificación estaba la Compañía Mata, que hizo unas bodegas en esta zona en 1919 después de adquirir las de Príes dos años antes y decidir abandonar su ubicación junto al mar. A pocos metros, en el Llano del Mariscal, se encontraba la destilería de Carrasco y Benítez, que eran sucesores de Hijo de Pedro Morales y fabricantes del famoso aguardiente de Ojén. En el Molinillo se disponían las grandes instalaciones de López Hermanos, con entrada por la calle Salamanca.
También en el Molinillo, en la calle Tirso de Molina, se hallaba la bodega de Luis Montañez, que fabricaba sus vinos y licores en la vecina calle Alderete y que posteriormente se denominó Casa Romero. Algo más arriba, en Segalerva, en la calle Peinado, estaba la bodega de Ruiz Luque (luego de Garijo), es decir, la Antigua Casa de Guardia. Más allá de La Caleta existían dos bodegas: una, en el Valle de los Galanes, pertenecía en los años treinta a Eduardo Díez Correa, sucedido por Rafael Díez Gómez; y en El Palo la de Quitapenas, de José Suárez Villalba, dedicada a la elaboración de vinos dulces.
De todos aquellos edificios que sirvieron como bodegas de crianza y almacenes de vinos se conserva muy poco. En la calle Constancia permanece en pie la chimenea fechada en 1890 de la destilería de Jiménez y Lamothe, que después de pasar a Larios sirvió como aceitera. En Pedregalejo aún existe, en la esquina entre Juan Sebastián Elcano y Octavio Picón, el pabellón de oficinas y la portada de las bodegas de Eduardo Díez, de principios del siglo XX. Los restos mejor conservados son los de las Bodegas Mata, en la calle Purificación, donde se mantiene el edificio, hoy propiedad del Ayuntamiento. Junto a las bodegas levantadas hacia 1919 hay un pequeño inmueble que también formó parte del recinto industrial y en cuya fachada se puede leer «Unión de Bodegas Andaluzas». De fechas más recientes, pero con un evidente valor testimonial, la sociedad Hijos de Antonio Barceló inauguró en 1974 una nueva bodega en el polígono Ronda Exterior, tras abandonar El Perchel, en la que se recreó un palacio historicista. Desde 1998 es sede del Colegio de Médicos.
Entre los años sesenta y ochenta casi todas estas empresas –el listado no es ni mucho menos completo– cerraron o se mudaron a nuevas instalaciones en los polígonos industriales de la periferia. Las demoliciones del Perchel arrasaron muchas bodegas y otras cedieron sus solares a la expansión inmobiliaria, desapareciendo así una parte importante del patrimonio industrial malagueño. Las últimas que abandonaron sus ubicaciones históricas, pero mantienen su actividad, fueron Garijo, que dejó la calle Peinado en 1998, y Quitapenas, que en 2004 se trasladó a una nueva bodega en Guadalmar.
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