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La Cónsula, hoy escuela de hostelería, fue epicentro de la vida burguesa en Málaga desde el XVIII y objeto de visitas de personalidades de diferentes disciplinas en los dos siglos siguientes. Precisamente, fue a mediados del XX cuando volvió al primer plano de la actualidad de la mano de un huésped ilustre, que se enamoró obstinadamente de su encanto. Tanto, que hasta llegó a tener una habitación reservada para sus estancias: se trata del célebre escritor Ernest Hemingway. El autor de 'El viejo y el mar', 'Fiesta' y 'Por quién doblan las campanas' encontró en esa pequeña finca su último segundo hogar. La vinculación del Nobel de literatura con el palacete de Churriana llegó en el ocaso de su vida, entre las carreteras secundarias de sus relatos. El autor emprendió su viaje para realizar una crónica taurina en el verano del 59, un artículo que acabó novelado en 'El verano peligroso'.
Dos años después, se suicidó. Su paso por La Cónsula quedó registrado tanto por los responsables del caserón como en la memoria de la sociedad malagueña. El motivo por el que eligió dicho punto estratégico para su viaje parece ser su inigualable ubicación, lo bastante cerca de Ronda como para plantar allí su máquina de escribir.
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