Colema: 30 años de la desaparición de la central lechera de Málaga
Sur Historia ·
Durante años fue líder en el mercado de la provincia. En 1989, la adquisición por parte de Puleva y las inundaciones escribieron el final de la historia de una de las empresas más ligadas a la memoria sentimental de los malagueños
«Desde hoy podrá adquirir leche pasteurizada Colema, con toda su grasa, en botellas precintadas, con garantía absoluta de higiene y pureza«. Así rezaba el anuncio publicado en SUR en su edición del jueves 21 de noviembre de 1963. La central lechera de Málaga Colema (Comercial Lechera de Málaga) desde sus instalaciones de la Carretera de Cádiz, se convertía en la primera empresa en servir leche embotellada en la ciudad que comenzó a distribuir a través de 52 lecherías, cinco supermercados y siete tiendas.
Nació como cooperativa de pequeños ganaderos impulsada por el entonces delegado de Agricultura en Málaga, Ernesto Mira, con la colaboración de la Caja de Ahorros de Ronda. Ligada a la memoria sentimental de los malagueños, la marca llegó a tener gran peso en la provincia y durante las casi tres décadas que mantuvo su actividad sus productos (tras la leche fresca llegaron la mantequilla, el queso fresco hasta las primeras semidesnatadas) estaban en casi todos los hogares y muchos fueron los que crecieron asociando el desayuno o la merienda con aquella flor emblema de la marca. A finales de los 80 se vio inmersa en una cadena progresiva de pérdidas, según las crónicas en prensa de la época, momento que aprovechó Puleva para hacerse con la empresa por 450 millones de pesetas.
Las famosas inundaciones de noviembre de 1989 pusieron la puntilla y con aquellos lodos que provocaron importantes daños a la central se comenzó a escribir, hace ahora 30 años, el final de la mítica firma. La marca ha sido recuperada hace apenas un año por otra distribuidora malagueña, Quesol, que comercializa quesos, leche y mantequilla con este nombre en el canal tradicional de tiendas.
Máquina envasadora.
SUR
«Era algo nuestro, era nuestra leche de Málaga e hicimos muchos esfuerzos para conseguirlo y mantenerla. El final que tuvo no lo merecía«, explica a sus 63 años Antonio Morales. Con apenas 16 años y «través de un conocido de su madre de la Caja de Ahorros» entró a trabajar en la central lechera de Málaga como aprendiz de telefonista, pronto ascendió a cajero. «Entraba mucho dinero, sí. Se vendía mucho, y fue una lástima que cerrara«, lamenta al recordar emocionado los 20 años que pasó en las instalaciones ubicadas frente a La Azucarera. Recuerda que cuando llegó a la empresa, esta contaba con 28 repartidores. En pocos años se superaron los 70. «Colema estaba en todas partes. Teníamos una red de repartidores que cubría desde el Campo de Gibraltar hasta Salobreña. Y en el interior de la provincia se contaba con buenos distribuidores«, indica.
La marca consiguió calar en la sociedad de la época gracias a un producto de calidad, pero además a una sorprendente campaña de publicidad que desde su nacimiento mantuvo la empresa, que acostumbró a sus clientes a mantenerlos informados a través de prensa de cada uno de sus productos así como de la evolución en los procesos de producción. De ello dan buena cuenta los anuncios que recogió SUR a lo largo de la historia de Colema.
Anuncio de Colema publicado en SUR.
Desde aquel aviso inicial en el que se comunicaba que la leche se empezaba a vender embotellada, hasta las primeras semidesnatadas, o consejos de utilidad para mantener en óptimas condiciones la leche fresca en casa. 'Somos los mejores y fuimos los primeros' era el espíritu que subyacía en aquellos anuncios, algunos de ellos, dando consejos sobre cómo mantener la lecha pasteurizada en perfectas condiciones durante los meses de verano. «Procure adquirir la leche en las primeras horas de la mañana, compruebe que en el envase de plástico está estampado el día de la semana en que la adquiera, procure adquirir la leche en establecimientos que dispongan de instalaciones frigoríficas, mantenga la leche en el mismo envase de plástico (que fue esterilizado previamente) hasta que haya de consumirla. Para el más cómodo manejo de las bolsas adquiera las 'jarritas' a su suministrador». Eran algunas de las indicaciones al cliente.
Por si surgían más dudas, en cada anuncio se incluía un número de teléfono («con tres líneas») al que se podía llamar para comunicar cualquier incidencia.
«Se vendía muchísima leche porque dábamos un servicio de calidad, con trabajadores que estábamos muy implicados en la marca«, recuerda Francisco Soler. Fue durante 20 años repartidor, miembro además del Comité de Empresa y uno de los más combativos cuando la empresa daba sus últimos coletazos. Entró a formar parte de la familia de Colema con 20 años. Antes, con apenas 13, había tenido sus primeras experiencias laborales en otra marca mítica de la ciudad, la tienda Cinco Bolas. »Eran tiempos muy duros. Es cierto, como nos decían, que cobrábamos bastante, pero también lo trabajábamos«, recuerda a sus 66 años actuales repasando la odisea que supusieron para los trabajadores los cambios de los últimos años. A día de hoy, empresario dedicado a productos que toman como base el aloe vera, echa la vista atrás para destacar «una forma de trabajar, la nuestra, que ya no se ve. Hasta los jefes me dieron la razón». Habla Francisco de un reciente encuentro de antiguos trabajadores de Colema que reunió a un buen puñado de ellos que pudieron rememorar lo mejor y lo peor de aquella experiencia profesional.
De cooperativa a sociedad anónima
Con el inicio de la década de los 80, la empresa dio un paso importante a nivel interno y Colema, que hasta entonces había funcionado como cooperativa, se transformó en Sociedad Anónima. La originaria Cooperativa Lechera Malagueña se transformaba en Comercial Lechera Malagueña S.A. A mediados de década sacaba al mercado la leche pasteurizada en envases de cartón (Colema fue una de las primeras empresas en su sector en presentar la leche pasteurizada «e higienizada» en envase de cartón 'pure-pack'). También en aquellos años se convertía en marca patrocinadora del equipo femenino de baloncesto Asunción -a partir de entonces Asunción Colema- que militaba en la Segunda División nacional.
Envasadora de 1984.
La pertinaz sequía que azotó al país en esos primeros años de la década de los 80 hizo insostenible la situación del sector ganadero español y, por consiguiente, de las centrales lecheras que durante meses compraron producto francés a través del Servicio Nacional de Productos Agrarios (SENPA) por el que el Ministerio de Agricultura comenzó a importar, con carácter excepcional, leche del país vecino por el procedimiento de «importaciones del Estado». Colema no escapó a esa situación y la necesidad de mantener el ritmo diario de producción que en 1984 era de 75.000 litros, y la imposibilidad de encontrar leche natural en Málaga y en el resto del país, llevó a la central lechera a comprar en unos meses más de dos millones de litros del producto importado de Francia.
«Ahí comenzó la crisis comercial. Nos faltaba producción porque cubríamos una zona muy amplia y no había abastecimiento», recuerda el extrabajador de la planta, Antonio Morales. «En Málaga había poca ganadería de vacuno y con la sequía todo empeoró y empezamos a depender del exterior», rememora.
La competencia
En los siguientes años el caballo de batalla fue la competencia, con la irrupción de nuevas marcas con precios muy competitivos (incluidos los de la propia Colema) en grandes superficies comerciales. «Ante la reciente aparición en el mercado de Málaga de leches de todo tipo, calidad y origen, con desconcertantes ofertas, precios y reclamos que pueden dar origen a incorrecta información al consumidor local, aclaramos que sólo la leche fresca aporta al organismo la necesaria carga de minerales, vitaminas y elementos nutritivos para una correcta alimentación. Colema, como única empresa de productos lácteos radicada en Málaga, puede asegurar la absoluta frescura de una leche que, como la fresca, requiera de la más inmediata elaboración y la más rápida distribución«, rezaba en una nueva campaña publicitaria insertada en prensa por Colema, en la que reivindicaba, de nuevo, la calidad de sus productos. Poco después sacaban al mercado la leche fresca extra, y la semidesnatada, publicitada como: la leche «más joven».
Hasta los colegios llegaba Colema en el año 1987 a través de un programa puesto en marcha por la Junta de Andalucía destinado a aumentar el consumo de leche entre escolares. Una iniciativa de la entonces CEE por la que se pretendía promover el consumo de productos lácteos y reducir su excedente mediante ayudas económicas. Colema fue una de las centrales andaluzas autorizadas.
La llegada de Puleva y las inundaciones
A finales de 1988 Colema cambiaba de manos. La empresa granadina Uniasa, fabricante de los productos de la marca Puleva, adquiría por 450 millones de pesetas la central lechera Colema, que entonces contaba con 120 trabajadores (en producción y almacén, a los que había que unir otros 80 repartidores, de los que 55 eran autónomos). Los responsables de la firma granadina defendieron que la compra había evitado el cierre de Colema a medio plazo. Anunciaron un plan de inversiones y un aumento de plantilla que nunca llegó. Al contrario. Un año después, las instalaciones de Colema fueron unas de las más afectadas por las graves inundaciones en la capital. Ese fue el argumento que unas semanas después ponían sobre la mesa los responsable de la nueva propiedad para justificar la decisión del cierre de la planta ante los trabajadores.
Llegaron a valorar los daños en 300 millones de pesetas. Los representantes sindicales calificaron aquello de excusa, asegurando que la decisión del cierra estaba tomada antes de la riada y que la compra de Colema tenía un único objetivo: «acabar con la competencia». «Es cierto que los efectos de las inundaciones fueron importantes. Teníamos los almacenes llenos de leche, al completo, y se cerraron varias líneas de producción, pero no nos imaginamos en ese momento que aquello fuera el final«, explica el excajero de Colema, Antonio Morales. »Está claro que les vino bien el tema de las inundaciones para justificar un cierre, pero lo cierto es que nunca nos faltó el trabajo y podíamos haber seguido«, lamenta Francisco Soler.
En 1991 se ultimaba el desmantelamiento de la central lechera de Málaga poniendo fin a casi 30 años de actividad de una empresa que fue líder en su sector en la provincia.
A finales de 2017 la empresa distribuidora malagueña Quesol se hacía con los derechos de la marca Colema después de que Puleva no renovara el registro y comenzó en enero de 2018 a comercializar su queso, mantequilla y leche bajo el reconocido nombre. De momento, como explica José Luís Jiménez, responsable de la empresa, los productos sólo se pueden encontrar en el llamado canal tradicional de tiendas, es decir, pequeños comercios de barrios y supermercados que no pertenecen a grandes cadenas. Con ellos, Colema vuelve a estar en las calles de Málaga.
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