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Beso delante de Bil-Bil. SUR
El beso de Claudia Cardinale y Alain Delon en la playa de Bil-Bil

El beso de Claudia Cardinale y Alain Delon en la playa de Bil-Bil

A la sombra de la historia ·

El Castillo de Bil-Bil de Benalmádena-Costa sirvió en 1965 de fondo norteafricano al beso playero y cinematográfico de Claudia Cardinale y Alain Delon

víctor heredia

Viernes, 23 de agosto 2019, 01:04

Al principio del verano de 1965 la magia del cine disfrazó Málaga de Argel y trajo a las calles de la ciudad el tenso ambiente previo a la declaración de independencia de la antigua colonia francesa. Aquel año se rodaron en España tres grandes producciones bélicas norteamericanas: 'Doctor Zhivago', 'La batalla de las Ardenas' y 'Los centuriones'. Esta última producción, dirigida por Mark Robson, se empezó a grabar en el mes de mayo en Madrid con un importante plantel de estrellas internacionales: Anthony Quinn, Claudia Cardinale, Alain Delon, George Segal, Michèle Morgan y Maurice Ronet. En las semanas siguientes el equipo se trasladó a Málaga y Almería, donde se completó la mayor parte del rodaje.

La película era una adaptación libre de la famosa novela del mismo título del escritor y periodista francés Jean Lartéguy, seudónimo de Jean Pierre Lucien Osty (1920-2011). Lartéguy, veterano de la Segunda Guerra Mundial, fue corresponsal de prensa en Indochina y Corea y sus obras gozaron de un enorme éxito en Francia. En sus novelas (a 'Los centuriones', publicada en 1960, le sucedieron 'Los pretorianos', 'Los mercenarios', 'El mal amarillo' y otras muchas) abordaba el proceso de descolonización y los errores estratégicos de los gobiernos franceses a la hora de afrontar los conflictos de Indochina y Argelia. Sus comentarios acerca de la guerra de guerrillas desarrollada por las fuerzas anticolonialistas fueron tenidos en cuenta por los norteamericanos en Vietnam y, años más tarde, en Afganistán e Irak.

El film, que fue estrenado finalmente en 1966 como 'Mando perdido' (en inglés, 'Lost command'), narraba la evolución de un grupo de paracaidistas franceses desde la derrota de Dien Bien Phu en Indochina hasta la segunda oportunidad que supuso para ellos el inicio de la guerra en Argelia. Quinn interpretaba al coronel Raspeguy, Delon al capitán Esclavier, Segal al líder rebelde Mahidi y Cardinale a la argelina Aicha. Los protagonistas fueron llegando a Torremolinos en los primeros días de junio. Se alojaron en el Hotel Pez Espada, donde en el año anterior se había producido el conocido incidente de Frank Sinatra, precisamente durante el rodaje de otra película bélica también dirigida por Mark Robson, 'El coronel Von Ryan'.

Mientras que Alain Delon se mostró esquivo con la prensa, una risueña C. C. (Claudia Cardinale) se dejó ver en un espectáculo flamenco en la Gran Taberna Gitana y en otros locales de la Costa. El siempre amable Anthony Quinn, por su parte, llegó desde Madrid conduciendo su coche, acompañado de su esposa y de sus dos hijos. En realidad, Delon también vino a la Costa del Sol con su mujer y su hijo de pocos meses, pero encontró un discreto alojamiento en la villa que el empresario hotelero Maurice Beriro poseía en la urbanización Rancho Domingo, en Benalmádena. Tanto le gustó la experiencia que meses más tarde regresó a la Costa para formalizar la compra de un terreno en el mismo sitio con vistas a construirse una residencia de descanso.

En aquel mes de junio se rodaron las escenas malagueñas de la película, entre las que se encontraban las que recogían la parte romántica de la historia, el romance imposible entre la argelina independentista y el joven militar francés, Aicha y Esclavier, Cardinale y Delon. Ambos ya habían coincidido años antes en dos obras maestras de Luchino Visconti, 'Rocco y sus hermanos' y 'El gatopardo'. La primera, a sus 27 años, formaba parte del grupo de actrices italianas que estaban conquistando el cine internacional, junto a Sofía Loren, Gina Lollobrigida y Virna Lisi. Alain Delon, con 29 años por entonces, se estaba consolidando como uno de los galanes del cine europeo y aportaba a su papel su propia vivencia personal como paracaidista en Indochina.

Una de las escenas en las que ambos intérpretes compartían protagonismo, y en la que sus personajes intentaban aislarse del conflicto entre los colonos de origen francés (los 'pied-noirs') y los partidarios de la independencia de Argelia, fue rodada en la playa del Castillo de Bil-Bil, en Benalmádena.

Después de un baño, la pareja se besaba apasionadamente en medio de una playa solitaria en la que como decoración solo aparecía una barca de pesca y una pequeña caseta de madera. La ambientación norteafricana quedaba reforzada por las palmeras y, sobre todo, por la silueta de esta villa de recreo con aspecto de fortaleza hispano-musulmana diseñada en los años treinta por Enrique Atencia para Leo Hermann. Durante muchos años fue habitada por el norteamericano William Schenstrom, su esposa Elsa y su hijo Bill, de quienes tomaría el nombre de Bil-Bil. Pero por unos segundos su perfil nos traslada a una playa no tan lejana al otro lado del Mediterráneo.

Delante del Mercado de Salamanca.

La Argel más malagueña

'Mando perdido' fue rodada en las provincias de Madrid, Málaga y Almería. En esta última se utilizaron los parajes de la Albufera de Adra, el Cabo de Gata, el desierto de Tabernas, el campamento de Viator, las Cuevas de los Medinas y otros espacios naturales almerienses. Para situar al espectador en Argel se recurrió a una composición de diferentes escenarios, como el madrileño Cuartel del Conde-Duque o la Plaza Vieja y diversas localizaciones en la ciudad de Almería. Pero Málaga también tuvo su papel como la capital argelina (incluso algún muelle hizo de puerto de Marsella). El edificio de la Autoridad Portuaria aparecía como la sede del cuartel general de las tropas francesas, los mandos militares planificaban sus acciones en un destartalado Cuartel de la Trinidad, los soldados ocupaban una desierta Acera de la Marina y Delon y Cardinale se conocían en una manifestación que pasaba por delante del Mercado de Salamanca. Esta última escena, que aprovechaba el estilo neoárabe del edificio, necesitó de numerosos extras y revolucionó durante unas horas el barrio del Molinillo.

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