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Los nombres de los pueblos suelen estar estrechamente relacionados con la historia, la lengua y la cultura de sus habitantes. Algunos tienen una explicación religiosa, otros proceden de costumbres o características que se remontan siglos atrás y en su mayor parte están vinculados a los orígenes de la zona, aunque en toponimia, la disciplina encargada del estudio etimológico de los nombres propios de un lugar, las cosas no son siempre lo que parecen.
En Málaga hay decenas de localidades con nombres cuyo significado aún resulta una incógnita para buena parte de sus vecinos. Es el caso de Benalmádena. Tras este nombre esdrújulo y pentasílabo, uno de los más largos de la provincia, se esconden varias teorías, aunque el origen más aceptado por los historiadores procede del sonido árabe «Ibn al-ma'din», que quiere decir «Hijos de las minas». La abundante existencia de yacimientos de hierro y ocre en la zona respalda esta hipótesis, aunque otros autores sostienen que la denominación actual de Benalmádena responde a la traducción de otra palabra árabe similar y también relacionada con la actividad minera, «Bina al-ma'din», que significa «Edificio de la mina».
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Los primeros documentos donde figuran referencias a Benalmádena datan del siglo XV, en plena reconquista de la Corona de Castilla frente al Reino nazarí de Granada, en el contexto de las luchas entre cristianos y musulmanes. Su historia, sin embargo, es muy anterior. Existen datos que confirman que Benalmádena ya estaba poblada hace unos 18.000 años, en el período Solutrense del Paleolítico Superior, aunque unas investigaciones recientes efectuadas en la cercana Cueva del Bajondillo, en Torremolinos, documentan los primeros momentos de ocupación de la zona en el Paleolítico Medio, por lo que algunos historiadores especulan con una cronología anterior. En la Cueva del Toro, a las faldas del monte Calamorro, fueron descubiertas varias pinturas rupestres.
Otra teoría, en este caso con menor aceptación, afirma que el nombre original significa «Población entre dos manantiales» debido a la voz árabe «Bena-A La Ena». También se cree posible que Benalmádena haga referencia a la hacienda de la familia al-Madina, una acaudalada familia de la Málaga musulmana que podría haber poseído terrenos en la zona, según datos históricos. Por último, se ha sugerido que el nombre de la localidad costera podría hacer referencia a la unión de un linaje árabe (los Madana) con el prefijo Ben-, que quiere decir hijo o descendiente, por lo que, tomando como válida esta teoría, el nombre significaría «Hijos de Madana». Las hipótesis más aceptadas, sin embargo, son las relacionadas con la actividad minera de la zona.
El nombre de Benalmádena ha evolucionado en los últimos siglos y en numerosos documentos históricos puede leerse como Benalmaina, Benalmyna o Benalmadina, entre otros topónimos. La mencionada Cueva del Toro, que pudo ser utilizada como santuario según diversos estudios, resulta fundamental para documentar la historia del municipio, ya que su ocupación data de hace unos 15.000 años. El detalle más llamativo de la cueva es una pintura de color rojo que representa a un bóvido acéfalo.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras (gráficos)
Álvaro Soto | Madrid
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