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A Manuel Olmedo Checa le debemos el estudio más completo de los tranvías malagueños, que se publicó en un libro bellamente editado con motivo de ... los sesenta años de la EMT. Dos etapas podemos distinguir en la historia de este entrañable medio de transporte: una primera que se desarrolla entre 1890 y 1906, en la que los vehículos iban tirados por mulas, lo que se denomina tranvía de sangre; y una segunda (1906-1961), la de los tranvías eléctricos.
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Aunque los primeros proyectos para implantar el tranvía en Málaga datan de 1871, no fue hasta casi veinte años después cuando se inauguró la primera línea. Fue el miércoles 26 de noviembre de 1890, a las diez de la mañana. Numerosos curiosos se agolpaban en el boquete del Muelle para ser testigos de la puesta en funcionamiento de este novedoso medio de transporte que iba a revolucionar las comunicaciones en nuestra ciudad. El boquete del Muelle era un estrecho lugar donde desembocaba la calle Molina Lario en la Cortina del Muelle. Con el paso de los años, algunos edificios fueron derribados para que precisamente el tranvía pudiera pasar con más holgura. Aquí se instaló la primera cabeza de línea.
A la inauguración no asistió el alcalde Miguel Sánchez Pastor, lo que se puede interpretar como una prueba de la polémica que generó el tranvía. Subidos los invitados a los dos coches, estos recorrieron las calles Molina Lario, Granada, plaza de la Merced, Álamos, Carretería, Puerta Nueva, Pasillo de Santa Isabel y de Atocha, Puente de Tetuán, Cuarteles, hasta llegar a la estación de ferrocarriles. El primer tranvía malagueño invirtió solo dieciocho minutos en realizar este recorrido, con una velocidad media de siete kilómetros por hora. Luego, cambiadas las mulas, los coches volvieron por la Alameda a su punto de partida y hubo que lamentar un pequeño incidente, pues unos chiquillos colocaron unas piedras en las vías. En realizar en este último trayecto se emplearon veinte minutos más.
Las autoridades e invitados se dirigieron entonces al Hotel de Roma para disfrutar de un suculento banquete. La compañía inglesa de tranvías de Málaga se denominaba The Málaga Tramways (con tilde) y estaba representada por Adolfo Príes. Disponía inicialmente de seis coches construidos en Inglaterra. Las cocheras y las cuadras estaban en La Malagueta. Su nombre inicial fue tram-vía o tramvía hasta acabar en tranvía. En breve se inauguró otra línea hasta La Caleta, que se prolongó al Palo, cuyo trayecto pensaba realizarse en tan solo cuarenta minutos. Estos primeros vehículos fueron utilizados sobre todo por la clase media: comerciantes, empleados y funcionarios.
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Por otro lado, el tranvía eléctrico se inauguró el jueves 15 de noviembre de 1906 a las cuatro de la tarde. El trayecto transcurrió entre la Alameda y las nuevas cocheras que se habían construido junto al arroyo de Jaboneros. Hubo una gran expectación en todo el recorrido para ver cómo funcionaba este nuevo tranvía. Esta vez sí asistió el alcalde, acompañado por el gobernador civil y el obispo. Y nuevo banquete en el salón más amplio de las cocheras. Poco a poco las mulas fueron sustituidas por la electricidad, aunque los precios no variaron.
Existieron en Málaga cinco líneas de tranvías. La 1, roja, era la de Alameda- Carmen-Palo (conocida popularmente como 'a la mierda Carmen Polo'); la 2, verde, la de Capuchinos; la 3, la de circunvalación, en sentido inverso a la anterior; la 4, azul, la de Huelin, que fue la última en dejar de funcionar el 31 de diciembre de 1961; y la 5, que iba hasta los Baños del Carmen, especialmente demandada en verano. En 1942 se alcanzó un máximo de diecisiete millones de viajeros.
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Los dos puntos más complicados del trayecto eran, sin lugar a dudas, la subida de la calle Granada y la bajada de Capuchinos. En el primero, el conductor tenía que pasar despacio para no rozar la puerta de las casas en la curva de la parte más estrecha de la calle; en el otro, echaba por un tubo arena, que caía justo delante de la rueda y evitaba que el vehículo resbalase por la pronunciada pendiente del 8,5%. Además, la empresa engrasaba con frecuencia las curvas más cerradas para evitar el molesto chirrido. Era algo habitual que los chaveas se subiesen en los topes de los coches o que colocasen monedas sobre las vías para comprobar cómo las laminaba el paso del tranvía.
Y accidentes también los hubo. Me llama la atención el que ocurrió el Viernes Santo de 1929, cuando la Virgen del Sepulcro pasaba por la calle Torregorda y el palio arrancó el cable de la catenaria. Hubo un muerto y tres heridos.
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Para aclarar este discutido punto acudo a mi amigo Paco Arias García-Villalba, que lo sabe todo sobre los tranvías malagueños. El color tradicional de nuestros tranvías fue el amarillo, aunque al parecer los más antiguos estaban pintados de azul marino. En los años treinta circularon algunos con los frontales en amarillo y los laterales de color burdeos. En sus últimos años vol vieron a pintarse de azul.
En 1936 había en Málaga 37 tranvías numerados del 1 al 37. A estos hay que sumar el 38 y el 39, que eran vagonetas o carretillas, material móvil que la compañía utilizaba para las averías. Después de la guerra, estos tranvías fueron reparados y su numeración se actualizó, desde el 40 al 76. Por eso, el único tranvía conservado está pintado de azul y lleva el número 63. Los números también eran visibles en unas plaquitas de porcelana que había delante y detrás de los coches, junto a los letreros de 'Prohibido escupir' y 'No hablar al conductor'.
Esta numeración no debe confundirse con la que utilizaron los autobuses de la EMT. El número 1 correspondió a un Daimler carrozado por Taillefer y matriculado en 1953 con la placa MA-8376.
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