Apuntes para la historia del Banco de Málaga

En el segundo tercio del siglo XIX hubo varios intentos de bancos malagueños. Los más significativos fueron el proyecto de Miguel Espinosa de un banco agrícola y comercial, para ayudar a los agricultores, que no se vio realizado por falta de dinero; y el del diputado liberal Andrés Borrego, destinado a la pequeña burguesía, cuya finalidad era facilitar préstamos a los pequeños comerciantes.

Por aquellos años la economía malagueña se asentaba en tres pilares: un floreciente comercio de exportación de vinos, pasas, higos, almendras, aceite, conservas y hasta jabones; una sobresaliente industria, principalmente textil y siderúrgica; y un activo puerto que daba salida a todos estos productos. Para dar cobertura a este comercio y para canalizar las inversiones de la alta burguesía malagueña, Manuel Agustín Heredia, unos de los hombres más ricos de España, intentó por todos los medios crear un banco emisor en Málaga. En 1844 formó una comisión integrada por los principales capitales locales e incluso se llegaron a redactar unos reglamentos y un estatuto, pero chocó con la oposición frontal del gobierno español que no quería abrir otros bancos emisores. Heredia también trató sin éxito que el Banco de Isabel II crease una sucursal en Málaga.

Sin embargo, una nueva ley de bancos promulgada el 30 de enero de 1856 vino a cambiar la situación. La Junta de Comercio de Málaga solicitó una entidad emisora en Málaga y rápidamente se redactaron sus estatutos. Así nació el Banco de Málaga, constituido el 24 de septiembre de 1856 con un capital inicial de veinte millones de reales, divididos en 10.000 acciones. Ese mismo año puso en circulación billetes por valor de 7,2 millones de reales, que en 1860 ascendieron a 29,2 millones. Podemos comparar estas cifras con las de otros bancos emisores españoles, como el de Cádiz (45,6 millones de reales); Sevilla (33,2); Barcelona (44,8) o Bilbao (32,2).

El Banco de Málaga estaba dirigido por Martín Larios, quizá su gestor más activo, y en su junta de gobierno nos encontramos nombres como los de Jorge Loring, Tomás Heredia, Fernando Ruiz del Portal, Ricardo Orueta, Pedro Valls, Francisco Crooke, Eduardo Huelin o Eduardo Delius Rein. Es evidente que el Banco de Málaga servía a los intereses de la oligarquía local, representada por las tres grandes familias (Larios, Heredia y Loring) y para Francisco Palomo era «una institución típica de una clase social que ostentaba el control de toda la actividad económica de la zona».

En 1864 se inauguró la sede del Banco de Málaga. Estaba estratégicamente situada junto al puerto, al final de la calle Hermosa, más tarde llamada Alameda Hermosa, Alameda Carlos de Haes y hoy calle Córdoba. El edificio fue acabado en 1864, según proyecto del arquitecto José Trigueros. Constaba de una planta baja, principal y segunda y ocupaba una superficie de 572 m2. La guía de Málaga de Mercier (1866) lo llama el 'banco nuevo' y lo describe así:

«El edificio es aislado, de planta cuadrada. Su decoración es sencilla y elegante. Tiene un precioso vestíbulo y una magnífica escalera de mármol, dividida en dos ramales. En la planta baja se hallan la tesorería, contaduría y oficinas de seguros marítimos. En el piso principal el salón de juntas, secretaría, archivo, despachos del director y del comisionado regio».

Contaba con una plantilla de catorce empleados entre oficiales, administrativos y conserjes. Según afirmaba Benito Milá en 1861, el Banco de Málaga «ha venido no solo a facilitar las operaciones mercantiles, sino también a prestar al comercio un robusto apoyo».

No soy versado en cuestiones financieras, pero según afirma Pedro Tedde de Lorca, que ha sido quien más en profundidad lo ha estudiado, el Banco de Málaga alcanzó en 1863 depósitos por valor de 8 millones de reales, el máximo de su historia, frente a los 6 de Bilbao; 9 de Cádiz; 4,8 de Sevilla o 26 de Barcelona en esa misma fecha. El Banco de Málaga repartió dividendos del 8,5% en 1866 y del 7% en 1868.

La entidad malagueña tuvo una etapa de crecimiento hasta 1868. A partir de aquí empezó su decadencia. Según un decreto del 19 de marzo de 1874, el Banco de España obtuvo el monopolio para la emisión de billetes. El Banco de Málaga se integró en aquel como sucursal. Fue el final de una efímera existencia de tan solo dieciocho años.