Cien años de la Conferencia de Pizarra y la entrevista de Málaga

En esa ocasión el lugar elegido fue la localidad malagueña de Pizarra. Fue decisiva la buena impresión que Juan de la Cierva, ministro de Fomento en aquel momento, se había llevado del palacio de los condes de Puerto Hermoso durante la visita que hizo con el rey en mayo de 1921 para la inauguración del pantano del Chorro. Un sitio discreto, bien comunicado por ferrocarril y cerca de Málaga para facilitar la llegada de los mandos militares desde el otro lado del Mar de Alborán.

En Pizarra se reunieron, además de Maura, los ministros de Estado, Manuel González Hontoria; de Guerra, Juan de la Cierva; y de Marina, marqués de Cortina; el Alto Comisario en Marruecos, Dámaso Berenguer; el jefe del Estado Mayor Central, Luis Aizpuru; y otros mandos del Ejército y de la Marina.

Los días 4 y 5 de febrero de 1922 fueron dedicados a deliberaciones, y el 6 se plantearon las conclusiones. La principal era que la nación debía recuperar el prestigio perdido en Annual a través del diseño de una nueva estrategia de penetración en el territorio que permitiera un control efectivo del Protectorado más allá de la simple ocupación militar. Se trataba de asimilar lo aprendido del desastre del año anterior y marcar una línea de actuación más realista.

Vicente Fernández Riera afirma que en la Conferencia de Pizarra se acordó «lo que permitía la conciencia del país y las posibilidades de la economía. La solución honrosa de un problema irresoluble; ni tan indignos, como pueblo, que no pudiéramos superar la derrota; ni tan ricos que pudiéramos pretender ganar por la guerra la totalidad del territorio».

La Guerra de Marruecos llevaba años desangrando a la nación y suponía un gasto demasiado elevado para la economía española. La opinión pública, además, esperaba una reducción de la fuerza militar desplegada y el retorno de miles de soldados.

La reunión situó el centro de la política nacional en Pizarra durante aquellos días. Numerosos periodistas de Madrid, de Málaga y de otros puntos del país llegaron a la localidad a la espera de noticias. La dimisión de Maura, un mes más tarde, frustró el desarrollo de los planes aprobados en Pizarra. Una de esas actuaciones era el control de la bahía de Alhucemas, que debía permitir el control completo del litoral del Protectorado. El desembarco de Alhucemas fue finalmente llevado a cabo con éxito en 1925, abriendo el camino al final del conflicto rifeño.

Pero en la primavera de 1922 el diario madrileño 'El Liberal' afirmaba que, «después del fracaso de Pizarra, se vuelve a plantear el problema marroquí y se buscan soluciones». El nuevo gobierno de Sánchez Guerra nombró al general Ricardo Burguete como Alto Comisario en Marruecos.

El 20 de septiembre empezó a circular el rumor de que Abd-el-Krim podría avenirse a someterse a la autoridad española, después de que varios representantes suyos se presentaran ante el comandante del Peñón de Vélez. La noticia levantó una enorme expectación y de forma inmediata el general Burguete se embarcó en el cañonero 'Bustamante' para Málaga, donde en esos momentos se encontraba el antiguo sultán Muley Hafid pasando unos días de descanso.

Se especuló que el motivo de la entrevista era conocer los verdaderos motivos de la propuesta de Abd-el-Krim y estudiar si realmente era posible entablar negociaciones de paz, actuando el exsultán como mediador. Después de reunirse con Muley Hafid hasta la madrugada, Burguete se alojó en el Hotel Hernán Cortés, donde se negó a atender a los periodistas. Horas más tarde se embarcó en el crucero 'Cataluña' con destino a Melilla.

Justo en esos días de septiembre se estaba reuniendo en el Congreso la comisión parlamentaria para la depuración de las responsabilidades del Desastre de Annual, el famoso Expediente Picasso, redactado por el general malagueño Juan Picasso. La misteriosa entrevista de Málaga quedó en los anales como un episodio anecdótico de la errática política española en Marruecos.