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FERNANDO ALONSO
Domingo, 8 de agosto 2021, 00:31
Si las cuentas no me fallan, siete han sido los monarcas que han visitado Málaga: los Reyes Católicos, Felipe IV, Isabel II, Alfonso XII, Alfonso ... XIII, Juan Carlos I y Felipe VI. Hablemos brevemente de algunas anécdotas que se produjeron con motivo de estas visitas.
Comencemos con el susto que se llevaron los Reyes Católicos en su campamento malagueño cuando Ibrahim Al Guerbi los intentó matar. Como era verano y la hora de la siesta, los guardias no se atrevieron a despertar a sus majestades y le condujeron ante la presencia de doña Beatriz de Bobadilla, mujer de confianza de Isabel la Católica, quien jugaba al ajedrez con Álvaro de Portugal. Al Guerbi los confundió con los reyes y sacó una gumía que llevaba oculta entre los pliegues del ropaje. A doña Beatriz la protegieron del golpe los adornos de oro de su traje. Al ruido acudieron caballeros y hasta los propios reyes y allí mismo dieron muerte al infiel. Luego lo descuartizaron y catapultaron sus restos por encima de la muralla de la Alcazaba. La guerra es la guerra. El 19 de agosto de 1487 se verificó su entrada triunfal en Málaga. Los Reyes Católicos recorrieron las calles de las que ya habían desaparecido los sangrientos vestigios de la lucha. Yo me los quiero imaginar entrando a caballo en nuestra Plaza Mayor.
Tuvieron que pasar 137 años sin que ningún rey visitara nuestra ciudad. Felipe IV, el rey pasmado, fue el próximo en hacerlo. Como se pensaba que podía llegar de noche, se adquirieron 300 hachas de cera para iluminar el recorrido. En efecto, el rey llegó el 30 de marzo de 1624 ya anochecido, acompañado de su inseparable Olivares. Permaneció tres días en Málaga y se alojó en la Alcazaba. Entre otros festejos, presenció un simulacro de batalla naval en el puerto.
Hubo que esperar otros 238 años más. Fueron los que transcurrieron hasta que la reina Isabel II anunciara su real visita. Era la tarde del 16 de octubre de 1862 y Eduardo Delius esperaba impaciente en su hacienda de Teatinos la llegada de Isabel II procedente de Antequera. En el horizonte se distinguió una lujosa carroza. Ya llega. No, era la peinadora de la reina, quien anunció que su majestad estaba a punto de aparecer. A las cinco y cinco entró por fin en Teatinos. Un cañonazo lo anunció a la ciudad. En la Alameda los dirigentes municipales instalaron una bóveda de 70.000 luces de gas (que dejarían en mantillas nuestra iluminación navideña de la calle Larios). La reina se dirigió a la catedral. Allí los canónigos aprovecharon para pedir a su majestad dinero para acabar la segunda torre.
Isabel II se alojó en el palacio de la Aduana, que había sido decorado con muebles y enseres procedentes de mansiones malagueñas. Visitó la Exposición Provincial y se detuvo un buen espacio de tiempo ante los vinos de José Guardia Parra con quien sostenía, según algunas fuentes, uno de sus romances. Sesmero habla de «la devoción que este largamente sentía» por aquella. Tanto es así que la reina le concedió a su bodega el título de «proveedor de su majestad» y nombró a José de Guardia y Parra (ya llamado así) gobernador de Segovia en 1863, quizá para tenerlo más cerca. Isabel II disfrutó tres días de nuestra ciudad. Según Enrique del Pino, «su visita dejó en Málaga una estela de sabor castizo, por encima de la pompa y el protocolo».
Su hijo Alfonso XII llegó a Málaga en la fragata Victoria el 18 de marzo de 1877 para pasar un par de días, acompañado de Cánovas del Castillo. A las diez de la mañana un cañonazo desde Gibralfaro anunció su llegada. No quiso subirse al lujoso carruaje que le tenían preparado y prefirió recorrer las calles de la ciudad en un caballo blanco que le cedió el marqués de Larios. Su arrogante figura de veinte años entusiasmó a los malagueños. El segundo día fue lluvioso y ventoso y el arco de triunfo que se había levantado en Puerta del Mar quedó en un estado lamentable. Destaquemos la visita que realizó al Instituto Provincial, donde 400 alumnos recibieron al monarca y se soltaron palomas que llevaban versos atados a sus patas.
Alfonso XIII estuvo en Málaga en cuatro ocasiones: en 1904, 1907, 1921 y 1926. Esta última visita la realizó con Victoria Eugenia de Battemberg (desde los reyes Católicos no venía a Málaga una pareja real), para inaugurar el Hotel Príncipe de Asturias y entregar las primeras casas de Ciudad Jardín. Asistieron a una corrida de toros en la que Miguel Báez 'Litri' fue cogido por el toro 'Extremeño' en la pierna derecha, cogida que le acabaría costando la vida.
Una tarde de septiembre del año 2014 paseaba por la Alameda cuando me sorprendió descubrir que el tráfico estaba cortado. No se esperaba ninguna vuelta ciclista ni manifestación alguna. La gente rumoreaba que podía ser algún ministro o quizá un secretario de estado. No. Eran los reyes de España que venían a Málaga en su primera visita oficial. El coche real pasó raudo y reluciente en dirección al Museo Picasso, donde iba a inaugurar no sé qué exposición. Apenas había público en las aceras. No hubo ni cohetes, ni cañonazos ni fanfarrias. Cómo cambian los tiempos, pensé.
Don Felipe y doña Leticia cenaron esa noche boquerones y ajoblanco (de aperitivo), ensalada de langostas con frutos rojos, solomillo de ternera con foie y milhoja de crema. Añadamos que ya estuvo en otras seis ocasiones en Málaga, siendo Príncipe de Asturias.
Su padre no se prodigó tanto. Hay quien asegura que alguna vez vino de incógnito. Recuerdo un verano ver pasar su helicóptero sobre la playa para dirigirse a Marbella y cumplimentar a su amigo el rey de Arabia Saudí. En su visita de 1995, al llegar al Parque Tecnológico, Juan Carlos I se dio un golpe en la cabeza al bajarse del coche.
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