El autobús quedó empotrado en las rocas. Archivo muñoz antivón
A la sombra de la historia

El accidente de autobús de Martiricos: una tragedia que conmocionó a Málaga

Sábado, 28 de agosto 2021, 00:00

Hoy, por fin, he tenido fuerzas para escribir este artículo. Reconozco que en algunos momentos lo he hecho con un nudo en la garganta. ¡Cuántas ... excursiones he disfrutado (y espero disfrutar) con mis alumnos! Mi padre me habló de este accidente que conmocionó a Málaga un día que pasamos de excursión por la sinuosa carretera que une Benaoján con Ronda. Uno de los fallecidos fue su profesor de latín, del que guardaba un buen recuerdo.

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El miércoles 27 de abril de 1966 un grupo de alumnos de sexto de bachiller y del PREU del Instituto Nuestra Señora de la Victoria (Martiricos) realizaban una excursión a la Serranía de Ronda y a la cueva de la Pileta. Entonces había solo dos institutos en Málaga y algunos alumnos nunca habían salido de nuestra ciudad, por lo que una excursión era todo un acontecimiento que rompía la rutina escolar. Hoy los alumnos están más viajados.

Eran las 15.53 horas. El autobús MA-43.917, un Seida con motor Pegaso de la empresa Olmedo, matriculado el año anterior, iba conducido por Diego Olmedo Gaitán, experimentado conductor e hijo del propietario de la empresa. Algunos alumnos dormían y otros cantaban acompañados de dos guitarras. A dos kilómetros de Montejaque, en el lugar conocido como El Pantano, en una cerrada curva de la estrecha carretera construida en tiempos de Primo de Rivera, el autocar se precipitó dando tres vueltas de campana por un precipicio de unos cincuenta metros y se quedó empotrado contra las rocas.

Fallecieron el chófer, dos profesores (María Victoria Serrano Zambrana y Francisco López Ruiz) y cuatro alumnos. Tenían quince o dieciséis años. Consignemos sus nombres: Pío Verdú Infantes, José Manuel Martín García, José Velasco López y Fernando Delgado Jerez. Hubo unos cuarenta heridos, ocho de ellos graves, entre ellos la catedrática de literatura Elena Villamana. Los primeros en llegar al lugar del accidente fueron un odontólogo de Ronda, Domingo Figueira, y un empleado de una fábrica de chacinas de Benaoján.

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Archivo muñoz antivón

Hace cinco años, con motivo de los cincuenta años de la tragedia, el periodista de SUR Álvaro Frías reunió a algunos de los supervivientes. Sus testimonios son escalofriantes. Francisco Flores recuerda cómo poco antes del accidente cambió su sitio junto a la ventanilla a un compañero que fue de los que fallecieron. Julio Bravo quedó atrapado y fue el último en ser rescatado de entre los restos del autocar, hasta el punto de que un cura le dio la extremaunción allí mismo. El conductor del autobús llevaba también a su hijo, Diego Olmedo, que no se enteró hasta pasados dos días de que su padre había fallecido en el accidente. Tal fue su conmoción. Fernando Nieto afirmaba que ese día volvió a nacer y que la vida les dio una segunda oportunidad.

Comportamiento ejemplar

Todos los coches y camiones que había en Montejaque acudieron al lugar de la tragedia. Muchos vecinos mostraron un ejemplar comportamiento. Cientos de rondeños fueron a donar sangre. También fue modélica la entrega del personal sanitario del Hospital Comarcal de Ronda, que atendió a las víctimas. Colaboraron en las tareas de rescate los soldados del Regimiento de Infantería Ceuta 54, con guarnición en Montejaque. Uno de los alumnos recordaba con horror los gritos de unos padres que habían llegado desde Málaga al hospital sin saber si su hijo estaba vivo o muerto.

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Lugar donde ocurrió el accidente Archivo muñoz antivón

Sin embargo, al filo de la medianoche, las cuentas no salían. En el autobús viajaban 53 personas, pero los fallecidos y los heridos sumaban 51. Había que localizar a los dos alumnos que faltaban. Se sospechaba que habían quedado atrapados debajo del autocar. A las doce de la noche se movilizaron sesenta soldados para poder mover el vehículo y encontrarlos. Al final no fue necesario porque entre los vecinos de Montejaque y la Guardia Civil consiguieron desplazar el autobús. No aparecieron debajo. La solución al enigma llegó al día siguiente: dos alumnos no fueron a la excursión y se quedaron en Málaga. En el autocar siniestrado viajaban 51 personas: el chófer y su hijo, tres profesores y cuarenta y seis alumnos.

El jueves 28 de abril, a las ocho de la tarde, se celebró un funeral por las víctimas en el patio del instituto. Todo el claustro de profesores, presidido por su director Ramón Díaz-Delgado Viaña, salió a las puertas del centro a recibir los cadáveres.

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El impacto de la tragedia en Málaga fue tremendo. Benaoján suspendió sus fiestas de San Marcos. El autobús, reparado y carrozado de nuevo, siguió prestando servicio hasta 1988, cuando se le dio de baja al sufrir otro accidente.

Los profesores que sufrieron el accidente

Tres eran los profesores del instituto de Martiricos que ese día iban de excursión con sus alumnos. Fallecieron dos de ellos, quizá por viajar en los asientos delanteros. María Victoria Serrano Zambrana tenía solo veinticinco años y era profesora de historia. Había sido contratada el curso anterior para cubrir una vacante.

Francisco López Ruiz era catedrático de griego y sacerdote. El destino quiso que fuera a la excursión, ya que el día anterior al accidente le pidió al profesor de religión que le cambiara el puesto, porque quería conocer la cueva de la Pileta. Era un erudito. Mi padre me contó que lo apodaban 'la mula griega' por su gran corpulencia y humanidad.

La única profesora superviviente fue la aragonesa Elena Villamana Peco. Llegó al instituto Gaona como catedrática de literatura en 1949 y en Málaga enseñó hasta que se jubiló. Fue una mujer adelantada a su tiempo cuando los claustros de los institutos estaban casi solo formados por hombres. Era muy culta y fue autora de numerosos libros escolares. De carácter recio, dejó una importante huella en sus alumnos.

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