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Los vecinos de Guadalmar, en alerta por el aumento de robos: «Tengo el miedo metido en los huesos»Los vecinos y empresarios de Guadalmar están preocupados. Según mantienen, han dejado de sentirse tranquilos en su barrio e, incluso, en sus propios domicilios. El motivo, cuenta la asociación vecinal Almar, son los robos que llevan padeciendo desde verano y que afectan tanto a negocios como a viviendas y vehículos estacionados en esta zona costera de Málaga capital. «Yo tengo el miedo metido en los huesos, no se me va», asegura Paquita, de 78 años, quien sufrió un intento de asalto en su casa cuando ella se encontraba en su interior.
Prácticamente, apenas hay semanas en la que los residentes de la zona no tengan conocimiento de nuevos hechos delictivos en el vecindario, lamenta Almar. Uno de los últimos, al menos denunciado por las víctimas y del que la entidad tuvo constancia, ocurrió en el chiringuito Servando, al que los ladrones accedieron de madrugada tras reventar una de sus cristaleras blindadas.
La entidad vecinal, según ha podido saber SUR, ha informado a la Comisaría Provincial de la Policía Nacional y al Ayuntamiento de Málaga de más de una decena de casos ocurridos entre junio y el presente mes de noviembre.
Sin embargo, el secretario y portavoz de la asociación, Eduardo Castillejos, sostiene que hay muchos más casos de los trasladados a las autoridades debido al alto índice de infradenuncia que hay, principalmente en lo que respecta a los coches violentados por ladrones que intentan sustraer lo que encuentren en su interior.
«La calle Guadalhorce, por ejemplo, es un foco porque hay muchos turistas que dejan ahí los automóviles y se van a disfrutar del paseo y las vistas del paraje», explica. En este sentido, añade que, como suelen ser automóviles de alquiler o, en otros casos, los propietarios prefieren dar únicamente parte a su compañía aseguradora, estos actos vandálicos quedan fuera del radar policial y, por tanto, impunes.
«No solo pedimos más presencia policial, también a los propios vecinos que denuncien e informen a la policía porque, de lo contrario, no va a haber una actuación policial acorde», agrega al respecto Castillejos. En cualquier caso, apunta que en los últimos dos meses Almar ha tenido constancia de al menos una quincena de incidencias de este tipo.
La consecuencia de todos estos asaltos, inciden desde la organización vecinal, es que la sensación de inseguridad e intranquilidad ha terminado por instalarse en el vecindario, donde los robos producidos en los últimos meses han seguido distintos modus operandi.
En el caso de Paquita, de 78 años, los delincuentes arrancaron la cámara de seguridad de su domicilio para, a continuación, intentar acceder al mismo forzando una de sus puertas. «Yo estaba leyendo en el sillón del salón cuando escuché un golpe», recuerda.
La mujer dejó su libro y se dirigió hacia la cocina, donde había escuchado el ruido. Ahí se dio cuenta de que acababan de forzar esta entrada. «Eso sucedió siendo todavía de día y desde entonces estoy con el miedo metido en los huesos, porque el que sea ya me estaba abriendo la puerta», dice entre sollozos.
Según explica, ella padece artrosis y su mayor miedo no es que le roben -«no tengo joyas ni nada de valor», incide-, si no ser empujada y sufrir una caída, o recibir un golpe a su edad. «Uno de mis hijos se ha tenido que venir de Suiza para estar conmigo y que me calme», agrega.
Un mes antes de este episodio, sucedido en agosto, los ladrones -de momento, se desconoce si son los mismos u otros autores- también robaron en otra vivienda de la zona. En septiembre hubo un tercer asalto a una casa que estaba de reformas, a la que los delincuentes accedieron rompiendo la puerta. Al no encontrar pertenencias de valor de los propietarios, se llevaron la maquinaria y las herramientas que los obreros habían dejado en el domicilio para realizar los trabajos.
Del mismo modo, desde Almar indican que al negocio Shiva le han reventado el cierre hasta en tres ocasiones recientemente y que también tienen constancia de un hurto cometido en la papelería Openmar, de la que se llevaron cartones de tabaco tras, supuestamente, intimidar a su propietaria.
El último negocio afectado, al menos que Almar sepa, ha sido el chiringuito Servando. «Intentaron forzar la cerradura y, al ver que no podían, reventaron el cristal blindado que queda frente a la playa, pero tuvieron que estar ahí un buen rato seguramente hasta que lo consiguieron», cuenta Rocío, responsable junto a su marido de este establecimiento.
Se enteraron al día siguiente, cuando tenían programada una comida para unos 150 comensales. «Imagínate, llegamos y nos encontramos el cristal reventado, la caja robada y varios dispositivos electrónicos que usamos para trabajar también sustraídos», dice.
Como explica la dueña de este local, que lleva 32 años prestando servicio en Guadalmar, no solo cuentan las pérdidas por el dinero y los efectos robados; también los perjuicios que un hecho así ocasiona: «Hasta este miércoles no nos han puesto el nuevo cristal, hemos tenido que estar con el agujero tapado de aquella manera».
Estos hechos y otros, como la sustracción de una moto o los asaltos reiterados a una furgoneta de una empresa de reformas, han sido trasladados desde Almar a la Policía Nacional y al Ayuntamiento de Málaga con la esperanza de que se incremente la presencia policial en la zona.
En este sentido, fuentes policiales precisaron a este periódico que se ha reforzado el dispositivo de efectivos, tanto en este como en otros barrios malagueños, con el fin de disuadir a los amantes de lo ajeno y para dar con los responsables de estos robos.
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