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Dice llamarse Toufik, pero su verdadera identidad sigue siendo un misterio. Marroquí, argelino... los investigadores creen que es libanés y que llegó a España en los años ochenta huyendo de la guerra de su país. Desde entonces, ha sido reseñado con más de 30 nombres ... distintos, aunque con la misma cara y la misma huella: la que ha dejado tras de sí en un historial violento de asaltos callejeros a personas mayores.
Los investigadores de la Policía Nacional de la comisaría de Vélez-Málaga, que lo han detenido en multitud de ocasiones, aseguran que el robo era su modo de vida y que sus numerosos antecedentes policiales reflejan su periplo por el país. Palma de Mallorca, Palencia, Algeciras, Barcelona... En los últimos 20 años ha ido alternando la libertad con su paso por la cárcel. De hecho, en 2008 se le acusó de la muerte de una de sus víctimas.
Ahora, Toufik ha añadido un nuevo renglón a su expediente criminal. La Audiencia Provincial lo ha condenado por la muerte de un hombre al que propinó una brutal paliza en su domicilio, en Torre del Mar, para robarle un anillo de oro con sus iniciales y un reloj valorados en poco más de 300 euros. Francisco tenía 75 años y era guardia civil jubilado.
La sentencia, que no es firme, impone al procesado una pena de 12 años por el homicidio, a la que suma otros cuatro años por el robo con violencia. La Sala, que contempla la circunstancia agravante de reincidencia, obliga a Toufik a indemnizar con 50.000 euros a los dos hijos del fallecido. Él negó su participación en los hechos.
El tribunal del jurado que se encargó de valorar las pruebas consideró acreditado que el autor del crimen fue Toufik, un tipo de complexión fuerte, de 1,75 de estatura y antiguo practicante de boxeo, que fue identificado por dos testigos y también por los investigadores de la Policía Nacional, que reconocieron en su modus operandi a la misma persona que habían detenido en años anteriores.
Los hechos ocurrieron el 15 de febrero de 2020. Francisco coincidió con Toufik en un bar cerca de casa. Tomaron unas cuantas bebidas y ambos se dirigieron al domicilio de la víctima. Una vez dentro, según la sentencia, el acusado propinó numerosos golpes en la cabeza y en la cara a Francisco y, tras arrebatarle el reloj, el anillo y unos medicamentos, se marchó de la vivienda, dejándolo en estado muy grave, «a sabiendas del riesgo que ello suponía para su vida».
A Francisco lo encontraron su hermano y un hijo de éste a día siguiente, unas 24 horas después de la agresión. Estaba tirado en el suelo, tiritando, sin poder articular palabra por los golpes recibidos. El sobrino, que es médico, trató de practicarle los primeros auxilios hasta que llegó la ambulancia y la primera patrulla de policía.
El exagente fue trasladado al Hospital de la Axarquía, donde comprobaron que presentaba numerosas fracturas del macizo facial con desplazamiento leve hacia la izquierda de la vía aérea por el «importante aumento de partes blandas en planos superficiales y profundos» -debido a la hinchazón- que le impedía respirar. Ingresó directamente en la UCI.
Tras estabilizarlo, lo derivaron al Hospital HLA El Ángel. Allí lo operaron de una hemorragia subaracnoidea en la cabeza y de una fractura en la mandíbula. Días después contrajo una neumonía asociada a la ventilación mecánica y sufrió una broncoaspiración de gelatina, que era lo único que podía comer. Su estado empeoró. Murió el 3 de mayo, dos meses y medio después de la agresión. Nunca llegó a testificar. Falleció sin poder contar lo que le había sucedido ni identificar al responsable.
La sentencia considera los hechos constitutivos de homicidio por dolo eventual, ya que al acusado se le debió representar la posibilidad del resultado final (la muerte), «perfectamente previsible, consintiéndolo y asumiéndolo, teniendo en cuenta el número de golpes propinados a la víctima y el lugar de su cuerpo donde impactaron todos ellos, cabeza y cara», dice el fallo.
Toufik, según los investigadores, buscaba siempre un perfil muy concreto: personas mayores de 60 años -edad a la que él mismo se va acercando, ya que en mayo cumplirá 58 años- a las que abordaba por la espalda en mitad de la calle y golpeaba con gran violencia para robarles el dinero y las joyas que llevaran encima. Víctimas y testigos coincidían en algo más: siempre iba muy bien arreglado -vestía incluso con traje y sombrero- para no despertar sospechas.
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