La desaparición de Sibora Gagani siempre se consideró inquietante. Ya en 2014, la policía tomó una decena de declaraciones -la mayoría a amigas o compañeras de trabajo- e interrogó hasta en dos ocasiones a Marco R. G. para averiguar el paradero de la joven italo- ... albanesa. Su exnovio se esforzó en aparentar una fuga voluntaria y contó a todo el mundo que había sido vista en Tenerife. La familia de ella nunca lo creyó.
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En el verano de 2014, Torremolinos se llenó de carteles con fotos de la joven desaparecida y la policía, al ver que la investigación no avanzaba, recurrió incluso a la colaboración ciudadana. Este periódico se hizo eco del caso y de la inquietud de los agentes. Pero nadie dijo nada.
El sumario del caso contiene las declaraciones de seis testigos protegidos con las pistas que Marco dejó tras el crimen, cometido en 2014, pero que no han desvelado hasta ahora. A uno de ellos le preguntó dónde enterrar un cadáver. A otros dos llegó a confesarles que había matado a la joven y se había deshecho del cuerpo usando ácido.
Sin embargo, al parecer ninguno de ellos acudió entonces a comisaría a contarlo, lo que seguramente contribuyó a que el cadáver de la joven haya permanecido nueve largos años oculto tras la pared de un piso de la barriada del Calvario mientras su familia seguía preguntándose qué había sido de ella.
Los seis testigos protegidos declararon en la policía el 23 de mayo y siguientes, fecha en que este periódico adelantó en exclusiva que Marco R. G. había confesado en comisaría que emparedó a Sibora y que su cadáver estaba escondido en el ático del Calvario.
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Tampoco dijo nada, hasta ahora, el albañil que hizo el zulo. Ahora, la familia de la víctima pide que se incorpore a la causa como investigado.
El sumario contiene dos declaraciones casi idénticas. Son los testigos protegidos 4 y 5/23. Sus testimonios son coincidentes porque ambos aseguran haber estado una noche de copas en la que Marco les hizo una confesión a la que entonces no dieron credibilidad, pero que ahora, a la vista de las últimas revelaciones, ha pasado a cobrar importancia.
Curiosamente, pese al cariz de la confesión, ninguno de los dos acudió en aquel momento a comisaría. Lo han hecho ahora. En concreto, el 23 de mayo de 2023. Esto fue lo que contaron:
«[...] hace unos años, no pudiendo precisar fecha exacta, coincidieron en un establecimiento de la avenida Bonanza del Arroyo de la Miel, Benalmádena, con Marco, al cual conocen ya que, en aquella época, trabajaba en la zona de Puerto Marina. Mientras se encontraban de copas, el tal Marco les manifiesta que lo esta pasando mal ya que en Italia lo acusan de haber matado a su expareja hace unos años. Al preguntarle si era cierto que la había matado, Marco les reconoce que sí, y que se había deshecho del cuerpo con ácido, con la colaboración de un primo suyo, quien habría venido desde Italia para ayudarlo, destacando el fuerte olor que desprendía«.
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Durante la conversación, Marco reveló otro episodio que, a la vista de las diligencias del caso, también contiene indicios de veracidad. Según relató, había estado detenido en Galicia porque se desplazó a la vivienda de su expareja «con intención de hacerle daño», si bien al llegar vio que ésta se encontraba acompañada, por lo que no pudo hacer nada. Al parecer, según les dijo, un familiar de su expareja lo vio y dio aviso a la policía, que procedió a su detención. A Marco le consta este antecedente en su historial.
No conoció a Sibora, pero sí llegó a tener cierta amistad con Marco, pese a que rehusaba quedar con él y con sus amigos porque sus noches de juerga iban aparejadas al consumo de drogas. El pasado 26 de mayo, días antes de que la policía localizara el cadáver de la joven italo-albanesa, el TP 8/23 declaró en comisaría lo que recordaba de unas manifestaciones que le hizo Marco el verano que desapareció Sibora.
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Según manifestó, el italiano se presentó en la puerta de su casa «bastante alterado y nervioso» y le pidió un favor: que le prestara su coche para transportar «unas cosas». Él le dijo que no porque sabía el ambiente en que se movía Marco y, según aseveró, no confiaba en él.
Después de que se negara a dejarle el coche, Marco le hizo una pregunta que hoy día, sabiendo todo lo que pasó, hiela la sangre: «Si tuvieras que enterrar un cadáver, ¿dónde lo harías?» El TP 8/23 declaró que se lo tomó a broma y le respondió: «Será que no tienes monte, Marco».
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El testigo protegido contó a la policía que esa conversación se produjo antes de descubrir que se estaba buscando a Sibora. Reconoció que sabía que ambos tenían una relación muy «tóxica» por las «constantes peleas, golpes y drogas». Pero, al parecer, no pensó que podía tratarse de ella porque -dice- le contaron que Sibora había sido vista en Torremolinos días después de tener aquella conversación con Marco.
El 25 de mayo acudió a comisaría una mujer que se identificó como la testigo protegido 7/23. Según relató, conoció a Sibora y a Marco desde hacía nueve años porque coincidían juntos de fiesta. Pero un día, dijo, vio al italiano solo. Entonces, se le acercó y le preguntó por su novia. Él le contó que se había peleado unos días antes y ella había vuelto a su país.
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Durante la noche, Marco empezó a beber y a drogarse, según la TP 7/23, momento en que ella le dijo que llamara a Sibora para que se uniera a la fiesta. Él insistió en que se habían «peleado» y, mediante gestos, dijo que la había agarrado por el cuello con un brazo mientras le pegaba puñetazos con el otro. La TP 7/23, como el resto, manifestó que no dio credibilidad entonces a las manifestaciones de Marco y no dijo nada.
El sumario contiene una declaración de otra testigo protegido que, nueve años después, puede ayudar a aproximarse a la data de la muerte. La mujer reveló que las discusiones entre la pareja eran tan constantes como «acaloradas».
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Según declaró, en julio de 2014, antes del día 17, escuchó un incidente violento en la vivienda que compartían Marco y Sibora. Al parecer, oyó una «fuerte discusión» entre ambos y, de pronto, un golpe contra la pared. Le llamó la atención la fuerza de ese golpe y que, tras el mismo, el apartamento se quedó en silencio. Ya no escuchó nada más.
La TP 6/23 no volvió a ver a la joven italo-albanesa. Días después, una chica argentina, amiga de Sibora, llamó repetidamente a la puerta de la desaparecida y, después, a la de la testigo, a la que entregó un manuscrito que decía: «Sibora, ponte en contacto conmigo, que no sé nada de ti».
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