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La víctima salió despedida más de 20 metros tras el atropello. Su estado era muy grave. Por fortuna, justo se enfrente se encontraba Salvador, un taxista de 52 años que supo colocarla en posición de seguridad y evitó que se asfixiara con su propia sangre. Tanto la Policía Local como los sanitarios le reconocieron que, con su intervención, posiblemente le salvó la vida.
Los hechos sucedieron sobre las cinco y media de la tarde del 29 de junio en la avenida Severo Ochoa, en Marbella. Salvador se encontraba en la parada de taxi situada frente a un conocido hotel esperando a que saliera el siguiente servicio. Estaba sentado en el asiento del conductor.
A unos metros, observó cómo un hombre cruzaba el paso de peatones. A él le pareció que el semáforo estaba en rojo para los viandantes, aunque ese extremo está siendo investigado por la policía. Lo siguiente que vio fue al mismo hombre dando vueltas en el aire y acabó cayendo detrás del coche que acababa de arrollarlo.
Salvador, que fue socorrista en el pasado, salió a socorrerlo. Comprobó que el peatón estaba inconsciente y sin respiración, con la cabeza tapada por su propia camiseta. Él se la bajó con cuidado -intuía que presentaba múltiples contusiones- y lo colocó en posición lateral de seguridad porque sangraba abundantemente.
La policía llegó en pocos minutos, calcula el taxista, mientras que la ambulancia sí tardó un poco más en venir, un tiempo que a él se le hizo eterno, ya que lo mantuvo en la misma posición de seguridad para evitarle males mayores.
Los sanitarios le colocaron un collarín a la víctima, un hombre de 38 años y de origen extranjero, y se lo llevaron al Hospital Costa del Sol, aunque posteriormente, y dadas las características de las lesiones, lo terminaron derivando al Hospital Regional de Málaga.
A Salvador le quedó la duda de si había logrado sobrevivir al grave atropello, así que por la noche se acercó a verlo al hospital. Los cirujanos le tuvieron que hacer una reconstrucción del labio inferior, tenía cuatro costillas rotas y probablemente pierda la visión de un ojo. Pero estaba vivo.
El peatón le agradeció en repetidas ocasiones su ayuda. Y los médicos le dijeron que gracias a que lo puso en esa posición se salvó, porque podía haber muerto ahogado por su propia sangre.
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