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Un servicio a vida o muerte: «Encontramos a la anciana inconsciente y sin respiración»Iván García apenas lleva dos meses en prácticas en la Comisaría Provincial de Málaga, pero su templanza ha sido crucial para, junto a su compañero Alfonso Solís –un veterano en el Grupo de Atención Ciudadana (GAC)– salvar la vida a una anciana que se había atragantado con un trozo de melón cuando almorzaba en su domicilio con su familia. «La situación era crítica cuando llegamos: estaba tendida en el suelo, sin respiración e inconsciente», exponen los dos agentes.
Ocurrió el pasado sábado 31 de agosto, que casualmente fue el último día que el joven efectivo, de 24 años, estuvo de servicio en el coche radiopatrulla antes de rotar a su próximo destino, el aeropuerto de Málaga. García y Solís circulaban en el vehículo policial por la zona de Huelin cuando, sobre las 13.00 horas, recibieron un aviso a través de la Sala CIMACC 091. En el mismo se indicaba que había una mujer de avanzada inconsciente en una casa y que tanto su rostro como sus labios estaban empezando a adquirir un tono amoratado.
La experiencia es un grado y Solís, que suma a su espalda 25 años de servicio en el 'Zeta' –así se denomina al coche radiopatrulla–, pisó a fondo el pedal del acelerador tras activar las señales luminosas y acústicas. «Me conozco la calle como la palma de mi mano y sabía que quedaba cerca; en apenas un minuto y medio estábamos ya en su vivienda», relata.
Con ayuda de una vecina llegaron al inmueble y accedieron a la cocina, donde estaba la emergencia. La escena no pintaba bien. La mujer, de 85 años, no respondía a ningún estímulo mientras su hija trataba de practicarle la reanimación cardiorrespiratoria (RCP). Su marido, también de avanzada edad, estaba sentado en una silla completamente desencajado. En la mesa todavía estaban los platos de la comida.
Fruto de los nervios, nadie había informado de que la octogenaria en realidad había sufrido un atragantamiento. «Por los síntomas, desde el 061 les estaban dando indicaciones de cómo hacer la RCP, como si fuera un infarto», exponen los agentes. Pero al comprobar que la mujer no reaccionaba, Solís estuvo rápido: «¿Es un ataque cardíaco?». En ese estado de ansiedad, la hija respondió como pudo: «No, no... que le he dado un trocito de melón».
No había tiempo que perder. Con mucho cuidado, García y Solís tomaron las riendas e incorporaron a la mujer cogiéndola de las axilas. El más joven empezó a practicarle la maniobra de Heimlich, mientras su compañero introducía los dedos en la boca a la anciana para tratar de abrirle las vías respiratorias.
Al tercer intento, la maniobra dio resultado. El funcionario veterano vio cómo expulsó un pequeño trozo de melón con el que se había atragantado. «Ahí, la mujer tomó una bocanada de aire; había recuperado la conciencia y poco a poco el color de la cara», señalan.
García le volvió a realizar la maniobra una vez más, notando que la octogenaria mejoraba notablemente. Con delicadeza, la sentaron en una silla y, por suerte, en apenas medio minuto ya estaban allí los sanitarios del 061, que evacuaron a la octogenaria de urgencia al Hospital Universitario Virgen de la Victoria de Málaga.
Esa fue la primera intervención humanitaria que ha llevado a cabo García, quien finalizó la formación en la Escuela Nacional de Policía en Ávila el pasado 31 de mayo. Como cuenta, es el primer agente de su familia y solo lleva dos meses vistiendo el uniforme azul, pero ha quedado demostrado que la vocación de servicio público va impresa en su ADN. En esa situación límite, insiste, no había ni tiempo ni posibilidad de dejarse llevar por el nerviosismo o las dudas.
«Ante una emergencia así actúas por puro instinto, de manera automática... es algo para lo que me he formado pero no sabía lo que era estar en esa tesitura hasta que la viví», mantiene. Una vez que comprobó que la actuación había salido bien, dice, se llevó «una satisfacción y una alegría enorme». La sensación, insiste, no se puede describir.
No es cuestión de trayectorias. Para Solís, que acumula todo tipo de servicios desde que subió por primera vez a un vehículo radiopatrulla –donde afirma que quiere jubilarse–, no hay ninguna actuación que sea comparable con salvar la vida a una persona. «Ha sido la mejor intervención de mi vida, esto es lo más bonito de la profesión», mantiene el agente, quien se deshace en halagos hacia su compañero: «Es que realizó la maniobra de manera perfecta, y lleva dos días como quien dice; es un fenómeno».
Desde que llevaron a cabo aquella intervención, ambos han estado preocupados por la evolución de la octogenaria. SUR pudo contrastar que, pese a que continuaba hospitalizada, ya no se temía por su vida, tal y como precisaron fuentes sanitarias. Una noticia que ha sido un «subidón» para ambos funcionarios, quienes querían ir a visitar a la familia o acudir al hospital y preguntar sobre su estado. «Nos da mucha felicidad, por ella y su familia», subrayan.
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Ignacio Lillo | Málaga
Nuria Triguero | Málaga
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