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Más de una quincena de buzos sumergidos a 50 metros de profundidad en un agua cuya temperatura baja hasta los cuatro grados, cámaras subacuáticas y hasta un robot de la Guardia Civil trabajan sin descanso para tratar de localizar a Mario Quirós, el sargento malagueño ... desaparecido en un embalse de Huesca cuando realizaba las prácticas de un curso de buceo de asalto del Ejército. Por ahora no hay rastro del militar.
Las alarmas saltaron en la madrugada del pasado martes, cuando sobre las 03.00 horas se dio aviso al Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de Huesca para que se movilizara hasta El Grado, localidad en la que se encuentra el embalse. Se informó de que los militares estaban haciendo unas prácticas nocturnas por parejas. En una de las inmersiones, es cuando se le pierde la pista al sargento, que no volvió a salir a la superficie.
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Alvaro Frías Juan Cano
Los especialistas del GEAS no tardaron en movilizarse y, dos horas más tarde, ya estaban desplegados en El Grado. «Hicimos las primeras comprobaciones de visibilidad, profundidad y temperatura del agua para iniciar las inmersiones», explica el sargento jefe del GEAS de Huesca, Jesús Fernández, que es la persona que está al frente de las tareas de rescate.
No están siendo nada fáciles, precisa el especialista. El hecho de que la desaparición tuviera lugar de noche ha provocado que los buzos no cuenten con una referencia concreta del punto en el que se le pierde la pista al joven militar –cumple hoy los 23 años–, por lo que la zona en la que se concentra la búsqueda es muy amplia.
Otro de los inconvenientes a los que se enfrentan los 16 efectivos del GEAS desplegados en estos momentos en la zona es la gran profundidad que tiene el embalse, que llega hasta los 72 metros bajo la superficie. Al respecto, el sargento Fernández explica que los buzos, que emplean una técnica de aleteo especial para no levantar el fango posado en el fondo de roca y nublar la buena visibilidad, rastrean la zona hasta los 50 metros de profundidad, donde el agua llega a estar a cuatro grados.
A partir de ese momento es cuando entran en juego los medios técnicos, ya que los buzos no pueden bajar a más de 50 metros con las botellas de aire que tienen. «Para descender a más profundidad, hasta el fondo del pantano, se ha desplazado un equipo de buzos de Madrid que cuentan con un compuesto que sí se lo permite. Pero antes tenemos que localizar el punto exacto para practicar el rescate», precisa el responsable del dispositivo.
Medios técnicos
Mientras tanto, se rastrean las profundidades con una cámara subacuática y un robot de la Guardia Civil, que un especialista dirige desde la superficie a bordo de una embarcación neumática. Ese es el aspecto que más ralentiza las tareas que se efectúan en El Grado: «Hasta los 50 metros de profundidad, nosotros hacemos unas técnicas de rastreo por cuadrículas en las que no nos dejamos ni un milímetro sin mirar. Sin embargo, a partir de ahí, es mucho más complicado».
Ante esta situación, el responsable del dispositivo indica que los trabajos podrían llegar a prolongarse durante semanas, ya que no cuentan con una zona exacta que rastrear. «Pero un golpe de suerte podría hacer que todo concluyera antes», apunta.
A su favor juega la buena visibilidad del agua, que permite observar lo que hay a unos diez metros de distancia, así como el hecho de que, al tratarse de un embalse, no hay corrientes. Los trabajos no cesan, desde el pasado martes, los buzos hacen inmersiones de sol a sol para localizar cuanto antes al sargento Mario Quirós.
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