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Los 64 años de Fernando Ruiz Corrales están ligados al deporte. Fue entrenador de tenis de sus hijas, ha jugado al baloncesto, ha hecho campo a través, le da al golf y sigue compitiendo en piragua, modalidad de la que fue campeón de España en ... 1971. Sale a andar o a correr todos los días por el paseo marítimo Pablo Ruiz Picasso acompañado de Dalila, la perra de su hijo. Llueva, truene, caigan chuzos de punta o haya una borrasca llamada 'Filomena'. Sólo así se explica que ayer, con el temporal que azotaba la provincia, él estuviera frente a la playa de la Caleta para salvar a una mujer de una muerte más que probable, ya que estaba siendo siendo arrastrada por el mar.
Serían las ocho y media de la mañana. Fernando emprendía el viaje de vuelta tras el paseo matutino cuando adivino, a lo lejos, la figura de una persona de pie junto a la orilla, justo debajo del chiringuito Oasis. Cualquier otro día no le habría extrañado porque es una zona frecuentada por pescadores de caña. Pero ayer la mar no estaba para eso. Empujado por la curiosidad, se acercó desde la parte trasera del chiringuito y volvió a mirar hacia la orilla. «Pero ya no vi a nadie», explica.
Al aproximarse, observó a una mujer dentro del agua, inmóvil. Las olas la volteaban. Fernando no lo dudó y corrió hasta ella para rescatarla. «Siempre salgo con los tenis de hacer deporte, pero casualmente ayer llevaba las botas de agua. Me metí, la agarré del jersey y la llevé como pude hasta la orilla«, cuenta.
Otra mujer que caminaba en ese momento por el paseo -iba a pie a su trabajo, en El Palo- bajó a ayudarlo. «Entre los dos pudimos subirla hasta el restaurante. Estaba como ida, inconsciente. Le pregunté qué hacía en la playa con el temporal que había. Las únicas palabras que pronunció fue: 'No recuerdo nada'«, continúa.
Fernando no llevaba el móvil encima. La mujer que lo ayudó fue quien llamó desde su teléfono a la Policía Local de Málaga. En ese momento, pasó por allí un operario de Limasa, al que pidieron que les echara una mano. Él volvió a llamar al 092. «Le expliqué que la acababa de sacar del mar y que tenía una hipotermina tremenda«.
La rescatada no llevaba zapatos e iba vestida con unos leotardos negros y un jersey de lana grueso. «No hubiese salido del agua por mucho que quisiera, porque la resaca se la tragaba. Había mucho mar de fondo«, aclara Fernando, que es ceutí, aunque reside desde hace años en Málaga. Conoce bien el oleaje y las corrientes.
El problema ya no era el mar, sino el frío. «Le pregunté al empleado de Limasa si llevaba algún plástico para cubrirla y me dijo que sí, que tenía unas bolsas de basura. Le hice un agujero para que pudiera meterse. Me llamó la atención que, al pasarle la bolsa por la cabeza, reaccionó como con miedo», cuenta.
Al cabo de unos minutos apareció una patrulla de la Policía Local. Los agentes le dieron las gracias a Fernando. «Menos mal que estaba usted aquí...», le dijeron. Poco después llegaron los sanitarios del 061, que evacuaron a la víctima con una hipotermia grave al Hospital Carlos Haya. Aunque ingresó en la sala de críticos, evolucionó favorablemente. Cuando los agentes fueron a visitarla, horas después, estaba consciente y su vida ya no corría peligro.
Al llegar a casa, la esposa de Fernando le preguntó, un tanto alarmada, dónde había estado, ya que había tardado más de lo habitual. Él le contó lo sucedido. Anoche, aún le daba vueltas a lo que le podía haber pasado a aquella mujer. «No sé si paseaba por la playa y el mar se la llevó, si se desmayó y la arrastraron las olas o si se le fue la cabeza...«.
Ni ella misma lo sabe, o al menos eso le dijo a los policías locales. La rescatada es de origen húngaro y reside en Alicante. Tiene 64 años, casualmente los mismos que Fernando (nacieron con 4 días de diferencia). Según les contó a los agentes, llegó el 7 de enero a la Axarquía para reunirse con unos amigos, pero discutió con ellos y cogió un autobús con destino a la capital. Al verse sola en Málaga, buscó un albergue y acabó pasando la noche al raso tumbada en la marquesina de una parada de autobús. A partir de ese momento, según les dijo, solo recordaba que llovía mucho, pero no se acordaba de cómo había llegado a la playa ni cómo acabó en el mar, a punto de perder la vida.
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Juan Cano Alvaro Frías
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