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Juan Cano y Alvaro Frías
Málaga
Lunes, 14 de febrero 2022, 23:40
Todo empezó con un patrullaje rutinario en redes sociales. Agentes del Grupo de Investigación y Protección (GIP) de la Policía Local de Málaga se toparon con unas imágenes de un grupo de chicas de botellón en una playa de la capital. En las fotos se ... las ve compartiendo chupitos y copas rodeadas de botellas de ginebra, de vodka y de ron. También alguna cachimba. En un vídeo, publicado en modo 'stories' de Instagram (desaparece a las 24 horas), aparece alguna de ellas fumando.
Las imágenes pueden parecer típicas de cualquier grupo de jóvenes un fin de semana cualquiera. De hecho, no llamarían la atención salvo por dos detalles que los agentes no pasaron por alto. El primero, la edad, porque aparentaban ser unas adolescentes. Cuando las identificaron, descubrieron que sólo tenían entre 11 y 13 años.
El segundo también despertó la preocupación de los policías. En una de las fotos publicadas por el grupo se observa un medicamento -concretamente, un jarabe para la tos- que al parecer mezclan con Sprite o Seven-up para conseguir un 'colocón'. El brebaje se conoce como 'lean' o 'Purple drunk' por su característico color morado y es muy peligroso para la salud.
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La investigación policial concluyó que estas prácticas por parte del grupo se habrían llevado a cabo fuera del horario escolar, generalmente los fines de semana, por lo que las pesquisas se centraron en ubicar los establecimientos donde habrían estado adquiriendo el alcohol y el tabaco, cuya venta está prohibida por debajo de los 18 años.
Las vigilancias de los agentes revelaron que las menores acudían principalmente a tres bazares de 'todo a un euro', dos de ellos de un mismo propietario (al parecer era el hijo del dueño quien les vendía), situados en la zona Oeste de la ciudad. En una de los seguimientos, incluso, presenciaron cómo una de las chicas del grupo iba allí a comprar. Dos de estos tres comercios fueron clausuradas cautelarmente durante 72 horas. Lo que no se ha conseguido averiguar es de dónde sacaron el jarabe, aunque todo apunta a que fue del botiquín de casa de alguna de las menores.
El responsable en Andalucía del proyecto Energy Control de la Asociación Bienestar y Desarrollo, Claudio Vidal, un auténtico especialista en la investigación de las drogas y sus efectos, asegura que el 'Purple drunk' tiene ya cierto recorrido. No en vano, en 2010 el Ministerio de Sanidad publicó un informe en el que advertía de los peligros del consumo recreativo de este fármaco entre los jóvenes.
«Es un fenómeno importado que viene de Estados Unidos -explica Vidal- y que ha tenido su difusión principalmente en redes sociales, aunque también a través de algunos cantantes de rap, que incluyeron menciones al 'Purple drunk' en sus canciones y potenciaron su difusión y consumo».
También hay quien lo ha relacionado con el famoso 'flameado de Moe', de la popular serie de 'Los Simpson', aquel brebaje morado que, un día en que se quedaron sin cerveza, Homer descubrió a Moe; en él mezclaban distintos tipos de licores, aunque accidentalmente se derramó el contenido de un bote de jarabe para la tos.
El doctor en bioquímica Fernando Rodríguez de Fonseca, que es investigador del programa 'Nicolás Monardes' en el Hospital Regional de Málaga, utiliza el término de «búsqueda de la felicidad química» a través de estas «interacciones medicamentosas» -mezcla de fármacos con otras sustancias- que producen estados psicoactivos y que encuentran en Internet el caldo de cultivo propicio para su difusión.
Los principios activos de estos jarabes son la codeína y el dextrometorfano, dos opiáceos de la misma familia que la heroína. Su consumo como droga produce un estado euforizante y, al mismo tiempo, disociativo -como si el cuerpo se separara de la mente- y alucinatorio. El científico usa el término de «heroína suave».
Entre los efectos adversos, especialmente importantes en niños y adolescentes, se encuentran náuseas, vómitos y trastornos gastrointestinales, mareos, fatiga, somnolencia, alucinaciones, inquietud y excitabilidad. En casos más graves se pueden producir síntomas como disminución de la concentración y de la conciencia hasta el coma, disforia y euforia, trastornos psicóticos como desorientación y delirios hasta estados de confusión o paranoicos, tono muscular incrementado, así como pueden ocurrir depresión respiratoria, cambios en la presión arterial y taquicardia.
El investigador del Hospital Regional añade: «Estas modas se deben a que, por desgracia, los adolescentes tienen más información de la química médica y farmacológica que sus tutores e incluso que los propios gestores; saben qué sustancias tomar o mezclar, las que no están sometidas a una regulación estricta... Esto lo ha aprovechado el mercado negro para vender benzodiacepinas o fentanilos muy potentes que están causando mortalidad».
Estados Unidos afronta actualmente una auténtica epidemia de sobredosis derivada en gran medida del consumo de opioides sintéticos, principalmente fentanilo, que es mucho más potente que la heroína. Entre mayo de 2020 y abril de 2021, murieron más de 100.000 personas por reacción adversa a las drogas, de las cuales más de 75.000 habrían estado relacionadas con opioides, según la CNN.
En 2017, la BBC alertó de que Estados Unidos lideraba el consumo de opiáceos en el mundo por distintos motivos, entre ellos su cultura de la medicación, la tendencia a administrar fármacos a aquellas capas sociales que no se pueden permitir otros tratamientos por la privatización de la sanidad, los incentivos de las farmacéuticas a los médicos y a la publicidad. Astrazeneca colocó un anuncio de 60 segundos de un medicamento en el descanso de la Superbowl, que es la franja más cara del país.
Rodríguez de Fonseca aboga por publicar para prevenir. «No te preocupes, que quien lo va a utilizar ya sabe de esto. La información está en Internet. De hecho, saben bastante más que nosotros», subraya el científico, quien apunta a la «dejadez familiar, educativa y administrativa», que a su juicio «deja a los adolescentes muy expuestos».
El responsable en Andalucía de Energy Control advierte del peligro en la administración de dosis inadecuadas de estos fármacos, que pueden producir una «depresión respiratoria» grave, unido al hecho de que la población en general no metaboliza igual la codeína: «A unos les puede hacer poco efecto y a otros, mucho. Pero esto que en un ámbito hospitalario o médico puede estar controlado, en un uso recreativo no lo está. Por eso hay que tratarlo con muchísima prudencia».
El mensaje que Claudio Vidal traslada a los padres es: «Que no cunda el pánico, porque cuando cunde el pánico y se genera ansiedad en la familia, se toman malas decisiones. Hay que entender por qué ha ocurrido, porque al final son decisiones que se toman en el grupo de iguales. Mucha de la difusión se produce a través de las redes sociales. Quizá hay que pensar en la libertad que les podemos estar dando ahí».
SUR ha consultado a los presidentes de los colegios de Médicos, Enfermeros y Farmacéuticos y todos han coincidido en que no tienen constancia de la presencia de este fenómeno en Málaga, más allá del caso detectado por la Policía Local. Pero, por si acaso, el pediatra Pedro Navarro, que preside el Colegio de Médicos de Málaga, recordó aquel viejo consejo de «mantener los medicamentos lejos del alcance de los niños». Y apostilló: «Lo ideal es no tener fármacos en casa».
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