
El consumo de marihuana en pasteles, bizcochos o magdalenas entraña más peligro del que a priori pudiera pensarse, sobre todo porque se percibe como algo lúdico y suele tomarse en contextos grupales de ocio entre jóvenes.
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Claudio Vidal, que es responsable en Andalucía del proyecto Energy Control y un especialista en la investigación de las drogas y sus efectos, advierte de episodios de «paranoias y alucinaciones» derivados de la ingesta de marihuana por vía oral, como al parecer le ha ocurrido a una joven en Málaga, que cayó de un tercero al creer que la querían secuestrar después de tomar un trozo de brownie con esta sustancia.
El problema, en palabras de Vidal, es que la marihuana consumida en un pastel es muy difícil de dosificar, porque «no sabes cuál es la concentración de THC de la porción que ingieres». Es decir, que puedes tomar un trozo que no lleve nada de droga y que el de al lado lleve buena parte del cannabis que se ha utilizado en la receta para cocinar el dulce.
Además, hay un tiempo de latencia hasta que se notan los efectos en el organismo. «Si no se tiene paciencia y se vuelven a tomar otra porción porque no se ha sentido nada con la primera, se está incrementando la dosis sin saberlo y encima los efectos de la marihuana por vía oral son más intensos y duraderos», aclara el experto.
Vidal explica que, en personas no habituadas al consumo de cannabis sativa, existe el riesgo de que desencadenen cuadros de paranoias con ideas de persecución. «Es un efecto del THC -detalla- por dosis altas o porque la persona esté predispuesta», bien porque no esté acostumbrada a tomar drogas o porque, directamente, le sientan mal.
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Esa dificultad para controlar la dosis, unida a la tardanza en sentir los efectos, suele provocar que se vuelva a consumir otra porción y «acaba dando problemas» porque la persona «se encuentra más ciega de lo que esperaba», lo que deriva en visitas a urgencias por ataques de pánico. Es, de hecho, uno de los motivos más frecuentes de ingresos hospitalarios de jóvenes por reacciones adversas a drogas. El otro es la cocaína.
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