No era una película porno, aunque lo parecía. Alguno incluso buscó la cámara oculta. Pero no la había. Era completamente real: un hombre de 40 años y una mujer de 44, ambos cordobeses, decidieron montárselo en las duchas de la playa de San Andrés ... y dieron rienda suelta a todos sus instintos sin dejar detalle a la imaginación del público, que pasó de mirar por morbo a apartar la vista, abochornados por lo explícito de la escena.
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El sexo en público y a plena luz del día puede salir muy caro a sus protagonistas, que acabaron detenidos por un presunto delito de exhibicionismo y provocación sexual, castigado con penas de seis meses a un año de prisión o multa de 12 a 24 meses. El martes, SUR se hizo eco de la noticia y ayer localizó a varios testigos. Todos coincidían en algo: «El artículo se quedaba corto para lo que ocurrió: fue más que una peli porno».
Todo comenzó en la orilla, sobre las 11 de la mañana, donde una pareja empezó a magrearse bajo el sol sin más atrezzo que una botella de Beefeater. Por no llevar, no llevaban ni toalla. Los vigilantes de playas contratados por la Junta de Andalucía para mantener la distancia de seguridad por el coronavirus se previnieron entre ellos al ver que la situación iba subiendo de tono.
Sobre las cuatro de la tarde, la pareja, después de que le llamaran la atención alguna vez en la orilla, enfiló el camino de las duchas. El vigilante, que no les quitaba ojo ante la presencia de niños en la playa (sábado por la tarde en San Andrés), empezó a caminar tras ellos para advertirles de que el uso de las duchas es individual. No le dio tiempo.
Antes de que pudiera articular palabra, vio cómo el hombre le bajaba el biquini a la mujer y ambos comenzaban a mantener relaciones a la vista de todo el mundo. «La Policía Local llegó pronto, en 5 o 10 minutos, y vio el momento de la felación. Pero fue mucho peor. Hubo de todo. Muy bestia. Jamás imaginé que vería algo así en la playa de San Andrés un sábado por la tarde«, cuenta un testigo presencial.
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Las duchas están ubicadas a pocos metros del espetero del chiringuito Rocamar, que estaba prácticamente lleno. Desde las mesas se contemplaba perfectamente la escena. «La gente ya ni miraba, era vergonzoso. Para que usted me entienda sin ser grosero, hicieron todo lo que sale en una película porno«, describe un empleado del restaurante, que añade, indignado: «Los críos no podían ni refrescarse en las duchas. Si me pilla a mí con los míos...».
Los niños no podían acceder a las duchas porque el vigilante de playa, cual portero, se afanaba en devolverlos a la orilla cuando los veía caminar tierra adentro. «Daos la vuelta, hay un problema en las duchas y ahora no se pueden usar», les decía a los que lograba interceptar. No lo pudo evitar con un par de ellos, que fueron identificados por la Policía Local para instruir diligencias por un presunto delito de exhibicionismo, que requiere de la presencia de menores.
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No pararon ni a la llegada de la Policía Local. «Los agentes tuvieron que acercarse a medio metro para que los escucharan. No oían a nadie», cuenta otro testigo. Cuando volvieron en sí después del frenesí sexual, la reacción de la pareja fue: «¿Qué ocurre? Esto no es tan grave, no pasa nada».
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