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La niña mantuvo en secreto lo que sucedía hasta que un día, aprovechando una regañina por el uso del móvil, se abrió. Era el 26 de noviembre de 2020. Aquel día le contó a su madre que el compañero sentimental de ésta, el hombre con ... el que ambas convivían en Torrox, abusaba sexualmente de ella desde hacía dos años.
La progenitora llamó inmediatamente a su pareja para pedirle explicaciones por lo que acababa de relatarle su hija. El hombre, de 32 años, estaba dentro de un coche de autoescuela recibiendo una clase práctica para sacarse el carne de conducir. Cuando pararon para tomar un café en la zona de Teatinos, el individuo aprovechó para huir.
Al saberse denunciado, el sospechoso abandonó su domicilio y su puesto de trabajo. Se escondió en una chabola cercana al Castillo de Gibralfaro, en una zona boscosa de difícil acceso frecuentada por personas sin hogar. Dos meses tardó la Guardia Civil en localizarlo. Les costó reconocerlo, después de tanto tiempo sin comida ni higiene. Había perdido más de 20 kilos cuando se le detuvo el 14 de enero de 2021.
Ahora, el caso encara la celebración del juicio, que tendrá lugar a finales de mes en la Ciudad de la Justicia de Málaga. El individuo, paraguayo de 34 años, se sentará en el banquillo para enfrentarse a una posible condena a 12 años de cárcel, como solicita la Fiscalía. También pide que indemnice a la víctima con 10.000 euros por el daño moral sufrido.
El representante del Ministerio Público relata que el acusado había iniciado una relación sentimental con la madre de la víctima a mediados del año 2019 y empezó a convivir con ella y con sus dos hijos, ambos menores de edad, en su domicilio de Torrox.
«Poco después de iniciar la relación, el procesado experimentó una atracción sexual hacia ... , hija mayor de ... , que entonces tenía 11 años», detalla el fiscal en su escrito. Para satisfacer este impulso, supuestamente comenzó a realizarle tocamientos, «practicando tales maniobras cuando la menor se encontraba sentada a su lado, en el único sofá que había frente al televisor, y la madre se quedaba dormida», añade el escrito acusatorio.
Más adelante, en fechas que la menor no pudo precisar, pero en al menos «veinte ocasiones», el procesado habría abusado de la niña aprovechando que la madre y el hermano se encontraban ausentes. «Estos episodios se desarrollaban unas veces en el dormitorio principal y otras en la cocina de la vivienda», continúa el fiscal en sus conclusiones provisionales.
La menor, según el Ministerio Público, habría consentido estas prácticas a causa del ascendiente que el procesado ejercía sobre ella y también porque «sentía vergüenza y temía que él pudiera adoptar alguna iniciativa perjudicial para ella o su familia», concluye el fiscal.
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