Vehículo cargado de hachís que se estrelló contra el de una mujer embarazada en Estepona. sur

La pandemia pone al narco contra las cuerdas

El estado de alarma, con un control férreo sobre los movimientos de los ciudadanos, complica el trabajo a los traficantes, que se vuelven más violentos

Miércoles, 30 de diciembre 2020

El coronavirus se ha colado este año en la sociedad para ponerla patas arriba. Ha golpeado a millones de familias, ha tumbado la economía, ha ... cambiado la forma de trabajar, de relacionarse... y también ha puesto contra las cuerdas al mundo del narcotráfico. El rugir de los motores de las planeadoras cargadas de hachís ya no suena tan a menudo por las aguas que separan Marruecos de España y las guarderías (escondites de la droga) están medio vacías. La respuesta al por qué de esta situación hay que buscarla en la fuerte presión policial, pero también en las medidas impuestas por las administraciones para luchar contra la pandemia, que han supuesto un mayor control en el movimiento de los ciudadanos, con limitaciones para cambiar de municipio, transitar por la calle sin un motivo autorizado o sometidos a un toque de queda. Se trata de una situación que ha complicado aún más la difícil tesitura en la que se encuentra actualmente el narcotráfico, azotado por el robo de alijos entre traficantes y por los continuos golpes policiales a las bandas que operan en la franja de costa entre Málaga y el Campo de Gibraltar, lo que les ha llevado a defender los cargamentos con una violencia sin precedentes.

Publicidad

Esta agresividad en los narcos se ha dejado notar a lo largo de este año con crímenes y ajustes de cuentas, pero también con un nivel de enfrentamiento con las autoridades que no era tan usual antes de la pandemia. Desde finales del pasado mes de agosto comenzó una escalada de violencia en la que durante varias semanas no hubo un día sin embestida a un vehículo policial o un accidente provocado por la temeridad al volante de los pilotos del hachís, que son los que se ocupan de llevar los coches –normalmente todoterrenos de alta gama– cargados con la droga desde la playa donde se produje el alijo hasta la guardería.

Se ha creado un nuevo escenario en el que se desarrolla el juego del gato y el ratón que protagonizan desde hace décadas las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y los traficantes en la franja de costa entre Málaga y el Campo de Gibraltar. Antes, si los agentes daban caza a los narcos, asumían que habían perdido. La droga entraba igual, pero no había tanta violencia. Ahora, la regla es que no hay reglas.

El narco está bajo presión por múltiples factores. El primero, y probablemente el principal, es porque empezaron a robarse entre ellos, quebrantando otra de las normas no escritas del gremio. Son los conocidos como paleros (narcos que roban a otros traficantes), que fueron formando sus propias bandas después de trabajar para otras organizaciones, conociendo así sus horarios, playas de los desembarcos y las guarderías donde esconden la droga. Se disfrazan de policías o guardias civiles y les quitan la mercancía.

Publicidad

En los últimos años, desde que los narcos empezaron a robarse mutuamente, germinó un clima aún mayor de desconfianza y, por extensión, de violencia. Primero, entre ellos mismos, con ajustes de cuentas y hasta casos de narcoterrorismo en el que se detonaron artefactos explosivos en Marbella y Benahavís. Y segundo, contra las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. En algunas redadas, tras abrir fuego contra la policía y ser detenidos, los delincuentes se excusaron diciendo –con más o menos credibilidad– que pensaban que se trataba de paleros intentando darles un vuelco (robo de droga).

Desde 2018, cuando Interior anunció un plan específico sobre el Campo de Gibraltar, la tensión ha seguido creciendo porque, a todos estos factores, se unió un aumento considerable de la presión policial, con las Udycos y el Greco de la Policía Nacional, y el OCON de la Guardia Civil.

Publicidad

A este nuevo panorama, entre las pérdidas por robos y el aliento en la nuca de los agentes antidroga, hay que sumarle el daño que ha provocado en estos negocios la pandemia del coronavirus. Con la limitación de movimientos de los ciudadanos, los traficantes llaman más la atención en la calle e, incluso, es más fácil que se pare a un coche cargado de droga.

Y es que las autoridades llevan a cabo numerosos controles, con el objetivo de vigilar el cumplimiento de las medidas acordadas para intentar frenar la pandemia, pero en los que también pueden caer los narcos. Ese incremento de la vigilancia y de precaución a la hora de moverse por la calle han frenado el negocio.

Publicidad

Por ello, ahora la consigna es defender el alijo, lo que ha llevado a que la violencia del narco se haya recrudecido. De hecho, expertos en la lucha contra el tráfico de drogas explican que a los pilotos de los coches cargados de droga se les amenaza con hacerles pagar (simbólicamente) la droga perdida trabajando gratis para la organización durante una temporada y hasta con no llamarles más para 'trabajar' si la policía les para y pierden la droga. Por eso embisten.

Cada vez es más complicado alijar en la costa entre Málaga y el Estrecho de Gibraltar. Pero los narcos no se rinden. Insisten y buscan nuevos métodos para descargar el hachís en el litoral. Por ejemplo, las autoridades han detectado que han atomizado los desembarcos de droga y se han identificado a organizaciones que apuestan por llevarlos a cabo en cantidades menos voluminosas a través de motos acuáticas. Lo cierto es que, pese al cambio de escenario, el juego del gato y el ratón que protagonizan desde hace décadas las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y los narcos sigue adelante.

Publicidad

La Policía Nacional reabre el caso del 'niño pintor'

A mediados de febrero trascendía que la Policía Nacional reabría el caso de la desaparición de David Guerrero Guevara, el 'niño pintor' de Málaga, en paradero desconocido desde el 6 de abril de 1987, cuando tenía 13 años. La Unidad Adscrita a los juzgados reconstruía, paso a paso, la investigación que se hizo hace casi 33 años en busca de algún cabo suelto del que tirar.

Lucha policial para el control de las medidas

2020 estará marcado para la historia como el año del coronavirus. Una pandemia que azota a todo el mundo y durante la que las autoridades han jugado un papel muy importante. Los agentes han tenido un duro trabajo de control para que se cumpla con las medidas decretadas por las administraciones para luchar contra el virus.

Caso Julen: El dueño de la finca es condenadoa un año de cárcel

Un año después del trágico suceso, en el pasado mes de enero, David Serrano, el dueño de la finca de Totalán donde murió el pequeño Julen tras precipitarse por un pozo de más de cien metros de profundidad, asentía ante la atenta mirada de los padres del menor, que asistían juntos al juicio por el fallecimiento de su hijo. Así es como Serrano admitió que es el responsable de la muerte del niño de dos años. El titular del Juzgado de lo Penal número 9 de la capital, Ignacio Navas, le condenó en una sentencia dictada «in voce» a un año de cárcel.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad