Las virtudes que hacen de Antequera un lugar privilegiado para la logística han seducido también a los narcos. El interior de la provincia, epicentro comercial y del transporte de Andalucía, ofrece conexiones rápidas por carretera y suelo disponible para producir, almacenar y distribuir ... levantando la mínima sospecha, unos valores que poco a poco han ido llamando la atención de organizaciones criminales de diferente pelaje. Durante el año 2020, la Policía Nacional de Antequera ha tenido que redoblar sus esfuerzos en la investigación de narcóticos, y los resultados dibujan un escenario claro e inequívoco: las mafias empiezan a valorar la infraestructura antequerana como un complemento del lujo y –la exposición que ofrece la Costa del Sol.
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En un despacho de la Comisaría de la Policía Nacional de Antequera, el inspector jefe del Grupo de Policía Judicial de la localidad explica a SUR los pormenores de una tendencia que se hace cada vez más evidente. «Antes hacíamos una o dos investigaciones al año, pero en 2020 no hemos parado», afirma sobre el tráfico de drogas. En datos, los agentes han intervenido, por lo menos, una tonelada de cogollos de marihuana, media de hachís y siete kilogramos de ketamina en diferentes operaciones. Los detenidos se cuentan por decenas.
Estas cifras reflejan, según indican los investigadores, un evidente cambio de hábitos en los narcotraficantes. Es sabido que la presión de las autoridades en el Campo de Gibraltar empujó a los capos de la droga hacia el este, desde Manilva hasta Granada, pasando por la parada obligada de Marbella (y Mijas). En los últimos años las organizaciones dedicadas a introducir o producir droga en España se han atomizado y especializado, pero lo que no se había detectado –hasta ahora– era su dispersión hacia el interior de la provincia de Málaga en busca de comodidad logística y conexiones rápidas.
Los investigadores destacan diversas actuaciones –algunas de ellas han trascendido a la opinión pública por ser especialmente llamativas– que se han llevado a cabo en diferentes puntos del interior, dentro y fuera de Antequera. Si hay que buscar un factor común en todas estas operaciones, llama la atención de los policías el uso de naves industriales y fincas «en mitad de la nada» en las que se crean «auténticas fábricas» donde la droga se cultiva, procesa, empaqueta y envía a su destino.
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En Antequera y otros puntos del interior (Casabermeja, Mollina, las villanuevas), la Policía Nacional se ha encontrado organizaciones que trabajan a pequeña, media y gran escala, algo que «nunca antes se había visto», mucho menos de forma tan asidua. Además, la presencia de estas redes cumple con objetivos diversos en el mundo de la droga, ya que no sólo se han detectado centros de producción, también han desmantelado guarderías en las que los narcos almacenan la mercancía que llega desde fuera de la península a la espera de que se tramite su envío –hay que recordar que la mayor parte de los narcóticos que llegan a España lo hacen para ser consumidos en el resto del continente–.
Los agentes del Grupo de Policía Judicial de Antequera, que antes a penas tenían que lidiar con narcos, han desmontado refinados centros de producción con gran capacidad funcional. Una de las operaciones más llamativas fue la desactivación, a finales de 2019, de una de las plantaciones de marihuana con más capacidad de la provincia de Málaga. En unas naves industriales del polígono La Azucarera, intervinieron 1.949 plantas de cannabis sativa y detuvieron a tres hombres de nacionalidad china en relación con los hechos.
Esta investigación permitió a los investigadores de Antequera tirar de un hilo que los llevó a desarticular una banda de procedencia asiática que se había instalado en Benalmádena y que enviaba alucinógenos ocultos en cuadros. Estaban embalados y listos para ser enviados a Taiwan con siete kilos de ketamina –también se intervinieron en ese inmueble 600 gramos de hachís, 35.000 euros en efectivo, teléfonos móviles, una pistola simulada, pruebas que acreditaban el envío de mercancía ilícita, documentación falsa y efectos para la preparación y ocultación de las sustancias estupefacientes–.
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Los agentes destacan la «capacidad de organización» de estas redes, que construyen en las fincas y las naves unas instalaciones capacitadas para producir a un alto nivel, y que se integran en los municipios para pasar desapercibidos. Las mafias buscan fincas apartadas, espacios en desuso e invierten lo necesario (que no es demasiado) para producir lo más rápido posible. En esta nueva tendencia que afecta ahora al interior de la provincia, los investigadores han llegado a encontrar incluso complejos sistemas para ocultar el olor de la marihuana.
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