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Mohamed observa desde su patio el piso incendiado de sus vecinos. Galindo
Mohamed, el conductor de Uber que quería ser bombero: así salvó a dos niños de un incendio en La Luz

Mohamed, el conductor de Uber que quería ser bombero: así salvó a dos niños de un incendio en La Luz

El joven rescató con ayuda de una escalera a dos menores de 3 y 14 años que se habían quedado atrapados dentro de la vivienda

Juan Cano

Málaga

Martes, 25 de febrero 2025, 21:11

Se llama Mohamed, tiene 24 años y curra como conductor en Uber en Málaga. Quería ser bombero, pero lo disuadieron las montañas de apuntes y manuales -«había que estudiar mucho», reconoce- y el horizonte incierto de la oposición. Al menos, el arrojo, que no es una asignatura del temario y no se aprende en ninguna academia, lo tiene y de sobra.

En su bloque, en la avenida de La Luz, no se habla de otra cosa. «Si no llega a ser por ese muchacho...», comenta una vecina a otra mientras tira del carro de la compra, camino del ascensor. El olor a quemado aún permanece en el ambiente. Sólo han pasado unas horas desde que un incendio devorase un piso del edificio donde dormían dos menores de 3 y 14 años. Mohamed los salvó.

No se podía dormir, así que fue a la cocina a fumarse un cigarrillo asomado al patio para que el humo no entrara en casa. Serían las cinco de la madrugada de este martes 25 de febrero. Mohamed escuchó un ruido que llamó su atención, como si se estuviera quemando un papel. «Me dio por mirar hacia arriba y vi humo negro salir por el extractor del piso del bloque de al lado», relata el joven, que vive en un bajo que comparte ojo patio con el edificio contiguo, donde ocurrió el suceso.

La luz de la vivienda estaba apagada, recuerda Mohamed, que corrió a llamar a su madre. Lo hizo con todo el cuidado que pudo para no asustarla: «Mamá, tranquila, pero despiértate. Se está quemando la casa de los vecinos, ¿qué hago?». Fátima dio un salto y agarró su móvil. Ella fue quien llamó al sistema de emergencias 112-Andalucía.

Lejos de quedarse quieto, Mohamed corrió hasta el edificio de al lado, donde se habían originado las llamas, y se puso a tocar en el porterillo a todos los pisos. Luego entró en el portal y llamó a tantas puertas como pudo para que desalojaran el bloque. Cuando llegó a la vivienda afectada, se lio a dar golpes para despertar a las personas que residen en ella -una pareja con sus dos hijos pequeños- y que escaparan del fuego.

Calcula que aporreó la puerta más de 20 veces, hasta el punto de que otros vecinos se asomaron -alarmados por el ruido, no por el incendio- y le preguntaron qué hacía dando golpes a esa hora en una casa que no era la suya. Mohamed les explicó: «Hay fuego y hay dos niños aquí dentro». De hecho, para entonces, ya había podido ver a uno de ellos -el más pequeño- asomado a la ventana que da al ojo patio. Estaban solos.

Con la policía y los bomberos aún en camino, decidieron actuar. La situación era agónica. «El vecino del piso de al lado salió por la ventana y se sentó en el tendedero para intentar llegar hasta los menores o que ellos saltaran hasta él», apunta Fátima, que le quitó la idea: «Le dije que no lo hiciera; yo he cuidado críos y sé lo que pesan. Si llegan a saltar, los niños se caen».

Las llamas se extendieron muy rápidamente por el piso. «Pensé rápido y me dije: 'Los voy a salvar'. Volví a mi casa y cogí una escalera grande -2,90 metros- que tenemos en el patio», cuenta el joven, que describe la escena con una tranquilidad pasmosa. Subió al techo del bajo que está al lado del suyo, desde ahí pasó al edificio contiguo, volvió a colocar la escalera y trepó por ella hasta llegar al más pequeño de los hermanos.

Dice que, con la tensión, únicamente le dijo: «Ya estás conmigo, ya estamos a salvo, ahora vienen papá y mamá». El pequeño, que estaba a cargo de su hermano mayor mientras sus padres volvían del trabajo, no paraba de temblar. «Me lo quedé en brazos hasta que llegaron sus padres», recuerda Mohamed, que sujetó la escalera para que bajara por ella el otro menor.

Los dos hermanos apenas reaccionaron. Estaban en shock. Cuando llegó la madre, minutos después, se abrazó llorando a sus hijos y luego a Mohamed para agradecerle que salvara a su familia. Él resta importancia a lo que hizo: «Cualquier otra persona, si es lista, hace lo mismo». Aunque reflexiona: «Parece que Dios quiso que estuviera despierto a las cinco de la mañana...».

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