A María se le paró tres veces el corazón. Su exnovio le había asestado 27 puñaladas. Cuando salió del coma, nada más abrir los ojos, le dijo a su madre que tenía una misión: contarlo para evitar que a otras mujeres les sucediera lo mismo. Su caso, publicado por primera vez en 2021 en las páginas de SUR coincidiendo con el 25-N, constituye un testimonio de manual del proceso que va del secuestro emocional -«no saludes, no salgas, no vistas, ahí empieza lo malo»- al lado más extremo de la violencia machista.
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Tres años después, la instrucción se da por concluida y el caso encara ya el juicio, que se celebrará previsiblemente a final de año. Las acusaciones han formulado ya sus peticiones de pena. La Fiscalía solicita que el exnovio de la joven sea condenado a 22 años de prisión por asesinato en grado de tentativa, malos tratos habituales y lesiones en el ámbito de la violencia de género. La abogada Pilar Morales, que representa a la víctima, eleva la petición a los 29 años de cárcel.
El escrito de la fiscal concluye que el investigado tendió un trampa a María, a la que atrajo hasta su piso con la excusa de pagarle unos enseres que le había destrozado cuando ella rompió la relación. Este es el relato que hacen las acusaciones del calvario que vivió la joven desde los 15 años, cuando empezaron a salir, hasta que cumplió los 18, cuando la apuñaló hasta dejarla al borde de la muerte.
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La representante del Ministerio Público explica que los dos jóvenes mantuvieron una relación durante algo más de dos años en los que convivieron en el piso de la madre de María, en Fuengirola. La relación se rompió en enero de 2021 a instancia de ella, «harta de las vejaciones y agresiones que él le profería», sostiene la fiscal, que incide en que la llamaba «puta» constantemente y le decía que no valía «para nada».
El escrito acusatorio recuerda que el 10 de noviembre de 2020, un par de meses antes de dejarlo, el acusado «abofeteó a María y la arrastró del pelo por la habitación» en el transcurso de una discusión. En otra ocasión, a finales de enero de 2021, el investigado le propinó un codazo «con intención de menoscabar su integridad física». La acusación particular, ejercida por la víctima, añade algunos episodios más de este tipo que reflejarían insultos, desprecios y humillaciones.
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Una vez terminada la relación, el acusado y la perjudicada -siempre según el relato de la fiscal- siguieron hablando por teléfono y conversando por Whatsapp. Y de vez en cuando mantenían algún contacto esporádico. El objetivo de María era que le pagase los enseres personales -una tele, un ordenador, un bolso y ropa- que él le había destrozado cuando ella lo dejó.
La noche del 4 de mayo de 2021, María estaba en su domicilio en compañía de unos amigos cuando recibió una llamada del acusado, que le pidió que fuese a visitarle a su casa de Benalmádena, donde él residía junto a un amigo, con la excusa de darle un dinero para compensar los efectos personales que le había roto.
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María cogió el último tren y se desplazó al piso donde se encontraba su exnovio creyendo que iba a pagarle. Él la recibió y, tras entregarle 150 euros, le dijo: «Ahora te vas a enterar». A esa frase, según la fiscal, le sucedieron un puñetazo en la cara, patadas por el cuerpo y una lluvia de puñaladas utilizando dos cuchillos que tenía preparados.
Hasta 27 heridas de arma blanca recorren ahora el cuerpo de María, que tardó 275 días en curar las lesiones físicas, porque las psicológicas le acompañaran para siempre. Recibió dos puñaladas en el cuello (que le ocasionaron un neumotórax), un corte que recorría su cara desde el ojo -estuvo a un milímetro de perderlo- hasta la oreja izquierda, que acabó partida en dos, y seis cuchilladas en la espalda, una de las cuales le perforó el riñón derecho.
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Juan Cano
La agresión también le dejó el cráneo hundido y tres fragmentos metálicos incrustados en la cabeza; eran trozos de uno de los cuchillos con el que su exnovio supuestamente la apuñaló y que se rompió por la violencia con que lo hizo. Tiene una cuchillada más en la mama izquierda y en las manos suma otros ocho cortes que le recuerdan que luchó por su vida.
Cuando María yacía en el suelo, inconsciente, malherida y rodeada de un gran charco de sangre, el acusado llamó a emergencias para pedir asistencia sanitaria. «Rápido, rápido, manden un par de patrullas. Me acabo de pelear con mi expareja y está sangrando mucho. Una cosa muy grave, rápido, rápido...», expresa en la llamada. La operadora del 112 le pregunta si ha sido él quien le ha pegado, a lo que responde: «Sí sí, llamaba para entregarme, ¿vale? Llamaba para entregarme».
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El joven esperó a la policía en la entrada de la urbanización, donde fue detenido. Actualmente sigue en prisión a la espera del juicio. La Fiscalía ha dado a María la oportunidad de que tanto ahora, como cuando se produzca una hipotética condena, solicite que Instituciones Penitenciarias le informe de cualquier permiso, progresión en grado o una futura salida definitiva de la cárcel.
La víctima fue trasladada al Hospital Clínico, donde la intubaron y le indujeron el coma. Además de varias trasfusiones, le extirparon el riñón y le suturaron las lesiones en los tendones. También la operaron de la fractura-hundimiento del cráneo y le retiraron las esquirlas metálicas. «Estas heridas causadas por el acusado habrían provocado la muerte de María de no haber recibido asistencia sanitaria de forma inmediata«, concluye la representante del Ministerio Público.
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Por todo lo anterior, la Fiscalía acusa al exnovio de María de intento de asesinato, por el que le solicita 14 años, 11 meses y 29 días de cárcel; malos tratos habituales (tres años más); y dos delitos de lesiones (otros cuatro). La abogada de la víctima añade un delito de amenazas y otros dos de malos tratos, lo que lleva la petición de pena a los 29 años de prisión.
El Ministerio Público insta al tribunal a que imponga al acusado una orden de alejamiento hacia María por más de 30 años, y que la indemnice con 150.000 euros en concepto de responsabilidad civil. La acusación particular reclama algo más del doble.
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