Así lucha la Policía Local de Málaga contra el grafiti

Más de 320.000 euros. Ese es el gasto que supuso el año pasado para el Ayuntamiento de Málaga el trabajo de limpiar los grafitis que ensucian el mobiliario urbano de la capital. Eso sin contar con el daño que sufre el vecino, que es el que tiene que hacer frente al estropicio que provocan los botes de pintura gastados sobre la fachada de su vivienda. Las pintadas deterioran las ciudades y por ello la Policía Local de Málaga trabaja de forma intensa en perseguir a aquellos que cometen estos actos vandálicos. Para ello cuenta con Juan Andrade, un agente que conoce al detalle cómo actúan quienes salen cada noche a las calles de la ciudad con un espray en la mano.

Está especializado en ello y conoce bien quien se encuentra detrás de estos destrozos. «Yo distingo entre dos tipos de grafiteros: el político y el vandálico». Sobre el primero, explica que hace pintadas en contra del sistema, siendo generalmente una persona con estudios, incluso universitarios, mientras que sobre el segundo dice que responde a una intención de «hacerse el malo» y su perfil es el de alguien «de un barrio popular de Málaga y sin tanta formación». Eso sí, en su mayoría suelen ser chicos que comienzan con 14 o 15 años y que alcanzan su momento álgido cuando tienen entre 18 y 22 años.

La capital cuenta con sus propios grafiteros. Tous, Akior, Fikus o Koof son las firmas tras las que se ocultan los que más pintadas tienen en la capital, pero también llegan otros de fuera. Es lo que el especialista denomina «turismo grafitero», que son «chavales que vienen a Málaga unos días y quieren dejar su huella». Por ejemplo, este verano, El Palo amaneció con numerosas pintadas en muros, coches y motos, respondiendo a un acto vandálico que habían cometido unos jóvenes de Loja que pasaban unos días en la capital alojados en unos apartamentos turísticos.

Para que unos y otros no se salgan con la suya, Andrade trabaja a fondo para identificarlos. Explica que para ello, recorre las redes sociales en busca de pruebas y también estudia la grafología de las pintadas que ensucian los muros de la capital. Con todo ello, elabora un informe de los daños que ha provocado cada grafitero para que, una vez detenido, algo que muchas veces se hace en colaboración con la Policía Nacional, afronte los destrozos que ha provocado. El especialista señala que se trata de una nueva forma de trabajar que se ha impulsado en los últimos años. «Antes se pillaba al grafitero cuando estaba haciendo una pintada y ya está. Ahora, cuando le cogemos, existe un informe con todos los daños que ha provocado», indica.

Desde que arrancó la iniciativa a finales del año 2017, en la que ha estado acompañado por el agente Miguel Checa hasta que se ha marchado a otro destino, se ha llevado a cabo la detención de 29 personas y se han acometido un total de once investigaciones. Entre ellas hay algunas muy conocidas. Por ejemplo, su trabajo dio pie al informe inicial que luego completó el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil y que sirvió a la Fiscalía para querellarse contra el artista urbano conocido como Invader y Fernando Francés (entonces director del Centro de Arte Contemporáneo de Málaga) .

Con esta forma de trabajar de la Policía Local de Málaga, Andrade busca recopilar firmas y daños que haya provocado un grafitero, para que,una vez detenido, se actúe de una forma más contundente contra él por acumulación de hechos. El mensaje que quieren dar con ello desde el cuerpo y el agente especializado en luchar contra las pintadas es contundente: los muros de Málaga no se tocan.