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El llamamiento de Miriam Moya ha dado sus frutos. La joven recurrió a las redes sociales y los medios de comunicación para solicitar la colaboración ciudadana con el fin de localizar al camionero que la sacó de la carretera y provocó que su coche diera cinco vueltas de campana. Salvó la vida de milagro.
Sus vídeos, que llegaron a viralizarse, acabaron en manos de la Guardia Civil de Tráfico, que abrió una investigación para identificarlo. Tras realizar «múltiples» gestiones, los agentes lograron poner nombre y apellidos al camionero. La información ya ha sido comunicada a la afectada.
No obstante, los investigadores no han tomado medidas contra el conductor, ya que no han apreciado indicios de delito, o al menos algo que pudieran demostrar en un juicio. Los agentes no han podido determinar si fue consciente de la colisión con el coche de Miriam, de muy distinta envergadura.
En este sentido, las fuentes judiciales consultadas precisaron que, teniendo en cuenta las características del siniestro, no se puede acreditar si el camionero se dio a la fuga deliberadamente. Tampoco se podría aplicar un delito de abandono del lugar del accidente, dado que las lesiones no fueron graves, ni la omisión del deber de socorro, puesto que Miriam fue asistida por otros usuarios.
Los investigadores de la Guardia Civil de Tráfico, tal y como se lo han trasladado a Miriam, consideran que el caso no tendría recorrido penal por la dificultad para demostrar cualquier delito, pero han hecho el trabajo de identificar al camionero para que, al menos, se haga cargo de la responsabilidad civil derivada del accidente.
Los hechos sucedieron a las 8.10 horas del lunes 24 de marzo, en la incorporación a la autovía A-7 desde la barriada de Ciudad Jardín. Así recuerda Miriam lo sucedido: «Yo iba entrando a la autovía por el carril de aceleración cuando vi por el espejo izquierdo cómo un camión invadía mi carril a mucha velocidad, hasta que terminó por impactar contra el foco lateral izquierdo de mi coche. Ahí perdí el control. Ya no sé lo que hizo el vehículo, cuántos trompos y vueltas de campana dio; al menos fueron cinco. Para mí todo aquello fue eterno, obviamente».
El pequeño Toyota Aygo de Miriam acabó en la zona izquierda de la calzada, volcado sobre sí mismo. La joven, que tiene 25 años y trabaja en la UMA, abrió los ojos y se vio literalmente boca abajo mientras suplicaba que no viniera un coche en el sentido de la marcha y la arrollara. Entonces, vio unos pies. Eran varias personas. Ella gritó: ¡sacadme, sacadme! «Al principio creí que se trataba de los ocupantes del camión, pero luego me di cuenta de que no. Eran otros usuarios, que se habían parado a socorrerme. Lo primero que hice fue preguntar dónde estaba el camión. Se había dado a la fuga».
Una ambulancia la trasladó al Hospital Regional, donde le hicieron numerosas pruebas para descartar lesiones internas. Milagrosamente, sólo sufrió contusiones y algún corte menor. «Para todo lo que podía haber pasado salí indemne. En un accidente de ese tipo lo normal es que una persona no lo cuente. Me duele todo el cuerpo, tengo muchos moratones, pero nada grave. Todavía me queda la marca del cinturón. Eso fue lo que me salvó», reflexiona la joven.
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