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«Lina era una buenaza, muy inocente, humilde...». Así la recordaban ayer algunos de sus conocidos. Nacida y criada en Benalmádena Pueblo, como sus padres y sus tíos, era una mujer muy conocida entre los vecinos de toda la vida de la zona. Su casa, que era la de su familia, está en una de las calles del casco histórico, un núcleo pequeño donde todos se conocen y pocas cosas pasan desapercibidas. «Era una buscavidas, si había alguna persona dependiente que necesitara una cuidadora, la llamaban a ella, si hacía falta limpiar, allí iba ella», explicaban ayer quienes la conocieron.
En esta última etapa trabajaba como monitora para el camino escolar seguro del colegio Jacaranda, también en Benalmádena Pueblo, donde además estudiaban sus hijos menores. Lina tenía cuatro hijos, de 7, 9, 11 y 19 años. «Siempre la veías de arriba para abajo y siempre sola con sus hijos. A él lo veías poco, vivía de noche y dormía de día y ella cada día estaba más demacrada», continúan las mismas fuentes. En el camino al colegio a veces se desahogaba con otras madres y les contaba algunos detalles de lo que estaba pasando en casa. «El jueves les dijo que le había ocurrido algo fuerte, que ya les contaría, pero el viernes no fue a su puesto de trabajo».
En sus redes sociales tampoco había rastro del drama que estaba viviendo; sólo unas cuantas fotos en la naturaleza, un almuerzo en un restaurante con familiares y el último corte de pelo de su hijo, hace sólo tres días. El único testimonio de lo que debía estar sufriendo lo plasmó en una denuncia que no le sirvió para conseguir una orden de alejamiento de Augustine, el padre de sus tres hijos menores, con el que llevaba unos 13 años de relación. Él trabajaba haciendo chapuzas en la obra, aunque quienes lo conocen aseguran que no se caracterizaba por su formalidad.
Tanto Lina como su familia estaban vinculados a la comunidad de la iglesia del Pueblo y participaban en buena parte de las tradiciones. «La pareja no andaba muy bien de dinero y la gente de la iglesia los había ayudado en más de una ocasión, pero hace tiempo que empezaron a darse cuenta de que él tenía muy buenas palabras, pero le gustaba poco trabajar», explican sus allegados.
Se sabe que la familia de Lina intentó en más de una ocasión abrirle los ojos respecto a su relación, pero con poco éxito, durante mucho tiempo ella dio muestras de estar «muy enamorada» de él.
Más de un centenar de personas se reunieron este domingo en la plaza de las Tres Culturas en Benalmádena para mostrar su repulsa por el crimen de Lina, como era conocida en el municipio, donde tanto ella como su familia eran muy conocidos. En la concentración se guardó un minuto de silencio que desembocó en los aplausos de los asistentes, entre ellos el alcalde de Benalmádena, Juan Antonio Lara, quien destacó que Lina era «muy querida por todos los vecinos». El regidor añadió: «Nuestra ciudad está rota de dolor e indignación por lo ocurrido, tan inesperado como cruel e injusto».
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