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Siempre era una estancia corta. Cinco, siete... como mucho diez días. Aterrizaban en el aeropuerto de Málaga sin sacar el billete de regreso, alquilaban un coche y se movían por la costa como un turista más. En cuanto culminaban el golpe, volvían a Polonia sin ... apenas dejar rastro.
En uno de esos viajes, en mayo de 2023, la escurridiza banda se hizo con un botín millonario. En cuestión de días, asaltaron dos viviendas de lujo en la Costa del Sol. La primera, en Casares, donde se apoderaron de un botín en dinero y joyas que alcanzaba los 570.000 euros. En la segunda, en Benahavís, sustrajeron otros 30.000 euros. Y después se marcharon.
Los dos asaltos, que tenían unas características muy concretas, coincidieron en fechas con otra serie de robos en los mismos municipios. En concreto, entraron en otras dos viviendas, en una tercera en construcción y sustrajeron dos coches.
La reiteración de casos en menos de un mes provocó la alarma social entre los vecinos de Benahavís y Casares. A los agentes del Grupo de Patrimonio de la Guardia Civil de Málaga se les acumularon las denuncias sobre la mesa. Al analizarlas en busca de un patrón común, descubrieron que no estaban ante una banda. Sino ante dos.
Los investigadores detectaron rápidamente las diferencias entre los dos modus operandi empleados. Así fue cómo determinaron que los dos primeros asaltos, mucho más sofisticados, correspondían a una banda, mientras que los otros cinco robos, de mucha menor cuantía, habían sido obra de otra. Y únicamente habían coincidido en el tiempo.
Respecto a los dos primeros asaltos, los guardias civil observaron que los ladrones conocían los movimientos de los moradores de la vivienda, la existencia de efectos de valor en su interior y datos esenciales como los dispositivos de seguridad que contaba la vivienda, lo que demostró que, antes de viajar desde Polonia, los delincuentes contaban con información previa procedente de colaboradores locales.
Paralelamente, los agentes lograron identificar y detener a la segunda banda, integrada por ciudadanos españoles, así como recuperar 47.000 euros del botín amasado en los cinco delitos contra la propiedad que se les atribuían, según ha informado el Instituto Armado.
Los investigadores sospechan que la banda de los turistas, la de los polacos, se enteró de estos arrestos y cambió su zona de actuación: en vez de viajar a la Costa del Sol, se desplazaron a la zona del Levante. De hecho, los cuatro sospechosos fueron detenidos justo cuando pretendían coger un avión en el aeropuerto de Alicante con destino a Polonia.
En la redada, se les intervino el equipaje de mano, en el que llevaban 52 piezas de joyería y 4.480 euros en metálico. Al examinar las alhajas incautadas, averiguaron que parte de las mismas procedían de dos robos con fuerza cometidos días antes en las localidades alicantinas de Pilar de la Horadada y Torrevieja. El valor superaba los 30.000 euros.
Además de recuperar el botín, los guardias civiles intervinieron los equipos de transmisión y unas pequeñas cámaras de grabación que utilizaban en sus golpes. Los investigadores los consideran auténticos especialistas en este tipo de robos, que cometían sin violencia, ya que aguardaban al momento exacto en que la casa estaba vacía para forzar una puerta o una ventana y apoderarse de dinero o joyas.
Según un mando de la investigación, sobre uno de los cuatro ciudadanos polacos arrestados pesaba una Orden Europea de Detención y Entrega (OEDE) dictada por Países Bajos en relación a nueve robos con fuerza cometidos allí entre los años 2003 y 2004. «Todo apunta a que llevaban años dedicándose a esto», apostilló la fuente.
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