El robo se produjo en lo que dura un partido de pádel. La dueña de la vivienda, en la urbanización Atalaya de Jarazmín, se ausentó un par de horas para ir al club El Candado. Al volver, se topó con la sorpresa: unos ladrones habían ... entrado en su casa y le robaron el dinero en efectivo que tenía en el domicilio.
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No fue un caso aislado. Esa misma noche, la del Viernes de Dolores, entraron en otras tres viviendas del mismo complejo residencial, lo que ha empujado a los vecinos a denunciar la inseguridad que viven en la zona -Jarazmín está en el extremo este de la ciudad, lindando con Rincón de la Victoria- desde noviembre del año pasado por los robos y el vandalismo.
Los cuatro casos -algunos consumados y otros en tentativa- tuvieron lugar entre las 19.30 y las 22 horas del pasado viernes 22 de marzo. El horario, en el que la mayoría de los vecinos suelen estar en sus casas, y el hecho de que los ladrones accedieron a los pisos desde el interior de la urbanización, ha acentuado la sensación de vulnerabilidad de los residentes.
Tres de las viviendas allanadas están en un mismo bloque de la urbanización; se trata de dos bajos colindantes y de un piso de la primera planta situado sobre uno de ellos. El cuarto inmueble se encuentra en otro edificio del mismo complejo y también es un bajo con jardín al que accedieron pese a que cuenta con rejas.
«Mi vecina me tocó a la puerta super asustada por si había escuchado algo, pero me pilló fuera de casa», comenta una propietaria. «El viernes por la noche -continúa- no pude pegar ojo con la paranoia de no dejarme la puerta o una ventana abiertas, o si me iban a romper una reja, como le ocurrió a ella». Desde entonces, confiesa, vive mirando la cámara que tiene en su casa. «Mi compañero de trabajo dice que me estoy obsesionando…».
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Los vecinos consultados por este periódico coinciden en que lo ocurrido el Viernes de Dolores supone «la gota que colma el vaso» para la comunidad. Según explican, el pasado noviembre se registraron varios robos en las casas mata situadas en la parte baja de Jarazmín, la primera que se urbanizó, lo que motivó las primeras protestas y empujó a algunos residentes a echarse a la calle y organizar patrullas vecinales.
Tras esos primeros casos, se produjo un robo en una vivienda de la urbanización Atalaya de Jarazmín la noche del 28 de diciembre. Sus propietarios, que estaban de viaje, pudieron ver a través de las cámaras de videovigilancia instaladas en su casa cómo los cacos accedían al inmueble y le sustraían diferentes objetos de valor.
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A ello hay que sumar, afirman, los episodios de vandalismo con el mobiliario público. Denuncian carreras de coches en las que, dicen, han llegado a atropellar a alguna de sus mascotas. «Tenemos la sensación de estar abandonados por la administración. Llevamos mucho tiempo denunciando que están pasando muchas cosas aquí, pero por la noche no vemos pasar ni una patrulla», explican.
Los vecinos aseguran haber enviado varios escritos solicitando un refuerzo de la vigilancia y otras mejoras en la barriada. «Muchos barrios sufren dejadez, pero sobre todo los que estamos más lejos del centro, como Jarazmín», se queja amargamente una residente, que explica que muchos propietarios se están movilizando para contratar seguridad privada, pese al coste que supondrá para sus bolsillos.
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