Kleber en las inmediaciones de su domicilio, donde sufrió la brutal agresión. MARILÚ BÁEZ
Sucesos Málaga

Kleber, el hombre al que su exnovio cercenó la cara de un mordisco: «Soy incapaz de mirarme en el espejo»

La víctima, de 43 años, trata de recomponer su vida tras la agresión por la que va a necesitar varias cirugías, aunque asegura que siente pánico cada vez que sale de su vivienda

Jueves, 8 de febrero 2024, 00:49

Kleber intenta no quitarse la mascarilla ni cuando está en su casa. «Me siento incapaz de mirarme en el espejo, lo evito porque me resulta muy doloroso verme así», asegura a SUR el hombre, de 43 años y origen brasileño, quien sufrió la amputación de parte del rostro después de que, presuntamente, su exnovio se lo cercenara de un mordisco ... .

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Sucedió el pasado 30 de enero en su domicilio, en la calle Postigos, situada en las inmediaciones del centro de la capital malagueña. «No era la primera vez que sufría violencia doméstica, pero jamás creí que pudiera llegar a eso», dice la víctima, totalmente derrotada.

Esa tarde discutieron y, de acuerdo con la versión del perjudicado (este periódico también ha intentado contactar con la otra parte, aunque sin éxito), trató de impedir que el supuesto agresor se marchara al ver que llevaba consigo una mochila. «Ya me había robado otras veces cosas de valor, como un ordenador, un móvil o mis ahorros, y quería comprobar si llevaba algo mío», continúa explicando.

Kleber, que es un hombre corpulento, se plantó delante de la puerta y le exigió que le mostrara el contenido de la bolsa, siempre según su relato. Ahí fue cuando, presuntamente, su ex se abalanzó sobre su cara y se aferró a la misma mientras apretaba los dientes con fuerza: «Intenté apartarlo, pero era imposible».

Según calcula, el mordisco pudo durar unos diez segundos de «dolor insoportable». Kleber cuenta que, tras el ataque, se quedó completamente noqueado, lo que su expareja habría aprovechado para huir. Como pudo, se colocó unas zapatillas y, mientras llamaba a la Policía Nacional, fue tras su excompañero sentimental para evitar que escapara.

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Arrestados

Al parecer, el perjudicado vio que el sospechoso estaba a punto de tomar un taxi a unos metros de su domicilio y avisó al conductor de que le acababa de agredir y de robar para que no atendiera el servicio. El taxista, que apenas daba crédito al ver al hombre con la cara mutilada y el torso cubierto de sangre, le ayudó a retenerlo hasta la llegada de los agentes.

Una vez en el lugar, los policías detuvieron al individuo, de 26 años y también de origen brasileño, como supuesto autor de un delito de lesiones en el ámbito de la violencia doméstica. Según las fuentes consultadas, la pareja ya era conocida por los efectivos por otros incidentes anteriores en los que habría mediado el consumo de sustancias.

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El supuesto autor, de acuerdo con la documentación a la que este diario ha tenido acceso, no podía acercarse a Kleber a menos de 300 metros por una orden judicial que la propia víctima solicitó en diciembre. No obstante, al apreciar los agentes que había incumplido dicha medida, el perjudicado también fue arrestado por un delito de quebrantamiento.

El hombre fue evacuado por una ambulancia al Hospital Regional Universitario de Málaga. Ahora, según cuenta, precisa de curas cada 48 horas y se enfrenta a un proceso largo -sobre todo, psicológicamente- en el que, según los médicos, va a necesitar varias cirugías para reconstruir parte del rostro mutilado con extracciones de otras partes de su cuerpo.

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Pese a todo, los peores temores de Kleber se confirmaron tras pasar a disposición judicial, cuando su abogada le comunicó que su supuesto agresor había quedado en libertad provisional y sin fianza. Según fuentes judiciales, el juez decretó la misma medida para ambos detenidos como investigados por un delito de lesiones y, en el caso de la víctima, también por quebrantamiento.

Miedo por su vida

«Yo sé que él contó que temía por su vida, pero quien tiene miedo soy yo», señala el hombre, que apenas puede contener las lágrimas. Según dice, se siente hundido emocionalmente y en la última semana ha sufrido dos ataques de pánico, pese a estar en tratamiento con ansiolíticos y antidepresivos y a recibir atención psicológica de la mano de la Asociación Apoyo Positivo, en Torremolinos.

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«Cuando volví a mi casa pasé tres días encerrado en mi casa, sin abrir la puerta a nadie, ni siquiera a una mujer de Cáritas que vino a traerme comida», asegura. El hombre, mantiene, vive con «terror» a volver a encontrarse con su expareja. «Si me ha hecho esto, no sé de qué más puede ser capaz», musita.

Klever cuenta que episodios de maltrato y amenazas se remontan a varios meses atrás, cuando ambos residían en Lisboa, donde se conocieron e iniciaron la relación hace aproximadamente un año y medio. Allí nunca lo denunció. No quería perjudicarlo, asegura. «Tiene problemas de consumo y pensaba que podría ayudarle», agrega.

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Según expone, creyó que en Málaga podrían llevar una vida muy distinta a la que tuvieron en la capital portuguesa y, con esa esperanza, se trasladaron en septiembre. Un mes después lo denunció por primera vez, después de que presuntamente le diera también un mordisco en el brazo -del que continúa teniendo marca- y le tirase el microondas en el transcurso de una pelea.

La relación, a pesar de ser dañina, ha estado marcada por las idas y venidas, según admite. «En enero intenté quitarle la orden de alejamiento porque me dijeron que estaba en la calle y estaba muy mal», confiesa. Él creía que, tras la solicitud, la medida ya había quedado sin efecto, según dice, -aunque no era el caso-, por lo que le permitió volver con él: «No podía evitar sentirme culpable y con pena por él».

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Ahora empieza a ser consciente de que tiene por delante un proceso en el que tiene que centrarse en sí mismo para su recuperación física y, sobre todo, psicológica. A ello, añade Kleber, se suma el reto de encontrar un trabajo -se dedica a la escenografía- y solucionar su situación administrativa tras la pesadilla vivida: «Me siento en el límite, pero sé que tengo que sacar fuerzas».

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