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Imagen de José meses antes de desaparecer. SUR
Once años esperando a que el mar devuelva a José

Once años esperando a que el mar devuelva a José

Historia negra de Málaga ·

La familia del malagueño que desapareció junto a dos amigos sevillanos en alta mar mantiene viva la esperanza

Domingo, 15 de noviembre 2020, 16:00

Han pasado once años exactos desde que vieron a sus hijos por última vez, pero es «como si no hubiese pasado el tiempo». Los familiares del malagueño José Romero, que salió a navegar el mes de noviembre de 2009 junto a Manuel Ríos Cruz y Juan Pérez, sus amigos sevillanos con los que desapareció. Nunca regresaron a casa. La búsqueda se suspendió a los tres meses de que se conocieran las últimas coordenadas de navegación del grupo, pero las familias no han dejado de mirar al mar, esperando que les devuelva a sus hijos.

José Romero era vecino de Coín. Desde el entorno de la familia explican a SUR que todavía viven «con el alma en vilo»: «Nunca han perdido la esperanza de volver a verlo, siguen sin una explicación clara de lo que pasó». Los años no han borrado el recuerdo, por eso les gustaría que se retomara o se revisara la investigación. «Te queda la espinita de si se hizo lo suficiente, ahora [el caso] está en un cajón de un juzgado», se lamentan.

La única pista que quedó sobre su paradero los situaba en el barco desde el que pidieron socorro, llamando a uno de sus familiares a través de un teléfono satélite. Esa información la proporcionó el hermano de Juan, al parecer, la única persona que sabía que los tres jóvenes se embarcaron juntos en aquella aventura. Todos habían ofrecido versiones distintas sobre lo que iban a hacer ese fin de semana.

Los allegados de José afirman tener «la conciencia tranquila», porque como familia han hecho «todo» lo posible. Salvamento Marítimo buscó el primer día en aguas españolas, pero la deriva de la embarcación obligó a mover y ampliar el radio de rastreo. El operativo se trasladó a Marruecos y, por último, a Argelia. Las autoridades de este país movilizaron un avión y dos barcos, así como agentes por tierra. Durante tres semanas peinaron el mar y el litoral argelino, ya que, según el sistema que calcula la deriva, ya debían haber alcanzado la costa.

Según la descripción aportada por el amigo de los desaparecidos, la embarcación llevaba flotadores laterales, que deberían haber impedido su hundimiento en caso de naufragio. Aun así, no apareció rastro alguno: «No apareció nada, ni la barca, ni las garrafas de combustible». Días antes de la petición de socorro, habían sido vistos cruzando la frontera de Marruecos hacia territorio español.

Cartel activo de Manuel, desaparecido en la embarcación. SUR

En el caso de Remedios Cruz Urbano, madre de Manuel, la búsqueda tampoco ha cesado. Trabaja activamente con la asociación QSD Global, una entidad sin ánimo de lucro dedicada a dar apoyo a familias de personas desaparecidas. Al teléfono, Remedios dice que nunca ha dejado de buscar ni de esperar un posible regreso. De hecho, tiene siempre a mano el cartel de búsqueda de su hijo: «Manuel Ríos Cruz, mide 1.80, pesa 80 kilos, complexión fuerte, pelo corto, tatuaje en el pecho con el rostro de su madre y los nombres de Ángel y David en ambos brazos«.

Este verano Remedios recibió una llamada de la Policía Nacional, «la primera» en mucho tiempo. «Me dijeron que habían encontrado restos humanos compatibles con los de mi hijo». Se trataba de un conjunto de huesos hallados en una isla que encajaba con la trayectoria de las derivas que se produjeron el día de la desaparición, y el análisis de los restos óseos databa la muerte hace diez años. «Fueron tres semanas muy duras hasta que al final nos dijeron que no era él, que el ADN no era compatible».

Hace poco la Policía Nacional se reunió con representantes de QSD Global, en la que les dijeron que se iban a reactivar los casos antiguos, entre los que se encuentra el de los jóvenes andaluces.

¿Qué hacían José y sus amigos en Marruecos el uno de noviembre? ¿Y el día tres en alta mar, en una semirrígida y con un teléfono satélite? Esas preguntas siguen sonando en el interior de las familias de los tres desaparecidos. La respuesta más evidente es difícil de encajar para las familias, que once años después quieren creer que los tres chicos hacían juntos un viaje de ocio. Ellos sólo quieren que el mar devuelva lo que un día se llevó.

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