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El inspector jefe Santiago Gómez, durante su entrevista con SUR en la Comisaría Local de Torremolinos. Fernando Torres
Jefe Santiago, el alma de la seguridad ciudadana en Torremolinos y Benalmádena

Jefe Santiago, el alma de la seguridad ciudadana en Torremolinos y Benalmádena

Uno de los agentes más queridos en la provincia, coordinador de las unidades de orden público, se jubila tras 44 años de servicio

Lunes, 30 de noviembre 2020, 00:31

Todos lo conocen como el jefe Santiago. Es un hombre fiel a su uniforme, amante del Cuerpo Nacional de Policía y protector de su «gente» –así se refiere a los policías que han estado a su cargo–. Tras 44 años de servicio, veinte de ellos en la comisaría local de Torremolinos-Benalmádena, Santiago Gómez se jubila, aunque si fuese por él «seguiría trabajando».

«Por suerte estoy en buen estado de salud», apunta. Durante su último día de servicio recibió un homenaje de los que pocas veces se ven: todo el personal de la estación formó en la calle y recibió al inspector jefe, coordinador de Seguridad Ciudadana durante 17 años, con saludo a la gorra, las luces de los coches encendidas y el himno del cuerpo sonando por la megafonía. «Fue muy emocionante», explica sentado en uno de los despachos del edificio que ha sido su casa.

Cuando recibió la propuesta para narrar su historia a SUR, dudó. «Nunca he contado nada de mi trabajo, lo he hecho porque tenía que hacerlo, sin esperar nada a cambio», explica. No obstante, se decidió a relatar su vida en la comisaría para poner en valor el trabajo de sus policías y para agradecer públicamente la confianza de sus comisarios –con especial mención al actual jefe, Francisco Núñez–.

Hijo de un guardia civil y hermano de un policía nacional, con 21 años se presentó a las oposiciones. Su promoción fue la de 1977-1978, año en el que se incorporó a su primer destino, San Sebastián. En 1980 se mudó a Madrid, en 1985 comenzó a prestar servicio en Valdepeñas y en el año 2000 llegó a Torremolinos-Benalmádena.

Sus primeros años en la provincia de Málaga fueron en el plan Policía 2000, en un módulo integral de proximidad. Al poco tiempo ejerció de coordinador y ya siendo inspector, el jefe de la brigada de Seguridad Ciudadana pasó a segunda actividad, tras lo que el comisario de entonces le dio «esa responsabilidad y esa confianza».

Durante más de quince años ha ejercido este cargo, y ha visto en primera línea la progresión de las dos localidades, aunque admite que las necesidades en materia policial «no han cambiado demasiado». Si algo ha aprendido es que la seguridad ciudadana necesita de la «comunicación» entre todas las instituciones: Policía Local, Ayuntamiento y Policía Nacional.

Se siente orgulloso de que tanto sus hombres de los radiopatrulla como los pertenecientes a la Unidad de Prevención y Reacción «han estado siempre ahí», en los momentos en los que la ciudadanía los ha necesitado. Esa era, quizá, su mayor satisfacción hasta que llegó el reconocimiento de sus compañeros, un gesto que «no esperaba» y que hace que se emocione al recordarlo.

Su presencia en la comisaría para esta entrevista alegra la mañana de quienes fueron sus compañeros. Entre las dependencias y los diferentes despachos todos le saludan, y comentan a este periódico la importancia del jefe Santiago a lo largo del tiempo. «Hacen falta más como él», explica un agente uniformado; «es el alma de la comisaría», confiesa otro sin que el inspector le escuche. Todos siguen llamándole jefe aunque ya no ejerza, porque la experiencia es un grado, y él quiere mantener vivo el vínculo: «Siempre estaré ahí para lo que necesiten de mí».

El Covid-19 ha sido, quizá, el mayor reto de su carrera, y ha marcado sus últimos meses de servicio. Durante la primera ola de la pandemia, Santiago no se acogió a la opción de no ir a trabajar que dio la Dirección General de la Policía a los agentes de más de 60 años por ser población de riesgo. «Nosotros hemos estado siempre ahí, no había otra manera, yo creía muy convencido de que tenía que estar con mi gente, mi gente estaba en la calle y yo tenía que estar aquí, con todos los cuidados y las prevenciones que nos marcaba la dirección». Si se volviese a repetir esa situación, «haría lo mismo», sin dudar.

Ahora, tras entregar su placa y sus atributos, Santiago ha centrado su vida en su otra gran pasión, entrenar a los jóvenes jugadores de fútbol en el C.D. Benalmádena Atlético. Ha sido una «vía de escape» durante 34 años, y a raíz de la jubilación se ha convertido en su nuevo día a día que vive «con la misma ilusión». Repasando su vida profesional, Santiago solo sabe dar las gracias: a sus compañeros, que le han hecho «muy fácil» el trabajo, y también a sus superiores, por la «confianza», incluyendo al jefe provincial, Javier Peña Echeverría.

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