El infierno de dos jóvenes nigerianas a las que hicieron vudú para prostituirlas en La Palmilla

Los miembros de la red de trata que captaron a las víctimas en su país han sido condenadas a penas de dos a siete años de prisión

Domingo, 11 de junio 2023, 00:39

El vudú es más que brujería. Para Lisbeth y Adanna, era el látigo que las doblegaba a la voluntad de sus 'dueñas', quienes las obligaban a prostituirse sin descanso en La Palmilla. Ni Lisbeth ni Adanna se conocían, pero ambas fueron captadas en Nigeria por la misma red de trata. A las dos les prometieron que vendrían a trabajar como peluqueras. También las condujeron ante un brujo para que jurasen que devolverían al completo la deuda contraída por sus viajes. A las dos se les cayó el mundo al suelo nada más llegar a Málaga y comprobar que, en realidad, lo que les esperaba era un auténtico infierno.

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Los nombres de Lisbeth y Adanna son ficticios, aunque no hay nada de mentira en sus historias. La ruta que trazaron para ellas fue exactamente la misma: una oferta laboral falsa, el ritual, su traslado a Trípoli (Libia), una patera y un avión de Italia a España. Y, finalmente, a La Palmilla, donde se enteraron de que serían obligadas a prostituirse para devolver los costes –engordados sin escrúpulos y completamente inasumibles– de su larga y peligrosa travesía hasta Málaga. A Lisbeth le exigían 35.000 euros. A Adanna, 25.000.

Sus 'madames', también nigerianas, eran dos de las principales cabecillas de una trama dedicada a la trata de seres humanos con fines de explotación sexual. Ambas han sido condenadas a siete años de cárcel. Otras seis personas también han sido declaradas culpables por la Audiencia Provincial de Málaga por su implicación en la organización. La sentencia, a la que SUR ha tenido acceso, no habría sido posible sin los testimonios de Lisbeth y Adanna, dos testigos que fueron claves para destapar la red.

Cada vez que Lisbeth se negaba a ejercer la prostitución recibía golpes de su 'madame', como relató la propia víctima en el juicio. Consciente de su creencia en el vudú –un ritual fuertemente arraigado en la sociedad nigeriana–, su captora le aseguraba que si rompía el juramento sufriría daños en sus partes íntimas y que su familia también padecería las consecuencias de su desobediencia. Entre otras amenazas, le decía que usaría el vudú para asesinarla a ella y a su madre. Y Lisbeth le creía.

Las 'madames' de Lisbeth y Adanna, además de maltratarlas y explotarlas sexualmente, las amenazaban continuamente con matarlas a ellas y su familia mediante el ritual del 'vudú'

Presa del terror, la joven acabó accediendo a las órdenes de la trama. Todos los días tomaba un autobús sobre las seis de la mañana que la dejaba en el polígono del Guadalhorce y no se ponía de regreso hasta las cinco de la tarde. Solía ganar entre 300 y 500 euros a la semana. Cada día tenía que entregar hasta el último céntimo a su explotadora.

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Adanna no corrió mejor suerte. Ella también iba diariamente al polígono, aunque seguía siendo explotada sexualmente a su regreso. Su 'madame' trabajaba en una tienda a la que iban los hombres en busca de sexo. Si estaba en la vivienda, rápidamente la llamaban para que acudiera. Con ayuda de sus cómplices, repartieron el número de Adanna por la calle para que contara con más 'clientes'. Y aun así, su captora siempre le reprochaba «la poca rentabilidad» que le daba. Si alguna vez protestaba, rápidamente la amenazaban con el vudú y con las represalias que sufrirían tanto ella como sus familiares.

La causa que ha derivado en condena se inició en marzo de 2017, cuando Lisbeth acudió a una asociación tras escapar de aquel piso de La Palmilla.

Salir de la pesadilla

A pesar del miedo que sentía a ser descubierta por algún miembro de la mafia de la que acababa de huir –y de las terribles consecuencias que podría tener su marcha–, accedió a relatar a los agentes de la UCRIF, de la Policía Nacional, la pesadilla vivida en Málaga. El testimonio de Lisbeth fue clave. Fue el primer hilo del que los investigadores pudieron tirar hasta desarticular el entramado criminal.

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Adanna también escapó de la trama. Lo hizo después de que, en marzo de 2018, el Rey Ewuare II de Nigeria hubiera cambiado la ley y dejado sin efecto el vudú realizado a mujeres con fines de explotación sexual. La noticia, a pesar de la distancia, llegó hasta la víctima. Y supuso el principio de su liberación.

La policía, a raíz de la denuncia de Lisbeth, también llevaba meses vigilando a la 'madame' de esta segunda joven a través de seguimientos y de las escuchas telefónicas. Precisamente, así fue cómo supieron que, junto a otra de las encargadas de la captación de la trama que residía en Barcelona– también condenada a siete años de cárcel–, planeaban enviarla a Francia «porque le daba muchos problemas», para que ejerciera la prostitución allí.

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Adanna se fugó de su captora después de que el rey de Nigeria dejase sin efecto el vudú practicado a víctimas de trata, en 2018

A través de estas escuchas los agentes también descubrieron que la organización, y en concreto la explotadora de Adanna, ya había puesto en marcha toda la maquinaria para traer a otras tres jóvenes captadas en Nigeria. De hecho, las chicas estaban en Trípoli, en una casa de la que no podían salir y sin apenas comida, a la espera de embarcar en una patera que, con suerte, llegaría a su destino.

Las testigos protegidas mantuvieron su testimonio hasta el final del procedimiento judicial. La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Málaga ha condenado a ocho personas. Otras dos han sido absueltas, siendo una de ellas representadas por el abogado Luis Entrambasaguas. Las 'madames' de Lisbeth y de Adanna, junto a la mujer que movía los hilos desde Barcelona, son autoras de un delito de trata de seres humanos en concurso con un delito de prostitución coactiva. Tendrán que cumplir siete años de cárcel e indemnizar a las víctimas en la cantidad de 10.000 euros por los daños morales ocasionados.

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Otra mujer tendrá que cumplir tres años de cárcel como cómplice de un delito de trata en relación a Lisbeth. Es la misma pena que se ha impuesto a una quinta procesada como autora del delito de prostitución coactiva. Ella controlaba y amenazaba a Adanna para que obedeciera a las órdenes de la 'madame', además de facilitar encuentros sexuales en La Palmilla. Por este mismo delito, pero en calidad de cómplice, se ha condenado a otra integrante de la red a un año y diez meses de prisión.

En cuanto a las tres jóvenes nigerianas a las que la trama pretendía traer a España, para el tribunal también ha quedado probada la culpabilidad de otras dos mujeres como autoras de un delito de conspiración para la trata, por lo que se les ha impuesto una pena de dos años y medio de cárcel.

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