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El incendio que ha calcinado más de 7.000 hectáreas en Sierra Bermeja y el Valle del Genal se ha seguido con intensidad y preocupación en todo el país. A más de mil kilómetros de distancia, el catedrático y profesor de Biología Forestal en la Universidad de Lleida, Víctor Resco, lo ha monitorizado con especial precisión. Experto en incendios forestales, alerta de que estos fuegos tan virulentos -denominados de sexta generación- no se pueden apagar por su especial carga energética y culpa a los políticos, más que a los pirómanos, de lo que ha ocurrido en la sierra.
-¿Cómo se está viviendo el incendio de Sierra Bermeja desde el resto de España?
-El incendio se está viviendo con preocupación y con la esperanza de colaborar, ya que allí hay bomberos catalanes que se han desplazado para ayudar. Estamos preocupados porque hace unas semanas tuvimos uno en Tarragona que también fue de sexta generación y estamos viendo que es una constante. Es un problema común al que hay que hacerle frente de forma conjunta.
-¿Qué es un incendio de sexta generación y por qué son tan peligrosos?
-Los incendios de sexta generación son fuegos que no se pueden apagar porque crean sus propias condiciones meteorológicas: forman un pirocúmulo, una nube, sus propias corrientes y tormentas y transportan pavesas y partículas incandescentes que pueden generar nuevos incendios cuando aterrizan. Lo más peligroso sucede cuando el pirocúmulo se desploma porque el incendio se escapa en todas las direcciones y tiene un comportamiento muy virulento y voraz.
-¿Dice que no se puede apagar?
-Estamos entrando en la era de los incendios que no se pueden apagar. Se trata de incendios que duran días y semanas como ya ocurre en otras partes del mundo como California o Australia. Un caso extremo es el que ocurre en Siberia, en donde pueden seguir meses ardiendo incluso cuando hay nieve, ya que en vez de quemar la vegetación quema el subsuelo con una combustión muy lenta. Allí, cuando comienza el deshielo, las llamas vuelven a cubrir la superficie. Esa situación no va a ocurrir aquí porque no se dan las mismas condiciones, pero sí puede pasar lo mismo que ocurre en California o en Australia. Cuando lleguen a cordilleras más grandes, veremos incendios que duran semanas o incluso meses.
-Si no se pueden apagar, ¿qué ocurre si no llueve en meses?
Hay que esperar hasta que lleguen las lluvias. Cuando hay un incendio de este tipo, generalmente al cabo de los días hay lluvias porque las condiciones atmosféricas son propensas a que haya lluvias. Pero si no hay lluvia, lo único que se puede hacer es lo que ha hecho el dispositivo del Infoca, que es contener, proteger zonas estratégicas y los flancos laterales para que no se vaya demasiado de madre. Por eso me gustaría destacar la labor el Infoca, porque que un incendio esté durante seis días quemando y solamente se hayan ardido 7.000 hectáreas es algo inaudito, eso indica que el equipo está extremadamente bien preparado y cuenta con una vocación increíble. Creo que podéis estar orgullosos en Andalucía de los trabajadores que forman el Plan Infoca.
-¿Por qué se ha producido este cambio en la virulencia de los fuegos?
Se produce por varias causas. La receta del gran incendio consta de cuatro ingredientes: lo primero es la biomasa; la vegetación emite mucha energía, y procesos como el abandono rural, el abandono de la gestión del territorio, favorecen el aumento de la biomasa. El segundo elemento es la sequía, que se ve agravado por el cambio climático y por el propio abandono del entorno rural, ya que hay mucha competencia entre los árboles y por tanto están más secos. El tercero es la fuente de ignición, que puede ser un cerillazo, un rayo o un coche que empieza a arder, como en el incendio de Ávila. Y el cuarto es la meteorología; que existan las condiciones propias para que el fuego se pueda propagar y correr. Eso lo proporcionan los vientos elevados, las temperaturas elevadas y la inestabilidad atmosférica, que son elementos suficientes para que se puedan desarrollar estos pirocúmulos.
-¿Es casual que se haya producido un incendio de este tipo en Málaga?
-Se podría haber producido en cualquier sitio. La actividad de los incendios está limitada por la interacción de dos factores: la biomasa y el grado de sequía. Tradicionalmente, los bosques tropicales no ardían porque, aunque hubiera mucha biomasa, siempre estaba lloviendo. Lo mismo ocurre en el desierto, en Monegros, donde todo está muy seco pero no hay incendios porque todo está muy seco. Las zonas problemáticas son en donde hay suficiente vegetación y sequía, y por eso las zonas mediterráneas son las más propensas para estos incendios.
-En este incendio también hemos aprendido palabras nuevas como pirocúmulo
-Hasta este incendio, creo que la percepción general de la ciudadanía era que un incendio es como cuando se te estropea el coche: mandas a los bomberos, lo apagan y se acabó. Pero un incendio de estas características no tiene nada que ver porque la cantidad de energía que liberan puede ser mayor que la de una bomba atómica sin la radioactividad. La primera vez que vimos un incendio con pirocúmulo en la Peninsula Ibérica fue en 2017 en Portugal, y en ese incendio fallecieron 67 personas porque se desplomó el pirocúmulo, que es el gran peligro que tienen estos incendios. Es cierto que antes se había documentado alguno, pero no había sido tan dañino. Pero ahora lo vemos con más frecuencia. Lo que no habíamos visto nunca es que incendio tras incendio se van concatenando pirocúmulos.
-Cree que son suficientes las penas para los pirómanos?
-Esta mañana he escuchado al presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, hablar sobre la necesidad de reforzar el Código Penal para castigar con más fuerza a los incendiarios. Pero creo que este tipo de acciones contribuyen a desinformar sobre el problema de los incendios forestales. Es cierto que el incendio de Sierra Bermeja fue provocado, pero el de NavalaCruz, que quemó 20.000 hectáreas, fue causado por un coche, por solo poner un ejemplo. Si sólo nos centramos en los incendiarios, puede tener rédito político, pero no estamos atajando las causas estructurales de los incendios. De los cuatro ingredientes que cité antes, sobre el que más podemos actuar es la biomasa y podemos reducir el material inflamable. Lo que debemos abordar son las causas estructurales de los incendios. Podemos endurecer el Código Penal si queremos, pero en países con penas más duras como China o Argelia tampoco ha ayudado a solucionar el problema de los incendios forestales. Por tanto, la única herramienta que tenemos es mejorar la gestión rural y del territorio y tratar de revertir el abandono del campo. Creo que tenemos una oportunidad importante en este escenario de cambio climático. Creo que hay que revertir las políticas de industrialización para reducir el consumo de CO2, podemos fomentar las construcciones de madera e incluso se está investigando para desarrollar ropa a partir de fibra forestal. Los incendios forestales nos cuestan 1.000 millones de euros al año.
-Por tanto, ¿se trata de una cuestión política?
-Endurecer las penas puede ofrecer rédito político, sea del partido que sea. Pero si tenemos que buscar a los culpables, la realidad es que sin ellos, los políticos, con su ineptitud y su negligencia por no tener política forestal y tener los montes en este estado de conservación tan pésimo y tan paupérrimo. Lo que buscan con estas medidas es desviar la atención. Al menos en el plan Infoca tenemos unos profesionales que son enormes. Nuestros bomberos, y eso no se sabe, son los que forman al resto de Europa y de Latinoamérica.
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